Nuestro sitio usa cookies de terceros para permitirnos elaborar estadísticas sobre las visitas y gestionar el envío de nuestras newsletter. Más información aquí.
ACEPTAR

Sí, todo mejora

Lina Bravo y Daniela Villegas lideran It Gets Better Colombia. Buscan que las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) se sientan tranquilas de ser quienes son, sin que esto implique matoneo, miedo o rechazo.

Por momentos pareciera que no hay salida, que todo va de mal en peor. Para empezar, a alguien se le ocurrió decir que unas cartillas llamadas Ambientes escolares libres de discriminación querían “homosexualizar” a los niños. Como si ese verbo existiera y fuera posible: Yo homosexualizo, tú homosexualizas, él homosexualiza… (Ver: 5 claves para entender el enredo de los manuales de convivencia).

Después, algunos papás se creyeron el cuento y un 10 de agosto de 2016 salieron en masa a protestar. Mientras tanto, 581 estudiantes de colegios de Colombia que se reconocen como lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) querían ser escuchados. A través de una encuesta anónima hablaban los que podían, los que lograron superar el miedo.

Un 67 por ciento dijo sentirse inseguro en el espacio en el que más tiempo pasa al día: el colegio. El 71 por ciento afirmó haber sido insultado por su manera de hablar, de vestir, de correr, de caminar… En otras palabras, por ser como son. (Ver: Resultados de la Encuesta Nacional de Clima Escolar LGBT).

Sin embargo, algunos papás, rectores y docentes insisten en que “de esos niños” no hay en sus casas ni en sus colegios. Se equivocan. Existen. Así como el bullying escolar por orientación sexual, expresión e identidad de género también es una realidad. El problema es que lo ignoran como si de esta manera desapareciera.

Por eso, hace un año, Daniela Villegas, 29 años, comunicadora social y Lina Bravo, 31 años, psicóloga, trajeron al país It Gets Better Colombia, iniciativa que, entre otras cosas, busca comunicarles a niños y adolescentes LGBT que por difícil que a veces resulte ser quienes son, todo mejora. (Ver: El bullying por homofobia debe salir del clóset).

“Yo tenía muchas ganas de ayudar a las personas LGBT. Había sido voluntaria de la ONG Colombia Diversa y después de un año de proceso nos aprobaron la filial de It Gets Better en Colombia”, señala Daniela.

Desconocer que en las familias y en los colegios hay niños y adolescentes LGBT no es la solución. La primera consecuencia es hacer más difícil la autoaceptación. Todavía muchas personas sienten miedo de reconocerse como son. (Ver: De eso no se habla).

A Lina Bravo le pasó. Fue un proceso largo que empezó a los 11 o 12 años y terminó a los 23. Y eso que creció rodeada de una mamá, un papá y una hermana amorosos y respetuosos. Aún así, las ideas de “tengo que ser normal” y de “no voy a encajar” estaban presentes en su vida.

Las indirectas sociales

A ella directamente nadie le había dicho nada y en su casa jamás escuchó comentarios displicentes contra los homosexuales. Tampoco pertenece una familia religiosa. Pero indirectamente recibía de la sociedad mensajes negativos sobre no ser heterosexual que incorporaba en su realidad.

Pensaba que su mamá se iba a poner furiosa y que la iba a echar de la casa. “Yo le decía a mi mejor amiga que saldría del clóset con mis papás hasta que ellos me lo preguntaran“. Y el día llegó.

Lina estaba mal porque había terminado una relación, su mamá notó su tristeza y se acercó a hablarle. Estaba tan dispuesta a apoyarla y a seguir queriéndola como era, que le hizo “la pregunta” con la certeza de conocer la respuesta. (Ver: “La vida y Dios me premiaron con un hijo gay”).

Tiempo después su mamá le dijo, muerta de la risa, que en algún momento se le pasó por la cabeza si era que estaba embarazada, pero que habría sido una pregunta muy salida de tono en ese momento.

Lina Bravo tiene 31 años, es psicóloga y tiene una maestría en Psicología Transpersonal. Daniela Villegas tiene 29 años y es comunicadora social con maestría en Comunicación y Marketing. Foto: Pilar Mejía.

