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Soy hombre y mujer y no quiero ocultarlo

Tener una identidad femenina y una masculina conviviendo en un mismo cuerpo me ha llevado a recibir rechazos y a dar miles de explicaciones para que los hombres con los que salgo no se asusten. Tercera entrega de #ChaoDiscriminación, un especial de Sentiido y ¡PACIFISTA!

Por: Tina Pit*

“¡Es un niño!”, dijeron los médicos cuando nací hace 35 años en Tuluá (Valle). Haber llegado a este mundo con pene y testículos implicó que el azul fuera el color predominante durante mis primeros meses de vida y que se diera por hecho que el fútbol sería mi deporte favorito y las mujeres el centro de mi atracción. (Ver: “Desde que las niñas son rosadas y los niños azules, estamos jodidos”). 

Pero mi historia ha sido otra, muy distinta a la que la sociedad nos dibuja casi sin dejar alternativa. Desde muy temprano no sentí eso de “ser un hombre”: una persona fuerte, agresiva o incapaz de demostrar sus emociones.

Yo era muy distinto a mi papá. Mientras que a él le encantaba el fútbol, yo prefería la literatura, el arte y la decoración. Yo era quien recomendaba qué cortinas comprar en la casa. Mientras él alquilaba películas de Jean-Claude Van Damme, Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger, yo elegía Antonia u otra que mi papá jamás vería.

Me sentía más cercano a mi mamá e incluso jugaba a ser ella. Cuando tenía cuatro o cinco años me ponía su ropa. Ella nunca me dijo nada. Solamente una vez cuando me vio con unas muñecas, me pidió con algo de desespero que jugara con un balón. Me sentí mal pero seguí feliz organizando los reinados de belleza del barrio. (Ver: Los juguetes que regalamos: más que diversión, una oportunidad). 

En el colegio, que era masculino, formaba parte del grupo de teatro y siempre interpretaba los personajes femeninos. Me divertían más, me parecían más dramáticos y con mayores posibilidades.

Eso me hizo vivir mucho bullying. A los cinco chicos que andaban conmigo nos llamaban las spice gais. Y la presión de grupo era constante. En octavo, por ejemplo, todos querían tener novia y yo vivía muerto del susto porque no sabía cómo era eso de “echarle los perros” a una niña. (Ver: El bullying por homofobia debe salir del clóset).

Cuando me quejaba del matoneo los profesores me culpaban a mí. Una vez, después de una broma muy pesada, fui a la oficina del rector y su respuesta fue: “no se deje“. Quedó muy claro que no iban a defenderme a pesar de ser uno de los mejores estudiantes del colegio.

Sin embargo, encontré en la maricada una herramienta liberadora del matoneo: me gustaba ser histriónico o la mariquita que hacía reír a la gente.

Además, descubrí que cualquier mirada, acercamiento o contacto físico que le hiciera a otro chico, le hacía sentir que se estaba poniendo en entredicho su masculinidad, entonces se moría del susto y no me volvía a joder. A veces también los pellizcaba y eso los desajustaba mucho. No entendían por qué no les daba un puño como lo hacían entre ellos.

En algún momento dije que si no era el hombre que la sociedad esperaba, debía ser porque era mujer. Pensé en hacer un tránsito de género y acudí a hormonas, pero cuando empecé a sentir los cambios físicos y emocionales me asusté y paré. (Ver: Diferentes formas de ser trans). 

“No me identifico con ninguna de las letras LGBT, pero si tuviera que escoger una, sería la T”.

La exploración vino de otra manera: a los 23 años quise ser una mujer pero solo por un tiempo. Estaba en un grupo de teatro de Cali y para una obra me interesaba entender cómo era ser una mujer. Finalmente ser un hombre es mucho más fácil.

Más adelante formé parte de un grupo punk. En ese mundo a los mariquitas nos trataban como a las loquitas débiles que no podían hacer nada. Me salí pero incorporé a mi vida parte de la masculinidad que vi en ese tiempo.

Esas dos identidades, tanto la masculina como la femenina, ahora están presentes en mi vida de manera permanente. Un día puedo estar muy femenina y al siguiente no.

