Sitges, municipio ubicado en la costa mediterránea, a 38 kilómetros al sur de Barcelona (España), es uno de los principales destinos LGBTIQ del mundo, ¿por qué?
Por: Lila Forero*
Foto apertura: La Drag Queen Vilanovina Barda. Cortesía revista Visión, 2022, publicación de Color Sitges Link Asociación LGBTIQ.
En la calle, un hombre alto y canoso espera que el pasador de la puerta suene del otro lado. Se oyen las llaves girando y, de repente, se ve la cara de Federico, quien no disimula su felicidad. Se abrazan. Se besan. (Ver: ¿Y si no tuviéramos que decir que somos homosexuales?).
Una voz de vecina recién levantada dice: “¡Ah, ya llegó Miguel, el novio de Federico!”. En Sigtes, municipio ubicado en la costa mediterránea, a 38 kilómetros al sur de Barcelona (España), contrario a lo que todavía sucede en tantas otras partes del mundo, la gente no dice nada al ver dos hombres o dos mujeres expresándose cariño. La escena se repite en cualquier lugar desde hace mucho tiempo. (Ver: El “delito” de ser homosexual).
¿Cómo llegó a ser Sitges uno de los principales destinos LGBTIQ? Para finales del siglo XIX, este municipio tenía un desarrollo urbanístico y cultural importante, lo que llamó la atención de varios artistas e intelectuales del momento, entre los que se destaca Santiago Rusiñol, pintor y escritor de Barcelona, quien formó parte de las tertulias del bar Els 4 gats (Los 4 gatos) que aún tiene sus puertas abiertas en Barcelona. (Ver: Rusiñol y Prats, Santiago).
“Antes de la primera manifestación gay en Barcelona, en Sitges ya íbamos al cuartel de la guardia civil en grupo para que sacaran a alguno del calabozo porque se había puesto una tanga”, Manuel Timbal en el documental Over 100 years in the gay history of Sitges (“Más de 100 años de historia gay en Sitges”).
En los años 20, Rusiñol fundó la revista L´Amic de las Arts (El amigo de las Artes), que recogió aportes de Marc Chagall, Joan Miró, Paul Eduoart, Salvador Dalí y Federico García Lorca.
Mientras vivía en Sitges, Rusiñol creó los “festivales modernistas”, eventos artísticos en los que convocó a escritores, músicos, poetas y pintores, muchos de ellos con orientaciones sexuales diversas, como Salvador Dalí, Serguéi Diáguilev, fundador de los ballets rusos, el bailarín polaco Vaslav Ninjisky y Federico García Lorca, asesinado por la dictadura de Francisco Franco por ser homosexual y tener ideas contrarias al régimen. (Ver: ¿Cuántas vidas más?).
Por la presión social de entonces, muy posiblemente Rusiñol se habría casado, pero varios bocetos de Picasso sugieren que era homosexual. Por su contexto artístico, para la década de los 30, Sitges ya estaba posicionado como uno de los destinos turísticos más cotizados de Europa, al punto de que la burguesía de Barcelona estableció allí sus casas de verano. (Ver: “Lo grave no es ser gay, como mi hijo, sino llevar una doble vida, como mi exesposo”).
El historiador Toni Sella explica en el documental Over 100 years in the gay history of Sitges (Más de 100 años de historia gay en Sitges) cómo las personas LGBTIQ empezaron, de manera visible, a formar parte de la cotidianidad del municipio. (Ver: 9 miradas a las marchas LGBT de Colombia).
“Cuando las familias de clase alta barcelonesas tenían un hijo o hija LGBTIQ y querían esconderles, les enviaban a su casa de Sitges, a las que muchas veces se mudaban con su grupo de amigos”. La presencia de estas colonias empezó a forjar la imagen de un Sitges incluyente, en el que era posible vivir alejado de los comentarios y las miradas acusadoras. (Ver: “Dejemos que nuestros hijos vivan su vida y no nuestros sueños”).
La llegada del franquismo
La dictadura franquista que oprimió a España desde 1936 hasta 1975 fue un periodo marcado por la persecución contra quienes pensaban y vivían de manera diferente al régimen, entre ellas las personas LGBTIQ. (Ver: “Cuando los hijos salen del clóset, los papás entran en él”).
En 1945 se reformó la llamada “Ley de vagos y maleantes”, incluyendo en ella a las personas homosexuales: “al entenderse que ofenden la sana moral de nuestro país por el agravio que acusan al acervo de buenas costumbres, fielmente mantenido en la sociedad española”, decía uno de sus párrafos.
Sitges es un municipio reconocido por su patrimonio arquitectónico, fruto de la migración de catalanes como Facundo Bacardí, fundador de la fábrica que destila el ron que lleva su apellido. Llegaron a América entre los siglos XVII y XIX.
Después de haber logrado el éxito económico, buena parte de la población catalana que migró a Sitges construyó las casas que hoy conforman “La ruta de los Americanos”, que reúne edificaciones de estilos neoclásico, modernista y racionalista.
Para los “infractores” de esta ley, la reforma imponía reclusión y trabajos forzosos en centros que prácticamente se convirtieron en campos de concentración. La novela Viaje al centro de la infamia, de Miguel Ángel Sosa, narra las vivencias de un grupo de detenidos en las que se inspiró el director de cine y teatro Miguel de Arco para producir la serie Las Noches de Tefía, en la que cuenta que la fraternidad de sus protagonistas era la única opción para sobrevivir.
