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Chaparral

Un reinado trans de resistencia y celebración

Durante 15 años un grupo de mujeres trans de Chaparral (Tolima) organizó un reinado de belleza a orillas del río Tuluní para recordar su existencia, sobrevivir al conflicto armado, exigirle a la comunidad el reconocimiento de su identidad y celebrar las vidas LGBT.

Chaparral es tierra de tres ilustres presidentes de la República, pero también de ilustres travestis”, dice Camila Pérez, una mujer trans habitante de este municipio ubicado en el suroccidente del departamento del Tolima que debe su nombre a la abundante presencia de las plantas de Chaparro.

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Efectivamente, en Chaparral nacieron José María Melo (presidente de Colombia entre 1884 – 1888), Manuel Murillo Toro (presidente entre 1864-1866 y 1872- 1874) y Darío Echandía Olaya (presidente entre 1944-1945), pero también nacieron “ilustres travestis” o mujeres como Camila que se han movilizado para que en este municipio de 47.129 habitantes se respete su identidad de género y se garanticen los derechos de las personas LGBTI.

El reinado trans del río Tuluní fue uno de los eventos que con este objetivo un grupo de mujeres trans y de hombres gais creó y lideró durante 15 años (2000 a 2015). Cada seis de enero la gente de Chaparral y de otros municipios cercanos acudía sin falta.

Era curioso que esa mayoría de población que no se perdía el reinado, era la misma que el resto del año violentaba, discriminaba o chiflaba a las personas LGBTI”, recuerda William Álvarez, representante legal de la Asociación Chaparral LGBTI Diversa.

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A pesar de esto, el reinado era una manera de buscar la simpatía de esa comunidad que normalmente marginaba a las personas LGBT, señala el informe Un carnaval de resistencia: Memorias del reinado trans del río Tuluní, del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Todo empezó en un paseo de olla, a orillas del río Tuluní, con un grupo de personas LGBTI. “En medio de las risas y la recocha, algunas amigas empezaron a modelar por la orilla del río como si fuera una pasarela“, recuerda Camila.

Así nació el reinado trans del río Tuluní, evento que rápidamente recibió el apoyo de Norma Cartagena, una comerciante de Chaparral. Allí participaban mujeres trans y algunos hombres gais que días antes se reunían en una peluquería o en el espacio que pudieran para elaborar sus trajes.

Ser visibles

Poco a poco este evento anual que tenía lugar en el balneario “El Tambor”, a orillas del río Tuluní, se fue consolidando. Las mujeres trans y hombres gais de Chaparral vieron en este reinado una oportunidad para mostrarse como son.

Fue una manera de hacernos visibles a través de los vestidos, el maquillaje y el diseño, pero como no teníamos apoyo de ninguna entidad, todo lo hacíamos con las uñas”, señala Camila.

El reinado se fue convirtiendo en una manera de celebrar las vidas LGBT del sur del  Tolima. Fue una pasarela para exponer sus cuerpos con orgullo, esquivar por un rato la exclusión y exigirle respeto a la comunidad y su existencia en la vida pública, señala el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Así, las mujeres trans se convirtieron en las protagonistas de un reinado que afirmaba su identidad de género. “Yo siempre quise ser una reina porque todo el mundo las quiere y como aquí nadie nos quiere, yo quería ser reina”, relata el informe, cuya relatora fue la investigadora Alanis Bello Ramírez.

Aunque los reinados de belleza suelen ser criticados por reforzar roles de género y estereotipos sobre las mujeres, en esta ocasión se convirtió en una estrategia de resistencia en medio del conflicto armado que también atravesaba a Chaparral.

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“El reinado fue un escenario para reclamar honor y dignidad”, informe “Un carnaval de resistencia: Memorias del reinado trans del río Tuluní”.

Reinado trans Chaparral Tolima
William, Camila y Jeimy Alejandra forman parte de la Asociación Chaparral LGBTI Diversa.

“Este municipio ha sido cuna de la guerrilla de las FARC y un corredor estratégico disputado por todos los actores armados: la fuerza pública, la guerrilla, los paramilitares y los grupos armados posdesmovilización (GAPD)”, explica el informe.

Para las mujeres trans, más que un reinado de belleza donde se elegía a la “más bonita”, este evento era la oportunidad de poder ser libremente quienes son sin que nadie las chiflara o maltratara. “Más que el afán por recibir una corona, estaba el orgullo de decir soy mujer y públicamente me ‘reconocieron’ de esta manera”, afirma Camila.

