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Un imán llamado Juan David Aristizábal

Un líder. Un grande en un cuerpo de joven. Un visionario. Una de las personas que está transformando el mundo. Un rockstar del emprendimiento. 26 años. Juan David Aristizábal.

No muerde. Tampoco usa cubiertos. Juan David prefiere comerse por capas la pechuga de un pollo frito que acaba de recibir a domicilio. Primero, retira la parte superior o la piel tostada. Después, toma lentamente y en pequeños trozos, el resto de la carne. “Desmenuza el pollo para comérselo”, escribo en mi libreta de apuntes.

Quienes lo conocen, dicen que de igual manera sucede con la pizza. Primero, se come la parte superior que puede estar conformada por champiñones, jamón, pepperoni o rúgula, según el sabor. Y después, aparte, la masa. ¿Qué porcentaje de personas hará esto?

Quizás el mismo que a los 23 es elegido por la revista Forbes como uno de los 30 líderes menores de 30 años que puede cambiar el mundo y, por la Revista Semana, como uno de los 20 líderes que está transformando Colombia. Un referente mundial para los jóvenes, al lado de personajes como Mark Zuckerberg, Malala Yousafzai o Emma Watson. El porcentaje no debe ser muy alto.

Es un mediodía soleado en Bogotá cuando toco el timbre de un apartamento 102 ubicado en Chapinero. Juan David me recibe con un caluroso “¡Hooolaaa!” acompañado de un: “¿Ya almorzaste?”, para saber si comparte conmigo el pollo frito que se dispone a “desmenuzar”.

Mientras busca su cédula, recuerdo algo: a Juan David la gente no lo estima ni lo aprecia. Lo quiere.

Hace una hora llegó de Nueva York. “¿Quieres jugo o agua?”, me pregunta, mientras revisa en sus maletas, bolsillos y en el libro A sangre fría de Truman Capote, si allí está su cédula. No la encuentra. “¿Quieres limonada o plátano con bocadillo y queso?”, insiste.

No sabe dónde dejó su documento de identidad porque en Estados Unidos no lo utiliza. Solamente anda con el carné que le permite entrar a la Universidad de Columbia, donde estudia una maestría en Relaciones Internacionales y otra en Periodismo.

“Es difícil pensar que alguien que lo conozca diga ‘qué pereza verlo'”, asegura Mapi Velasco, quien conoció a Juan David en 2010 cuando ella aspiraba al Senado de la República y él era voluntario de la campaña de Sergio Fajardo a la Presidencia.

En 2014, un día antes de viajar a Estados Unidos, Juan David se reunió con la actriz María Cristina Pimiento en un Juan Valdez en Bogotá. “Me acuerdo que después de encontrarnos, llegué a mi casa y le dije a mi mamá: ‘yo quiero vivir con él'”, recuerda María Cristina. Desde entonces, es su roommate en Nueva York.

Un aura distinta

“Me encantó su imagen, la manera de vestirse y las preguntas que me hizo. Yo no soy de las personas que hablan de energías, pero Juanda irradia luz”, afirma María Cristina.

Las comparaciones son odiosas, pero también elocuentes. El vídeo de la charla Ted que Juan David dio en diciembre de 2012 en Bogotá –que está acompañado de la frase “no sueña con un mundo mejor sino que trabaja para lograrlo“– tiene, a la fecha, cinco comentarios.

Es una de las personas más inspiradoras que he conocido” y “me emociona ver que un joven nos motive a hacer cambios“, son dos de estos. Una Ted Talk similar que compartió otro joven colombiano con un perfil parecido al de Juan David, tiene 14 comentarios. Casi todos de este estilo: “¡Un cuentero total!” o “Puro palabreo“.

Cruzar la línea de la credibilidad requiere trabajo. Y ese es uno de sus logros prematuros. Otro es que, sin valerse de “queremes” ni de discursos de salvación para el más allá, Juan David atrae a la gente.