Y aunque expresiones populares como el carnaval también estaban prohibidas por ley, en Sitges continuó celebrándose a puerta cerrada en los clubes. En sus bailes, participaban personas heterosexuales y homosexuales sin distinción alguna.
Quizás porque la mayoría de las personas LGBTIQ que se fueron a este municipio pertenecían a la clase alta de Barcelona, la guardia civil española era “menos inquisidora”. Se permitía que cada quien viviera como quisiera en su casa, siempre y cuando “no se perturbara el orden exterior”.
La llegada del boom cinematográfico de los años 40 y 50 fue el impulso final para que Sitges se convirtiera en punto de encuentro LGBTIQ. Películas como King’s Rhapsody (1955) se filmaron en sus calles. A esto se suma que personajes como el cantante Antonio Amaya, “icono gay” y el artista plástico Pepito Zamora junto a su pareja José Costantinides, fijaran su residencia allí.
En 1957, abrió sus puertas Comodín, un bar gay emblemático no sólo para Sitges, sino para España, por ser el más antiguo del país. Hoy siguen siendo famosos sus espectáculos de transformismo, frecuentados por todo el mundo, sin importar orientación sexual o identidad de género.
Comodín sobrevivió a la dictadura y aún es referente de Sitges. A pesar del paso del tiempo, conserva mucho de su estructura original y de su estilo clásico.
La asociación LGBTIQ Color Sitges Link conmemora la vida del artista Pepito Zamora, entregando un premio con su nombre, como reconocimiento a las personas que trabajan por los derechos LGBTIQ.
Durante el franquismo, el panorama era muy peligroso para quienes se atrevían a desafiar la dureza del régimen, que también prohibió expresiones populares como el carnaval.
La vuelta a la democracia
Con la llegada de la democracia, el carnaval volvió a las calles de España. En Sitges, las personas LGBTIQ formaban parte de los desfiles en los que interactuaban con la gente del pueblo, quienes se divertían con los personajes que recreaban.
En el artículo El caso del Sitges gay, publicado en la revista PASOS, Oscar Guasch y Josep Maria Mesquida señalan: “Hay formas de control social popular contra la violencia homófoba. El público participa con entusiasmo en las performances callejeras. La permisividad, la fiesta, y la tolerancia erótica, son rasgos que marcan el carácter de un carnaval que permanece”.
En los años 80 y hasta mediados de los 90, el turismo LGBTIQ en Sitges estaba en pleno furor, viajeros de muchas partes elegían este lugar para disfrutar de sus días libres, lo que impulsó la industria hotelera, gastronómica y de entretenimiento.
Establecimientos como el hotel Romantic -que desde los años 60 ya recibía huéspedes LGBTIQ- o la discoteca Trailer, la primera abiertamente LGBTIQ del lugar, fueron parte del crecimiento turístico y económico de Sitges.
“La gente de acá siempre ha sido muy liberal y no les molestaba el mundo gay. A los que les estorbaba era a tres o cuatro del ayuntamiento (la alcaldía), que presionaban para hacer redadas”, dice Julia Baroja, quien trabajó en el Comodín.
Sin embargo, esa próspera etapa social y económica fue truncada por una medida del gobierno local, decretada por “los 3 o 4” de la alcaldía de los que hablaba Julia.
¡Nunca más!
En 1996, el concejal de la gobernación sitgetana, Ignacio Deó, perteneciente al PP, partido de la derecha española “ordenó identificar a las personas gais” que se encontraban en las playas, obligándoles a registrarse en fichas policiales.
Bajo el argumento de combatir el trabajo sexual, algunos hombres homosexuales fueron retenidos y liberados al día siguiente. La agresión más brutal fue la paliza contra un camarero de un local gay (el Parrots, en septiembre de 1996). Se hirió, entonces, de gravedad el respeto hacia las personas LGBTIQ, hasta ese entonces tan característico de Sitges.
Ante estos atropellos, varias organizaciones LGBTIQ convocaron a una marcha para el 5 de octubre del mismo año que fue aprovechada por la minoría que nunca estuvo de acuerdo con que las personas LGBTIQ fueran aceptadas en Sitges, para salir a condenar la marcha. A partir de ese quiebre, se despierta un malestar social que se refleja en un descenso en la actividad turística y en el debilitamiento del carnaval.
10 años después, el 5 de octubre de 2006, el ayuntamiento del pueblo encabezado por el alcalde Jordi Baijet, perteneciente al partido socialista, reconoce la gravedad de los acontecimientos y hace un llamado a la reconciliación instalando una escultura contra la homofobia. En la placa se lee: “Sitges contra la homofobia / Mai Més (en español significa: Nunca más) / 5 de octubre 1996-2006”.
La celebración no termina
Ese momento cerró un capítulo doloroso, pero también marcó el inicio de uno nuevo: Sitges volvió a ser el lugar en el que todas las personas son bienvenidas sin distinción alguna.
Hoy Sitges es escenario de importantes eventos como el Sitges Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya, el Pride de Sitges, el Sitges Queer Fest, el Carnaval de Sitges y las Bear Sitges Week, con un impacto económico y cultural fundamental para la localidad.
Casi un siglo después de la muerte de Santiago Rusiñol, Sitges continúa siendo un espacio lleno de arte y cultura que celebra la diversidad y es ejemplo de inclusión, respeto y amor.
*Diseñadora gráfica, amante de la actuación, la ilustración y la escritura.
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