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Un paso al frente ¿o hacia atrás?

Circula por las redes sociales un vídeo titulado “Un paso al frente” que cuestiona la enseñanza de la diversidad sexual y de género en las instituciones educativas.

Hemos visto con atención el video “Un paso al frente” que Catalina Castillo, integrante de la organización Red Familia Colombia, está promoviendo por las redes sociales. Al respecto, Sentiido tiene algunas inquietudes.

Castillo señala que los programas de educación sexual que se imparten en las instituciones educativas colombianas, por orden del Ministerio de Educación, “adoctrinan” a los niños con una política de género, diversidad y tolerancia.

Contrario a lo que ella afirma, son programas que buscan enseñarles a los menores que la diversidad sexual y de género existe. El Ministerio no se está inventando nada: la diversidad es una realidad y, por tanto, debe ser abordada.

La idea no es “adoctrinar” a los niños a tolerar ni a soportar la diversidad, sino a respetarla y a reconocer su valor. (¿Acaso la diversidad sexual y de género es una “doctrina”?). Es, de paso, una manera de reducir los índices de bullying o matoneo escolar por este concepto.

En el vídeo, Castillo se pregunta: “¿qué pensaría si en el colegio le dijeran que una persona no nació hombre ni mujer y que puede transformar su identidad sexual según su deseo?”

Sentiido pensaría que las instituciones educativas estarían tomando en serio el tema de que la diversidad no solamente está presente en las orientaciones sexuales (homosexual, heterosexual y bisexual) sino también en los géneros.

Generalmente los padres de familia educan a sus hijos como hombres o mujeres según su genitalidad. Sin embargo, hay muchas personas que a pesar de haber nacido con órganos masculinos se consideran mujeres y otras que, pese a tener vagina, saben que son hombres. También están quienes no se identifican completamente con ninguno de los dos.

Esto tampoco se lo inventó el Ministerio. La diversidad en las identidades de género también es una realidad. Y entre más temprano lo entiendan Andrea y Sergio, los hijos de Catalina, mucho mejor.

En alguna parte ella cuestiona: “¿qué pensaría si el programa le enseña que su hija puede enamorarse de su mejor amiga, que eso es normal y puede ser aceptado porque todos tenemos derecho a decidir cuál es nuestra orientación sexual?”

Sentiido pensaría que las instituciones educativas han incluido un tema fundamental en la educación sexual: la orientación sexual. Efectivamente, es tan “normal” la heterosexualidad como la homosexualidad y la bisexualidad.

También sería una muestra de que, además de usar cartillas, los colegios se estarían interesando por capacitar a sus docentes en un tema que en ocasiones no dominan, están permeados por prejuicios o no saben cómo manejarlo con sus estudiantes.

Lo único que se consigue al ocultar la diversidad sexual de la teoría, es reforzar la equívoca idea de que estos son “asuntos raros”, poco cotidianos y hasta motivo justificado de burlas.

“La tusa”: el único riesgo

Además, en caso de que Andrea, la hija de Catalina, sea lesbiana, es importante que sepa cómo manejar la presunta situación de enamorarse de su mejor amiga. Partiendo de la base de que es tan común esta orientación como las otras, el único riesgo sería que no fuera correspondida. Y es clave saber cómo enfrentar este tipo de eventos.

Más que pensar en que las orientaciones sexuales no heterosexuales deban o no ser aceptadas, la verdad es que en la práctica hay millones de parejas del mismo sexo. Así que, por supuesto, esta debe ser una temática incluida en los programas de educación sexual.

En cuanto a: “todos tenemos derecho a decidir cuál es nuestra orientación sexual”, en realidad más que a elegirla, es a vivirla libremente: las personas no diligencian un formulario para optar por la orientación que más les llame la atención, pero sí pueden decidir entre ocultarla o asumirla con tranquilidad.

Que las personas tengan derecho a experimentar placer sexual sin necesidad de generar ningún tipo de vínculo, es otra de las preocupaciones que Catalina manifiesta. Lamentamos informarle que, efectivamente, así es. En la vida real hay quienes mantienen prácticas sexuales sin interés por generar vínculo sentimental alguno.