“Es un imán de personas con sueños y con pasión por lo que hace”, afirma José Manuel Restrepo, rector de la Universidad del Rosario, quien conoció a Juan David cuando fue rector del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA).

Le ayudan su sonrisa, saber relacionarse con personas de cualquier edad, su sentido del humor, estar convencido de que si cada quien confiara más en sus talentos, todas las personas podrían ser agentes de cambio, así como interesarse, de manera honesta, por los demás. “¿Y tú qué?” es una de sus frases más usuales.

“A pesar de que no hemos sido compañeros de trabajo, de que tenemos una brecha generacional y de que no somos de la misma ciudad, cuando nos vemos es como si fuéramos amigos de toda la vida”, agrega Mapi Velasco.

–Cuéntame de ti– me dice el sábado de diciembre que nos vimos.
–Debes estar con jet lag– le respondo.
–Sí, pero feliz de verte. Así se le quita a uno cualquier cosa concluye.

La juandamanía

A los pocos días de aterrizar en Colombia, la “juandamanía” se agudiza:

Quienes han trabajado con él, dicen que jamás presenta una propuesta utilizando el pronombre “yo”. Siempre habla de “nosotros”. “Se rodea de mucha gente sin prevención alguna. Le gusta consultar y pedir consejo y promueve que las decisiones se tomen en consenso”, señala Juan Pablo Salazar, amigo de Juan David y asesor de varios de sus proyectos.

“Algo que él tiene y que es muy difícil de encontrar en quienes han sido reconocidos por lo que hacen, es humildad. Después de tantos premios es muy fácil subirse, pero este no es su caso”, agrega Carolina Ibarra, directora del Centro de liderazgo y emprendimiento del CESA.

En Colombia, un medidor de éxito social es tener casa propia (o mejor: apartamento con una amplia terraza), carro (tipo camioneta), estudios de posgrado en el exterior y un cargo en una empresa reconocida –ojalá multinacional– a más tardar a los 30 años. De lo contrario, se rumora, la persona está “quedada”.

biografía de Juan David Aristizábal emprendedor

Eso sí, de lo que no está convencido, no lo hace. Tampoco es fan de encargarse de temas operativos como llevar las cuentas.

En ese particular –superficial– termómetro de triunfo, a Juan David le faltarían algunos indicadores por cumplir. Pero su fuerte no es repetir lo que todo el mundo hace. Sabe que la presión social no existe sino que cada quien la crea o, al menos, la permite.

Se sale de la estructura de vida tradicional porque su preocupación no es cambiar el carro ni pasar vacaciones en un destino distinto cada año, sino emprender proyectos que les mejoren la vida a otros.

“Además, ¿para qué correr tanto por tener algo seguro, cuando nada lo es? Nos gusta armar la vida de manera lineal para entenderla mejor, pero en realidad esta no es así: cada acto tiene una consecuencia”, dice Juan David, mientras mueve sus manos como si estuviera dictando una clase.

Cuando tenía seis años vinieron actos con importantes consecuencias. En ese entonces grababa programas de radio para imitar las voces. Esto llevó a que más adelante lograra un espacio en la emisora Ecos de Risaralda y, en 2010, trabajó un año y medio en Todelar Radio como analista económico e imitando personajes.

Sin miedo al bullying

No le gusta el fútbol. Decir esto a los 26 años es muy distinto que hacerlo a los 12 o 13, cuando la masculinidad de muchos niños gira entorno a un balón. El bullying no se hace esperar. Y, con mayor razón, cuando quien se atreve a despreciar “la esférica”, destina el tiempo de juego a liderar concejos estudiantiles y a organizar eventos de música, ciencia y arte.

Sin embargo, nunca dejó de hacer lo que quería por miedo al bullying. Por ejemplo, cuando se dio cuenta de que el periódico del colegio no tenía una sección para los estudiantes de primaria, le reclamó al rector. Él le respondió que los niños no proponían nada para publicar. Esas palabras fueron lo suficientemente retadoras para que de inmediato, les dijera a cinco niños que escribieran una historia. Y lo hicieron.