“Ellen Degeneres fue la primera lesbiana que vi en televisión. Pero no recuerdo algún personaje que me hubiera ayudado a entenderme”, Lina Bravo.

En todo caso, los papás siempre lo saben y en la situación de Lina no era difícil sospecharlo. “Me la pasaba con amigos gais en rumbas gais”. (Ver: “La vida me preparó para tener un hijo homosexual”).

Con su papá habló unos dos o tres meses después, un día en que llegó furiosa a la casa porque había peleado con quien estaba saliendo. “Dije lo que me pasaba y él me respondió: ¿tú ya sabías que yo sabía? Y todo siguió igual. No sé por qué tenía visualizada una situación tan lejana de la respuesta que mis papás en realidad tuvieron”, recuerda.

Daniela, por su parte, también lo supo temprano. A los 12 o 13 años. Pero lo aceptó más rápido. “Yo veía algunas chicas y sabía que me gustaban”. Pero de ahí no pasaba. Hasta que una vez, a los 20 años, una se le acercó, le habló y la invitó a salir una y otra vez.

Fue entonces cuando entendió que tenía que tomar decisiones. La primera, terminar con su novio. “Fue una semana en la que me despertaba por las noches con miedo de lo que fueran a pensar mi mamá y mis amigos”. (Ver: “¿Por qué no me había dicho que Diana era su pareja?”).

Hasta que un día dijo “no más”. “Mis amigos del colegio se portaron divino”. Al punto que se sintió animada para decirles a los de la universidad. La respuesta fue igual de positiva.

Reto a superar: la mamá

Sin embargo, aún no estaba lista para hablar con su mamá, lo que implicó la etapa de las mentiras: “Ma, hoy voy a quedarme a dormir donde una amiga”, “ma, hoy no llego porque me voy a quedar donde otra amiga”. Y así sucesivamente. (Ver: ¿Cómo salir del clóset?).

Una noche la historia se repitió. Daniela estaba enrumbada con su novia y a las tres de la mañana llamó a su mamá: “ma, hoy me voy a quedar donde una amiga”. Para su sorpresa, la respuesta de ella fue: “No. Te vienes ya para la casa, no quiero más mentiras”. Acá fue.

¿Qué pasa? ¿Estás embarazada? ¿Estás saliendo con un hombre casado? – preguntó su mamá.
No ma, lo que pasa es que a mí me gustan las mujeres y estoy saliendo con alguien – respondió Daniela.
No puede ser. Tú siempre has tenido novios. Seguramente la persona con la que estás saliendo te está metiendo esa idea en la cabeza – le dijo ella.
Te estoy diciendo la verdad – concluyó Daniela.

“Tomé la decisión de estar tranquila y de asumir mi orientación sexual como parte de mi realidad”, Daniela Villegas.

Para Lina y Daniela es importante que It Gets Better Colombia ofrezca asesoría psicológica gratuita. Además de enviar un mensaje claro y concreto, quieren dar un apoyo extra a quienes las busquen. Foto: Pilar Mejía.

También le dijo que esa nueva información que ahora tenía de ella, no cambiaba para nada la persona que era ni la relación que tenían. Pero estaban los prejuicios de si se iría a volver un hombre o una persona muy musculosa. “No, ma, voy a seguir siendo como soy”, le respondió Daniela. (Ver: Aceptar a los hijos LGBT).

El problema de fondo era religioso. La mamá de Daniela es cristiana. “Mi familia somos ella y yo. Soy hija de una mamá soltera. A mi papá nunca lo conocí”. Daniela tenía ocho años cuando su mamá se casó y se fueron de Manizales a Bogotá. A los 10 años ella se separó y encontró en la religión un refugio para el momento por el que pasaba.

Al día siguiente de estar oficialmente fuera del clóset, Daniela no se atrevió a salir de su cuarto hasta las cuatro de la tarde cuando el hambre pudo más. “Yo pensaba: mi mamá se debe estar muriendo, debe estar furiosa”.

Era un tema del que jamás habían hablado. Y del que no hablaron ni esa tarde ni durante cinco años más. “Ella sabía que yo tenía novia y algunas veces la llevé a la casa pero de ahí no pasó”.