De ahí, justamente, la importancia de enseñarles a los menores, lo más temprano posible, sobre el uso de métodos anticonceptivos. Esta es una manera de evitar eso que a Catalina tanto le inquieta: “niñas con escasos 12 años con bebés en los brazos”.

Evitar hablarles de anticonceptivos no es, como ella cree, una manera de aplazar el inicio de la vida sexual. Es más bien abonar el camino para promover un mayor número de abortos clandestinos con sus respectivas consecuencias, así como una manera de incrementar el número de madres y padres que aún no quieren serlo o no están listos para asumir este rol.

Para impedir lo que a Catalina le preocupa: “jóvenes teniendo relaciones sexuales sin importar las consecuencias”, es justamente necesario un programa de educación sexual que incluya los diferentes métodos anticonceptivos.

Anticonceptivos = homosexual

Lo que no queda muy claro es la relación que ella establece entre acceso a anticonceptivos y aumento en las relaciones homosexuales. Es decir, ¿por el hecho de que una persona pueda adquirir preservativos cambiará su orientación sexual? ¿A un hombre heterosexual dejarán de atraerle las mujeres y empezará a interesarse por personas de su mismo sexo por el hecho de usar condón?

¿Que una mujer pueda adquirir píldoras anticonceptivas conducirá a que se enamore de mujeres? Y en este caso, ¿las pastillas no sobrarían? 

Ahora, ¿por qué le llamará la atención que el sexo sea considerado por algunas personas como una necesidad básica? ¿Qué es lo sorprendente de esto?

En cuanto a su preocupación de que les enseñen a sus hijos a “respetar todas las formas de sexualidad”, ¿le parecerá mejor “adoctrinar” a los niños sobre cómo hacer bullying o matoneo escolar a aquellos que tengan orientaciones sexuales no heterosexuales?

Catalina se pregunta: “¿Qué pasó con la inocencia, el pudor, el amor, el enamoramiento, el valor de entregarse a otra persona, el respeto hacia uno mismo y hacia formar una familia?”

Si con esto se refiere a que las parejas se vieran obligadas a postergar su derecho a tener una vida sexual por presiones religiosas y a que las personas restringieran su libertad y autonomía, son ideas que, por suerte, están quedando atrás.

Además, una persona que vive libremente su sexualidad también puede sentir pudor, amor, inocencia y querer entregarse a otra persona para, eventualmente, formar una familia. Una cosa no excluye la otra.

“Esto es una guerra y el campo de batalla son las mentes de nuestros hijos”, es el conflictivo planteamiento con el que Catalina cierra el video. El hecho de poner en la misma oración las palabras “hijo” y “guerra” cuando se trata de educación y de formación, no habla muy bien de sus preocupaciones por una formación sana y respetuosa de sus hijos.

Habría que ver cuánta capacidad de amar y de respetar les queda a estos pequeños “campos de batalla” cuando se hayan acabado las municiones.

En últimas, se está incitando a usar a los niños como medios para crear una batalla campal por diferencias entre adultos. ¿Cuál es entonces el papel del menor? ¿Ser receptor y después transmisor de las secuelas de esa “guerra”?

Los programas de educación sexual no son otra cosa que pasos para avanzar hacia una sociedad que garantice el libre desarrollo de la personalidad, la autonomía y la no discriminación.

Además, ninguna persona es propietaria de sus hijos. Ni Catalina ni ningún padre o madre de familia puede decidir la orientación sexual de ellos ni mucho menos delimitar su vida sexual. Lo que sí pueden enseñarles son herramientas para vivirla de manera más responsable.

Entre los derechos de los niños están la educación y la protección contra todo tipo de discriminación. Y en buena medida, para eso se crearon estos programas. Sin embargo, todo apunta a que no solamente deberían estar dirigidos a estudiantes.

One thought on “Un paso al frente ¿o hacia atrás?