Tiempo después, el rector lo llamó para contarle que un grupo al margen de la ley había asesinado a su amigo Juan Alejandro. “Ese día entendí que uno puede imaginar con rabia y desear venganza o imaginar con apatía y ponerse los audífonos de la indiferencia. O imaginar cómo hacer cambios para que esos actos no vuelvan a repetirse”.

biografía de Juan David Aristizábal emprendedor
Un sábado perfecto para Juan David es quedarse en su casa viendo series de Netflix acompañado de comida thai.

Así, poco a poco, fue descubriendo quién era él. “¿Cómo voy a caber en el mundo?”, fue la pregunta que se hizo y que aún no ha podido responder del todo.

Viéndolo desde afuera, es una pregunta retórica. Desde hace mucho es evidente que parte de su misión en esta vida es actuar como puente para unir esfuerzos. “Tiene una gran capacidad para sumar voluntarios y entusiasmar a la gente con un proyecto”, dice su hermana Ana María.

Además, consigue algo muy difícil: movilizar a la gente en torno a una idea. Y lo logra porque tiene claro que los proyectos fluyen cuando muchas personas están convencidas de que una idea es poderosa.

En 2010, cuando estaba cerca de terminar sus estudios de Administración de Empresas en el CESA, el país pasaba por un invierno muy fuerte. Mediante Twitter, con el HT #LluviaDeAyudas, logró con la ayuda de muchos replicadores, que en un par de horas se recogieran ocho toneladas de comida.

Eso significa que confía en la gente. Sin embargo, esto no lo exime de tener dos alarmas en su apartamento. “Yo no las tendría, pero como él me respeta mi orden, yo le respeto a él su obsesión por la seguridad y trato de hacerle caso en lo que me indica sobre las alarmas y las llaves”, cuenta María Cristina.

La fuerza del amor

Además de su habilidad para unir esfuerzos, Juan David está convencido del poder del amor como herramienta de transformación personal y colectiva. Y para el amor siempre hay tiempo. “He estado tragado varias veces, pero enamorado una”. Se refiere a su relación actual que ha sobrevivido a la distancia y con la que se siente feliz.

Juan David nació el 12 de julio de 1989 en Pereira (Colombia), con una enfermedad respiratoria grave. Pasó buena parte de sus primeros años de vida en una clínica. “Cuando miramos hacia atrás y recordamos lo difícil que fue esa época, sabemos que Juan vino a hacer cosas grandes por este mundo” dice su hermana Ana María.

En algunos momentos de su enfermedad, sus papás lo llevaban a la ventana y le decían: “mira hacia afuera. Allá hay un mundo esperándote”. Esa práctica ayudó a fortalecer su capacidad de resilencia o su habilidad para levantarse y seguir adelante después de los momentos difíciles.

Una vez en el colegio participó en un concurso de oratoria. Al final, una profesora le dijo: “deberías reconsiderar hablar en público. Eso no es lo tuyo”. Juan David no le respondió pero pensó “me verá en unos años”. Y se dedicó a entrenarse en hablar bien en público.

biografía de Juan David Aristizábal emprendedor
Juan David reflexiona mucho sobre su vida, su futuro y lo que ha hecho. Es muy exigente con él mismo y por esto le cuesta reconocer lo que ha logrado. Foto: archivo personal.

Años después fue elegido speaker de una organización de oradores. Por supuesto, un día muy feliz fue cuando lo invitaron a participar en un evento donde, casualmente, estaba esa profesora.

Juan David está lejos de ser un “tipo con suerte” o “un de buenas en la vida”. A él también le han cerrado muchas puertas con un “no” rotundo. La diferencia radica en que él tiene claro el significado de la palabra “persistir”. “Es una persona muy tenaz. No ve los ‘no’ fácilmente”, agrega Ana María.

