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¡Soy marikona!

De repente, me encuentro con un equipo de libretistas que quiere hacer una miniserie sobre diversidad sexual, y lo primero que me preguntan es cuál fue el trauma que me “volvió así”.

Hace unos meses fui invitada a participar en un taller para la construcción de una estrategia de comunicación incluyente.

Las bien intencionadas funcionarias de un honorable Ministerio querían mi opinión experta para la creación de situaciones y personajes en un proyecto mediático sobre derechos sexuales y reproductivos.

Al principio se me hizo extraño pues yo soy re-productiva, pero jamás he pensado en reproducirme.

Sin embargo, me interné a escuchar y opinar sobre el trabajo de estas diversas personas y pude notar la magnitud de su ignorancia sobre la diversidad. La experiencia transcurrió en dos días; ahí van sendas perlas:

Día 1 – La libretista

Bajo un radiante sol sabanero, me piden reunirme con el equipo de libretistas que crearían las historias de una miniserie sobre personajes jóvenes que lidian con preguntas y decisiones sobre sexualidad. ¡Menudo problema!

De pronto, se llega al tema de la orientación sexual y, como suele pasar, me toca corregir a una que otra persona despistada que habla de opción sexual o inclinación sexual. Aclaro que, por lo menos en mi caso, no es una inclinación porque siempre he caminado derechita hacia la cama de mis amantes; tampoco una opción porque como diría Luis Caballero: “me tocó ser así”.

Soy así como soy, desde bien Chiki, y si las personas que se encargaban de mi educación se hubieran percatado de esto, de mi orientación, seguramente no me hubieran desorientado ni confundido tanto mientras yo descubría mis deseos más íntimos y perversos.

Después, la perla: otra libretista me pide que le cuente sobre la situación traumática que me volvió así. “¿Así cómo?”, le digo. “Pues así como es usté”, me dice. Tuve que controlarme un poco para no entrar en alocada furia e insultar a la pobre criatura.

Tomé aire y le pregunté de dónde había sacado la idea absurda de que mi orientación sexual nacía de un trauma. Ella dijo que había leído mucho para prepararse en este tema, pues quería crear un personaje como yo.

¡Regia! Una Chiki televisiva… entonces hice alarde de toda mi trayectoria como edukadora y le expliqué a la desventurada que no había tal trauma. Que yo era guei y punto. Y que lo mejor que podía hacer con su personájara era crearla a su propia imagen y semejanza: ya que se sentía tan normal y sin traumas. Que la escribiera como si fuera ella misma, sólo que marikona.

Día 2 – La funcionaria

Visita de una trabajadora del Ministerio en cuestión, quien además venía a dar una charla sobre diversidad.

Siempre, desde que oigo y leo esa palabreja en algún evento de esta índole, entro en pánico y me pongo en guardia, porque sé lo que se avecina: nunca me equivoco. La doctoresa de turno se enreda en algún punto y considera diversidad como sinónimo de diferencia o, peor, de marginalidad.

En un momento intervengo, después de que ella expone los ejes temáticos. Le digo que si no se considera a las heterosexuales como parte de la diversidad. Y ella dice que dentro de este contexto se habla de personas diversas para referirse a las personas no-heterosexuales.

Ahí sí me sorprendí. La encargada del tema de la diversidad me acababa de definir como una persona no-heterosexual. Siempre he sido muy paciente; esta vez lo intenté, sin lograrlo.

Le pregunto:

“¿Usted me define a mí como no heterosexual?” Ella dice: “Usted es parte de la comunidad LGBT; es una persona diversa”.

Ahí perdí la paciencia; me paré y dije enfática y atacada: “¡Ay, no mi amorcito a mi llámame marikona que estoy mamada de que me definan con eufemismos y me traten con pañitos tibios quienes en realidad no tienen idea de lo que soy!”.

Otra vez dije esa palabra y otra vez, como el día anterior, sentí sobre mí la mirada bañada de moralina de todas las asistentes.

Me dije: ¿Estas son las personas que construirán un proyecto por el respeto a la diversidad? Les falta bastante por aprender.

Y como me salí de casillas y me fui de insultora, no me siguieron invitando como consultora. La próxima vez trataré de ser un poco más correcta y trataré con más deferencia a las ignorantas de turno.

Colofón:

Las dejo con dos de mis marikones favoritos:

“Quizás América Latina travestida de traspasos, reconquistas y parches culturales -que por superposición de injertos sepulta la luna morena de su identidad- aflore en un mariconaje guerrero que se enmascara en la cosmética tribal de su periferia”. Pedro Lemebel

“Ser marica es cosa seria, es cuestión de hombres”. León Zuleta

@lachikiteka
lachikiteka@gmail.com

4 thoughts on “¡Soy marikona!

  1. Gracias por sus “me gusta” y comentarios. En la segunda semana de diciembre, nueva publicación… Besos miles

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