Era tanta la acogida a este evento que en 2003 el reinado fue transmitido por un canal de televisión local. Este hecho causó una profunda molestia entre la jerarquía eclesial y los sectores más conservadores del municipio.

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De hecho, el párroco de la iglesia de Chaparral afirmó en la misa del día de reyes: “es una vulgaridad, qué es lo que estamos celebrando allá en el río, qué hace la gente patrocinando esa clase de eventos, dónde está la familia, la moral”, fueron algunas de las palabras expresadas por el sacerdote, recuerda el informe.

“El reinado era un acto de apropiación del espacio público y una manera de cuestionar las divisiones entre lo normal y lo raro, lo permitido y lo prohibido”.

Lo que el cura diga

Como era de esperarse su discurso tuvo eco en quienes se ciñen a lo que diga una autoridad, como muchas veces es considerado el cura de la región. Así, el reinado perdió el apoyo de Norma Cartagena, la comerciante que desde el principio respaldó la iniciativa y, además, el evento comenzó a ser objeto de rumores y de amenazas.

“Esas habladurías surgieron en un contexto específico: las FARC fueron acorraladas por el Ejército y disminuyeron considerablemente su poder de regulación de la vida cotidiana”, cuenta el informe.

El reinado, agrega el informe, resultaba incómodo para los grupos armados porque reconocían en este evento un desacato a las normas de género que pretendían imponer en el territorio. Así, parte de la comunidad aprovechaba el fantasma del poder de la guerrilla para apalancar una estrategia de eliminación del reinado.

A esto se sumó que en todos los panfletos amenazantes que difundían los grupos armados aparecían las personas LGBTI. “Para completar, el Ejército pretendía llevarse a las mujeres trans a prestar servicio desconociendo su identidad de género. Otras desaparecieron. Nunca se volvió a saber de ellas. Y estaba el miedo permanente de que si le hablo a un actor armado el otro me mata”, señala William Álvarez.

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“Los hombres que querían el trabajo sexual de una mujer trans iban tranquilamente al bar ‘la Papa Negra’ mientras que ellas no podían desplazarse tranquilamente por Chaparral”, William Álvarez.

“La resistencia y las ganas de demostrar lo que somos y lo que podemos aportar nos impulsaron a seguir adelante”, Camila Pérez.

“Los imaginarios sobre las personas LGBT se convirtieron, en el contexto armado, en armas que fomentaron actos violentos contra esta población. En los últimos veinte años se han identificado nueve homicidios de mujeres trans y hombres gais a manos de actores armados”, explica el informe.

El conflicto también interrumpió los tránsitos de género de las mujeres trans. Entre otras cosas las obligaban a cortarse el pelo y a no usar prendas consideradas femeninas.

Por la falta de seguridad y de apoyo, en varias ocasiones el reinado tuvo que cambiar de escenario. “Una vez llegamos al balneario en Tuluní y nos dijeron que no podíamos hacerlo allá. Así que nos montamos en el camión para buscar otro espacio y también nos dijeron que no y así seguimos hasta que finalmente encontramos uno”, recuerda Álvarez.

¿Por qué en el río?

En todo caso, no deja de llamar la atención que el escenario de un evento tan festivo como un reinado fuera la orilla de un río, ubicado a 20 minutos de Chaparral, que había sido testigo de asesinatos y de todo tipo de violencias.

De hecho, era considerado un lugar inseguro por estar a las afueras de la cabecera municipal y por ser una zona tradicional del Frente 21 de las FARC. “Por el río Tuluní han fluido las marcas de la muerte, el dolor y la desaparición forzada”, señala el informe.

Sin embargo, se convirtió en un lugar en el que las personas trans imprimieron con su reinado marcas de goce, belleza y sanación. “El río fue el lugar elegido porque allí nació el reinado y porque es una zona emblemática de la región“, señala Álvarez.

Para 2015, señala el informe, el reinado llegó a su versión número 15 bastante afectado por los discursos de la Iglesia, los panfletos amenazantes, los asesinatos de las mujeres trans y la discriminación de la comunidad.

A pesar de que el reinado sigue siendo un evento muy importante para las mujeres trans, les angustia que en cualquier momento les pase algo. “Tenemos miedo de que los paramilitares estén otra vez cerca”, dice Camila.