He tenido fracasos desde muy chiquito. Me acuerdo de un concierto que organicé llamado ‘Bazarte por Pereira’ que fue un desastre. No solamente perdí amigos sino que llegaron 500 personas cuando esperábamos 5.000″.

Y la primera vez que se postuló para ser fellow o becario de Ashoka, organización que impulsa el cambio social a través del emprendimiento, no fue elegido. A los dos años volvió a presentarse y quedó. Fue así como se convirtió en el fellow más joven que ha tenido esa organización.

“Mucha gente tiene buenas ideas, pero no las realiza, mientras que Juan David sueña y ejecuta en grande”, afirma José Manuel Restrepo. “Si tú y yo hablamos hoy de empezar a trabajar en un libro sobre emprendimiento, él mañana puede decir en una conferencia que hay dos mujeres que están trabajando en eso. Él materializa las ideas”, señala Carolina Ibarra.

Las dudas

Desde el sofá blanco de cuero en el que está sentado, Juan David me habla de uno de sus miedos: cómo conciliar sus sueños con lograr una estabilidad económica, lo que se supone tendría que buscar una vez regrese de Estados Unidos.

De inmediato reacciona e impide crearse una “autopresión”. “A mí realmente nadie me está preguntando cómo voy a estar el primero de enero de 2017. Soy yo quien me pregunto qué voy a hacer cuando vuelva a Colombia“. En otras palabras: él también tiene crisis de no saber para dónde va o por qué está metido en cierto proyecto.

“A veces piensa que no está avanzando en sus sueños. Olvida que tiene 26 años, que está estudiando dos maestrías, que forma parte de la junta directiva del CESA y que todo el tiempo está buscando conectarse con gente. Para él nada es suficiente”, explica María Cristina.

De hecho, aunque la pasta le queda bien, siempre piensa que le pudo haber quedado mejor. “Le angustia no llegar a donde se ha trazado porque de pronto un día está cansado y no trabajó tanto o se dedicó a ciertas cosas y no a otras”, afirma María Cristina.

De ahí que a la pregunta “qué es lo que más odia” que alguna vez le formularon en una entrevista, respondió: “la pereza”. Y a la pregunta “cuál es su idea de felicidad” dijo: “saber para qué soy bueno y poderlo usar en el día a día”.

Ser catalogado como “un modelo a seguir”, genera satisfacciones pero también presión. “Lograr ese balance entre lo que le dice la voz interior y lo que la sociedad espera de él a veces puede preocuparlo”, agrega Ana María.

En mi libreta escribo que la pregunta que le formulo a continuación no sería la más apropiada para un momento de crisis: “¿Por qué inicias tantos proyectos (Buena Nota, Llenando espacios, Ideas por un País Mejor, Todos por la educación etc.)? ¿No te suena la idea de quedarte en uno?”.

“Hay personalidades que son como las abejas: llevan el polen a un lugar para que allí florezca y después se van a otro. Y aclara que Buena Nota es uno de los fundadores de Todos por la educación. Los proyectos tienen un hilo conductor. Es emprendimiento en serie”, responde.

Su hermana resume mejor la idea: “él siente satisfacción dándole vida a sueños y proyectos así sean otros quienes los sigan manejando. Puede no ser siempre el ejecutor pero es un excelente facilitador”.

Después, como si estuviera redactando un proyecto, Juan David me deja claro su objetivo general: “ayudar a transformar la forma de pensar de este país: cómo miramos al otro y valoramos lo nuestro”. El paso a seguir es definir la estrategia o cómo ejecutarlo.

biografía de Juan David Aristizábal emprendedor
Para Juan David, los medios de comunicación están en deuda con las minorías. Según él, hay que aumentar su visibilidad a través de narrativas inspiradoras que generen empatía.

¿Por qué es así?

Juan David inspira, pero a él ¿quién lo inspira? Se inclina hacia adelante y me responde: “mi hermana”. Ana María, de 33 años y gerente para América Latina de un fondo de inversión de impacto social. Vive en Brasil. Ha asesorado y acompañado a Juan David en todas sus iniciativas.