Nunca he pensado en etiquetarme como gender fluid (género fluido), pero lo haría si eso significara que el género es una construcción actoral: la creación de unos personajes con unas historias.

En 2010 me fui de Cali, donde estudié Finanzas y Negocios Internacionales, a Bogotá. No conocía a nadie y pensé que lo más sencillo era hacer perfomances drag. Finalmente yo solo sabía interpretar chicas. Con el tiempo fui incorporando luces y vídeo y ahora elaboro mi vestuario con vinipel negro. (Ver: Diversidad sexual y de género para dummies). 

Tener una identidad femenina nunca fue un problema. Pero cuando me di cuenta de que era homosexual sí fue difícil. No sabía qué hacer con eso aunque sentí las ganas de no ocultar mi orientación sexual y más bien evidenciarla con mi expresión de género: mi forma de vestir y de comportarme. (Ver: A mí sí se me nota). 

Por ejemplo, me parecía sexy ampliarle los cuellos a las camisas para que se me viera un hombro y durante una época las arreglaba con una máquina de coser que tenía para que se me vieran ajustadas al cuerpo.  

Ahora, cuando siento que alguien me gusta lo suficiente, tengo que pasar por la conversación de mira, lo que pasa es que yo soy transformista” y ponerle miles de arandelas a lo que hago como transformista para que su deseo sexual no se pierda.

“Me es indiferente si la gente me trata de él o ella, lo único que no me cuadra es que me digan él cuando estoy vestido de Tina”.

“Todo lo que no es masculino es subvalorado, menospreciado”.

A mí me gustan los hombres, pero a muchos de ellos no les gusta cuando uno es femenino. Eso les asusta y les genera conflicto mi identidad de Tina. Hace poco estaba en una tusa por eso. El deseo en los hombres homosexuales gira en torno a la masculinidad: entre más masculino, más atractivo, más deseo.

Creo que esa actitud, la de los gais —o “heterogais”—, viene de que tienen garantizados sus derechos básicos y nada los acerca a las opresiones que viven algunas mujeres trans y lesbianas. Rechazan la idea de un “gay femenino”, repudian a las mujeres trans y se burlan de las lesbianas masculinas. (Ver: “Busco hombre acuerpado y cero plumas”). 

Por esa razón a mí no me va bien en aplicaciones como Grindr en las que predominan los comentarios de “cero plumas” o “solo masculinos, hombres serios”. Para burlarme de todo eso, durante un tiempo puse fotos de Tina en mis perfiles, pero esos espacios son terreno árido para el activismo: simplemente me ignoraban o me bloqueaban.

Pero la discriminación no es solo virtual. Varias veces me han negado la entrada a bares supuestamente “LGBT”, como Theatron. No me dan una explicación, pero uno sabe que detrás de esa decisión hay cámaras, una persona diciendo “este sí, este no” y una discriminación por clase social, raza e identidad de género que no se queda solo en esos establecimientos, también se percibe en la vida real. (Ver: Derecho de admisión vs. Discriminación en bares LGBT). 

Yo creo que esas situaciones dejan claro que no existe una “comunidad LGBT”. Cada letra tiene sus propias diferencias, intereses y necesidades. Dentro de lo LGBT hay muchas razas y clases sociales. (Ver: ¿Vale la pena mantener la sigla LGBT?). 

Tener relaciones afectivas o sexuales con personas del mismo sexo no hace a las personas homogéneas: lo único que tienen en común los hombres homosexuales es que se acuestan con hombres. Nada más.

Hubo un momento de mi vida en el que pensé que mediante el artivismo (arte+activismo) podría luchar contra los prejuicios. Pero después decidí que simplemente iba a hacer lo que me nace, puedo y quiero. Si haciendo eso, contribuyo a cuestionar el género, la misoginia y la idea de que lo masculino y lo femenino son producto de la biología, mucho mejor.

“Muchos hombres gais reproducen los esquemas machistas de los heterosexuales. Al fin y al cabo son hombres”.

*Este texto es producto de una entrevista a Tina Pit por María Mercedes Acosta. El texto ha sido editado para ¡PACIFISTA! y Sentiido.