“El reinado ha sido la única plataforma en donde las mujeres trans hemos sido visibles, sin discriminación, en el espacio público”, Camila Pérez.

“El conflicto armado logró su objetivo de desplazarnos del río Tuluní, pero no de acabar con el reinado”, Camila Pérez.

Ese año, el río Tuluní fue cerrado para el reinado. Un hecho determinante para que esto sucediera fueron los rumores que rodearon el asesinato de un finquero de la zona que en algunas ocasiones había prestado su espacio para realizar el evento.

A este hombre lo mataron en una finca aledaña la misma noche en que se realizaba el reinado. Al otro día, las mujeres trans fueron culpadas por el crimen.

“Pero la memoria contribuyó a reconocer que estas mujeres no realizaron el evento en esa finca por los altos costos que había fijado el dueño, que a este hombre lo asesinó la delincuencia común y que la comunidad inventó que la guerrilla lo mató por haberles facilitado el sitio a las personas LGBT”, señala el informe.

Según Camila, desde entonces el reinado se acabó en el río pero se ha seguido llevando a cabo de manera clandestina. Su fuerza se mantiene a puerta cerrada en las casas de las mujeres trans que lo organizan. “No podíamos dejar de hacerlo porque a pesar de tantas adversidades somos valientes y este reinado nos representa”.

El siguiente paso

En todo caso, el reinado a la orilla del río Tuluní les había enseñado algo fundamental a las personas LGBT de Chaparral: la importancia de organizarse para demandar justicia y reivindicar sus derechos humanos.

Nos cansamos de estar expuestos y de arriesgarnos”, afirma Álvarez. Así, en 2015 nació la Asociación Chaparral LGBTI Diversa que ha liderado procesos pedagógicos sobre género y sexualidades, iniciativas de memoria histórica, acompañamiento psicosocial y espacios de encuentro y apoyo.

También buscan la atención del Estado para que se haga justicia frente a la violencia, se castigue a los culpables y se restituya el espacio del río para el reinado como una medida de reparación.

Ver: Personas LGBT piden no ser excluidas de los acuerdos de paz

Reinado trans Chaparral Tolima
Camila, William y Jeimy Alejandra, de la Asociación Chaparral LGBTI Diversa, estuvieron recientemente en Bogotá presentando el informe “Un carnaval de resistencia: memorias del reinado trans del río Tuluní”, del Centro Nacional de Memoria Histórica.

“Así nos quieran callar, seguimos adelante”.

El 16 de noviembre de 2017, la Asociación Chaparral LGBTI Diversa organizó un acto de duelo y conmemoración por las víctimas LGBTI del conflicto armado de Chaparral. Y este año, el 1 de julio, lideró la primera marcha del orgullo LGBT en la que participaron cinco personas (dos mujeres trans y tres hombres gais). “De alguna manera fue otro reinado porque mucha gente se reunió para vernos”, destaca Camila.

Ver: 9 miradas a las marchas LGBT de Colombia 

Según el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, para las víctimas LGBT narrar sus historias de supervivencia en medio del conflicto armado, del maltrato familiar y de la exclusión social, se convirtió en una manera de resistir y de reclamar una lucha en contra del olvido y de la indolencia.

Así, llevaron a cabo un acto simbólico llamado “memorias travestis”, para celebrar la vida de las personas LGBT, recordar a las mujeres trans asesinadas y reclamar el fin de las violencias.

Danna Méndez, una mujer trans de 19 años, fue asesinada en marzo de 2017 por la Fuerza Pública. Era líder de la Asociación Chaparral LGBTI Diversa.

También organizaron el taller “Museo Travesti de Chaparral” que reunió fotografías, vestidos, maquillaje, coronas, relatos y vivencias que impulsaron el reinado del río.

Por ahora, así se haya firmado un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, las mujeres trans, dice Camila, siguen esperando la garantía de sus derechos. “Pareciera que la gente solo nos acepta mientras seamos putas o peluqueras”.

Ver: LGBTI en la JEP: cambió la forma pero no el fondo

En el río Tuluní, señala el informe del Centro de Memoria Histórica, flotan las memorias de un carnaval de cuerpos, sexualidades y géneros que desafiaron a una sociedad y a un conflicto armado: “el reinado sanó el río y le trajo alegría en medio de una geografía del terror que usó sus aguas para sembrar muerte”.

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