“Es una mujer muy disciplinada. Cuando niño, mis papás me pusieron en clases de karate y en algún momento les dije ‘no más’. Ella desde los cuatro años ha practicado ballet todas las semanas de su vida”.

¿Cuánto tiempo vas a necesitar?me pregunta Ana María antes de entrevistarla en su oficina de Bogotá.
–Una hora– le respondo.
–¿Pueden ser 40 minutos?– me dice.

Empiezo a identificar en qué se diferencia de su hermano. Más adelante, ella lo ratifica: “Juan David es una persona muy dulce. Yo soy más seria”.

“¿Qué me ha llevado a pensar lo que he pensado?”, se pregunta Juan David en su Ted Talk. “Para responder, tengo que empezar por decir que soy hijo de una artista, una licenciada en artes plásticas, una mujer creyente católica”.

También es hijo de un ingeniero, amante de las matemáticas, Excel y la fotografía y a quien le encanta meditar. “Crecí con una profunda convicción del respeto por el otro, por el planeta y por ser buenos seres humanos”, explica.

“Mis papás le quitaron a Juan los límites mentales y el mundo se convirtió en su cancha de juego. Él es excepcional para el contexto en que nació y creció, porque le correspondieron unos papás muy visionarios”, añade Ana María.

Hasta ahora, una de las mayores satisfacciones de Juan David ha sido contribuir a que La Maldita Vanidad pasara de ser un grupo de teatro a una compañía organizada que cumplió seis años y que ha participado en 25 festivales alrededor del mundo.

“Nos permitió entender que un proyecto artístico también puede ser una empresa sostenible”, afirma Jorge Hugo Marín, director de la Fundación La maldita vanidad teatro. “Como él no hay muchos. Trabajar con Juan David no solamente es fácil sino lúdico”.

“Él es más de grandes eventos. atrae, tiene magnetismo en público. Yo soy más de espacios pequeños o círculos”, Ana María Aristizábal.

“Quiero contribuir a que más gente haga cambios políticos, pero no me veo como político. No siento que sea lo que quiero”, Juan David Aristizábal.

Ahora, ¿político?

Mucha gente dice que, inevitablemente, Juan David terminará metido en política:

–Sí. Allá tiene que llegar gente así de buena– José Manuel Restrepo.
–Yo le diría que primero logre el prestigio de una Claudia López y después sí se lance– Mapi Velasco.
–Lo veo como ministro de educación, no como presidente porque a él no le interesa– María Cristina Pimiento.
–Él sería, o es, un gran político– Juan Pablo Salazar.
Ojalá la política no vaya a ser su camino porque es difícil y desgastante– Carolina Ibarra.
Está que va para un ministerio. Ojalá– Jorge Hugo Marín.
A mucha gente le gustaría que él aspirara a un cargo de elección popular. Lo que no sé es si él quiera– Ana María Aristizábal.

“Entonces, ¿lo tuyo es el periodismo?”, le digo. Por la cara que pone, escribo en mi libreta: “la pregunta fue inoportuna”. Abordo el tema porque, además de su maestría en periodismo, sé que uno de sus proyectos, Buena Nota, nació como una página de buenas noticias que con el tiempo se transformó en una plataforma para apoyar emprendedores.

También sé que en Estados Unidos hizo una práctica en Univisión y lanzó un hangout llamado #HoraDe para entrevistar a quienes él considera están liderando cambios culturales y sociales.

Por suerte, su amiga Carolina Ibarra responde por él: “La pasión de Juan David es comunicar y conectar ideas y eso lo puede hacer en una empresa, en la política, en un medio o en cualquier parte”.

Su mente estratégica no para de trabajar. Desde ya planea cómo quiere ser recordado cuando se vaya de este mundo: como una persona que movilizó proyectos que tuvieron impacto en la sociedad. “Solo espero que el día que me muera, el mundo sea un lugar distinto”. Hecho.

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