  1. Las tácticas del Movimiento Homosexual: Ud. es el blanco

    Debido a los comportamientos provocativos y escandalosos de los homosexuales en Estados Unidos, el Movimiento Homosexual había adquirido a fines de los años 80 una mala imagen ante la opinión pública y por lo tanto se encontraba en crisis.

    Fue en esta situación que el editor Marshall De Bruhl contactó a dos ex-alumnos homosexuales de Harvard, Marshall Kirk, un investigador en neuropsiquiatría, y Hunter Madsen, un experto en las tácticas de persuasión pública y en marketing social, y les pidió que escribieran “un manifiesto gay para los ’90”. El resultado fue en 1989 After the Ball: How America Will Conquer Its Fear & Hatred of Gays in the 90s, un verdadero proyecto para hacer aceptable la revolución cultural homosexual en Estados Unidos.

    Los autores recomiendan que los activistas homosexuales usen diferentes argumentaciones de acuerdo al público receptor. Todas las argumentaciones deberían hablar, sin embargo, al corazón y no a la cabeza. El punto central debería ser la manipulación de las emociones del público, y no dirigirse a él con argumentos lógicos

    • Animar al mayor número posible de homosexuales y lesbianas, de todas las profesiones, especialmente a las celebridades, a “mostrarse”. Esto crea una inseguridad en el rechazo público a la homosexualidad.

    • Enfocar mucho más la no-discriminación, los derechos humanos y la igualdad. Usar la epidemia del SIDA para pedir derechos civiles y realizar campañas en los medios de comunicación junto con acciones políticas.

    2) Para los que se oponen de modo vehemente a la homosexualidad: aislar y silenciar

    “Demonizar” a los anti–homosexuales. Pintarlos tan malos como sea posible, para que la gente se sienta incómoda en su presencia y los evite. Etiquetarlos como nazis, racistas, anti-semitas o desequilibrados y anormales. Y presentar la doctrina tradicional de la Iglesia como fosilizada e ignorante de los avances de la ciencia y la psicología.

    Lo más importante: Insensibilizar, paralizar, convertir

    3 ) Para el Centro indeciso de EEUU: insensibilizar, paralizar y convertir

    • Los homosexuales deben ser presentados como víctimas. El público debe ser llevado a querer dar protección a los homosexuales.

    • Presentar a los homosexuales como personas que nacieron de ese modo: Si no es su culpa, ¿cómo se puede condenar a los homosexuales?

    • Más que actos públicos de autoafirmación, los desfiles homosexuales deben ayudar al público a comprender a los homosexuales.

    • Evitar chocar al público exponiendo prematuramente un comportamiento homosexual.

    • Debilitar la oposición religiosa enturbiando las aguas. Divide y reinarás. Lancen a las corrientes liberales y moderadas contra las conservadoras.

    • Insistir en el mensaje: Hablar de la homosexualidad en un tono neutro, en todo lugar, en todo tiempo, hasta que el público se sature. Vencer por cansancio.

    • Educar al público es más importante que conseguir victorias inmediatas.

    • Usar personajes famosos para apoyar el estilo de vida homosexual que den a la homosexualidad sello de la celebridad.

    • En los primeros pasos de la campaña de propaganda, usar lesbianas como modelos en los afiches, no homosexuales. El público será más receptivo.

    • Presentar a los grandes personajes históricos como homosexuales. La idea de la homosexualidad asociada a la grandeza, debilita las creencias de la gente.

    El ataque psicológico del movimiento debe ser desencadenado simultáneamente en estos tres frentes, una vez que los resultados en cada frente son el fruto de un esfuerzo combinado.

    Importa poco si los activistas homosexuales vieron After de Ball como su libro de cabecera, meditando en él diariamente, o si ellos minimizaron su importancia. Lo que importa es que el Movimiento Homosexual como un todo adoptó muchas de las estrategias y tácticas sugeridas por sus autores. En realidad, si se escribiera un libro describiendo las tácticas empleadas por las organizaciones homosexuales desde 1989, tendría mucho en común con el esquema de Kirk y Madsen.

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