Tranquila, es una etapa

Por su parte, la dificultad que Lina tuvo para aceptarse también tuvo que ver con una charla que recibió en el colegio. “Una psicóloga nos dijo que era normal que en la edad en la que estábamos quisiéramos pasar mucho tiempo con una determinada amiga pero que eso se superaba”. (Ver: Aceptarse).

Esperó. Se preguntó cuándo pasaría, pero de “la etapa” nunca salió. A la psicóloga se le olvidó aclararles que las orientaciones sexuales no son fases. O ¿algún papá o docente se habrá preguntando cuándo saldrá su hijo o estudiante de la heterosexualidad?

Para completar, las clases de educación sexual que tanto Lina como Daniela recibieron eran –como hasta ahora han sido– enfocadas en una sexualidad heterosexual y reproductiva como si esa fuera la única posibilidad.

Así, mientras Lina esperaba con paciencia el día en que superaría “la etapa”, salió con un chico, con otro y otro durante años. Nunca hubo una relación estable, pero sí las suficientes para negar quien era durante mucho tiempo.

Daniela y Lina se conocieron hace mucho tiempo porque una exnovia de Daniela había sido amiga de Lina. Se reencontraron por Facebook. Foto: Pilar Mejía.

“Ser uno mismo permite sentirse libre, tranquilo y a gusto donde se esté”, Daniela Villegas.

Aunque esa opción puede alegrar a algunos curas, pastores, a un exprocurador Ordóñez o a una senadora Viviane Morales, trae serias consecuencias para la vida. “Yo pasé por un proceso depresivo desde los 14 hasta los 18 años. Ese conflicto permanente en el que vivía contribuyó a que perdiera dos años en el colegio”, recuerda Lina.

De “la etapa que pronto superaría” pasó a “seguro es una moda”. Así, con la certeza de que de alguna manera “eso” quedaría atrás, a los 18 o 19 años tuvo el primer acercamiento a una mujer.

A un par de personas les dijo que era bisexual como una manera de decir “no es tan grave”, pero poco a poco adquirió la fuerza para afirmar: “sí, soy lesbiana“. “Me ayudó mucho tener amigos homosexuales cuyas familias los querían y la gente los aceptaba”. (Ver: La bisexualidad existe y no es una etapa).

Por todo esto, parte de la idea de It Gets Better Colombia es que los procesos de autoreconocimiento LGBT no sean tan difíciles. Para tal fin, en su página y redes sociales comparten vídeos que la gente les envía con mensajes de “yo pasé por lo que tú estás viviendo y todo mejora”.

“Muchas personas creen que uno dice estas frases a manera de cliché. No es así. Nos referimos a un todo mejora que estamos dispuestos a construir en equipo”, afirma Daniela. (Ver: El camino para decirle “no” al bullying por homofobia).

Sí, acepto

El “tema vetado” entre Daniela y su mamá se volvió a tocar hasta que Daniela y Lina decidieron casarse. Daniela estaba en España estudiando una maestría en Comunicación y Marketing y en marzo de 2014 Lina fue a visitarla. Estando de paseo en Portugal, Lina sacó dos argollas y le propuso matrimonio.

Al mes, la mamá de Daniela iba a visitarla. “Le hablé de mi compromiso, le dije que sabía que su religión era importante y su respuesta fue: Dios no excluye a nadie de su amor“. Su mamá tenía muy claro que sus creencias no iban a ser una excusa para excluir a otros. (Ver: Diversidad sexual y nuevas alternativas espirituales).

Ese encuentro entre ellas fue como salir del clóset otra vez. Hablaron de todo lo que durante esos cinco años pasaron por alto. “A mi mamá le ayudó mucho comprobar que yo seguía con mis objetivos de vida y que mis sueños seguían siendo los mismos, independiente de ser o no heterosexual”.

“Mi mamá tuvo cinco años para pensar, pelear con sus miedos, cambiar su percepción y decantar lo que pasaba”, Daniela Villegas.

Lina y Daniela tienen claro que ser una persona diversa no es solamente ser LGBT. Hay diferencias raciales, de habilidades, creencias… Cada quien es único. Foto: Pilar Mejía.

La relación cambió al punto de que hoy su mamá la llama para contarle que vio por televisión a una persona LGBT a la que podrían buscar para que les mande un vídeo para It Gets Better.