19 thoughts on “Soy hombre y mujer y no quiero ocultarlo

    1. Hola, tengo 14 años y aunq aveces me siento hombre y mujer siempre e deseado ser hombre porque todo es mucho mas facil y tengo novia y ella es muy masculina.Bueno solo queria decrite que yo aunq soy un poco joven tambien me he sentido así y la vdd que me gusto leer lo anterior. SALUDOS TINA PIT 🙂

  1. Me encanto la vrd q.estubo interesante cada parte tenia un enlace y llaman mucho la atención los titulos ,pero loq estaba leyendo tmb estaba interesante y me preguntaba si debia entrar al enlace o seguir leyendo .muy buen trabajo no ocultas la discriminación y variedad q hay dentro del grupo.felicidades

  2. Soy hombre y me gustaría a mis 65 años probar cómo mujer pintarme mís uñas depilarme ponerme bonita y ligar con hombres tener sexo con hombres que yo le guste y traten de ligarme tener un chocho y clítoris y me gustaría saber qué siente una mujer cuando le entra la lengua de un hombre y más una gran polla y sentir el calor de un hombre uhhhh que Rico

    1. Soy casado por muchos años, pero cuando muchacho, entre mis 12 y 14 tuve encuentros con hombres mayores pero desde los 8, hombres mayores cercanos, me manoseaban….desde mi primer encuentro, me sentí halagado de ser seducido por un hombre y asumí el rol de pasivo con mucha naturalidad. El estar con un hombre me hace sentir q soy su hembra y me gusta mucho esa sensación

      1. Es decir eres homoSEXUAl o bisexual, ser pasivo no es un atributo de mujer, si lo es de la feminidad impuesta, y eso es el género femenino no el sexo hembra

    2. Autoginefilia, y un monton de estereotipos de género, eso no es ser mujer, deja de ser mujer una lesbiana “ masculina”??

    3. Holis, me identifico totalmente con lo que sientes! Yo me siento totalmente femenina. Tengo 70 años y mi esposa acepta que duerma con pantys y baby doll. Uso pantimedias y bragas 24 7 y ella lo sabe. Me encantaria conocerte.

  3. Ayyy ola amigas y amigo pues yo disfruto mucho de ser una chica travesti pasiva y vestir y sentir como mujer…

  4. Te sientes femenino, no mujer, el sexo es biológico, el género es lo que es impuesto y un instrumento del patriarcado para someter a la mujer por su sexo, jamás sabrás como se siente una mujer, por que no fuiste educado como tal, por que no has compartido la experiencia de ser socializado en la feminidad, si eres homoSEXUAL y te gusta romper estereotipos de género, maravilloso, pero eso no transforma tu realidad biológica.

  5. Hola! Soy Luly chica travesti pasiva de closet! Explico porqué me defino como chica travesti. Solo me visto de mujer cuando siento el deseo de ser la mujercita de algún ocasional hombre! Solo soy pasiva, ya que no quiero ni me gustaría ser activa! (usar mi pene) Es más en mis relaciones yo vestida de nena no tengo erecciones y solo quiero ocupar el lugar de la mujer en la pareja! Me siento una mujer al estar toda vestidita de nena sexi y tener un hombre en mi cama! Antes sentía algo de culpa ya que no lo entendía y creo tampoco lo asumía pero hoy lo disfruto y me encanta ser mujer para luego dejar mi ropita guardada y seguir con mi vida ya que no tengo porque darle explicaciones a nadie! Besitos. Gracias por leer

    1. Holis, me identifico totalmente con lo que sientes! Yo me siento totalmente femenina. Tengo 70 años y mi esposa acepta que duerma con pantys y baby doll. Uso pantimedias y bragas 24 7 y ella lo sabe. Me encantaria conocerte.

  6. Me siento feliz siento q me libero cuando me visto de chicade noche me visto de chica y de dia hombre y me gusta q me agaren los hombres me siento felis

  7. Me encanta vestirme de mujer es algo que me gusta mucho y me siento bien lo que me me gustaría hacer salir todo el día vestida de mujer x ahora lo ago de noche y me fascina mucho x es lo que me gusta

  8. Exelente me identifico con el tema soy gay pasivo y me gusta sentirme hembra en la cama con un hombre quisiera relacionarme con un hombre de 50 años que le guste lo que uno le pueda hacer tengo 60 años

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