Después de casi dos años viviendo juntas, Lina y Daniela se casaron en enero de 2017 en una notaría en Quimbaya (Quindío), donde viven los papás de Lina. Al principio les dio susto que les fueran a poner trabas, pero todo fluyó. “El notario nos dijo que le parecía bien que las parejas del mismo sexo, como las demás, tuvieran la opción de casarse”, señala Daniela. (Ver: Viviana y Tatiana: “sí, acepto”).

Hicieron lista de regalos en Cachivaches y Falabella como la pareja más heterosexual del mundo. Y en ninguno de los dos almacenes hubo el menor problema. De hecho, hasta en uno les ofrecieron excusas porque en el formulario decía “nombre del novio y de la novia” y no tenían opción para parejas del mismo sexo.

Los infaltables rechazos

Sin embargo, Lina y Daniela no son la excepción a los rechazos que, al menos una vez en su vida, han pasado muchas personas LGBT. “Fue en una entrevista de trabajo con el dueño de una compañía”, recuerda Lina. (Ver: Ser LGBT en el mundo laboral).

Su hoja de vida especifica que ella hizo la práctica clínica en el Centro Comunitario LGBT de Bogotá y el señor no entendía por qué había elegido hacerla en algo relacionado con homosexualidad. Hasta que finalmente le preguntó: “¿usted es gay?” Como diciendo “¡qué horror!”.

“Lo soy. Y si usted tiene algún problema con esto, terminemos ya la entrevista”, respondió. El señor se angustió y le pidió que no se fuera, pero ya era tarde.

“Cuando me preguntan por mi novio, respondo no es novio sino novia (ahora esposa). Parte de mi compromiso es no ocultar quien soy”, Daniela Villegas.

Daniela, por su parte, también es clara en las entrevistas de trabajo. “Siempre digo que vivo con mi novia, ahora esposa“. No quiere trabajar en un lugar donde no la acepten como es. (Ver: Ideas para promover la diversidad en el mundo laboral).

La única situación de rechazo que ha vivido pasó hace poco cuando las fotos de su matrimonio empezaron a circular por redes sociales. “Mis primos que viven en Manizales se enteraron y les contaron a mis tíos. Mi mamá decidió contactarlos para confirmarles que efectivamente me había casado. Mi tío favorito no le respondió el mensaje”.

Después de esto Daniela le escribió diciéndole que si por su religión (es cristiano) no la podía tratar a ella, adelante, pero que no se alejara de su mamá. “Le recordé que lo llevaba en mi corazón, que a su lado había aprendido mucho, pero no me respondió”.

Otra consecuencia de no reconocer a los niños y jóvenes LGBT es que se legitima el matoneo escolar contra ellos. “Yo recuerdo que en el colegio donde estudié había una niña, considerada masculina, que había salido del clóset a los 12 años. El matoneo hacia ella era muy fuerte”, recuerda Lina. Los profesores sabían, pero no pasaba nada. (Ver: Bullying: ni inofensivo ni normal).

Al casarse, en enero de 2017, su cotidianidad no cambió porque ya vivían juntas pero les alegra saber que ahora son una familia legalmente constituida con Doris incluida. Foto: Pilar Mejía.

El temor más latente de quienes están en proceso de reconocerse como LGBT sigue siendo lo de siempre: el qué dirán, que la gente los vaya a mirar o a tratar mal.

En It Gets Better Lina atiende de manera gratuita a quienes la consultan. Si alguien puede y quiere hacer algún aporte es a través de voluntariado o de una donación, pero no de un pago directo.

Otro paso que tienen contemplado es ofrecer capacitaciones en diversidad sexual y de género a docentes, directivas y personal administrativo de instituciones educativas. Saben que a los primeros que hay que educar es a los adultos. (Ver: Colegios: les llegó la hora de reconocer la diversidad sexual).

En todo caso, la meta es clara: están dispuestas a poner todo de su parte para que quienes aún están del otro lado, pronto puedan pasar a la orilla del “todo mejoró”. Ese es el camino que juntas decidieron recorrer.

 “La clave está en entender que el bullying que se sufrió fue una situación que pasó pero que la persona no es nada de eso que le dijeron”, Lina Bravo.

Deja un comentario

¿Qué piensas sobre este artículo?

Newsletter Sentiido