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Ophelia Pastrana tiene 32 años y está radicada en México. Foto: Andrés Oyuela.

“Una mujer más, eso es todo lo que quiero ser”

La historia de Ophelia Pastrana, una experta en estrategias digitales, llamó la atención de varios medios de comunicación. ¿Por qué? Sentiido habló con ella.

Suele suceder que cuando la protagonista de una historia es una mujer transgenerista, los titulares de los medios de comunicación se refieren a “una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre” o a “una mujer que nació en el cuerpo equivocado”.

Ahora, si la idea es hablar de “equivocados”, rara se vez se contempla que quienes puedan estarlo no sean las personas trans, sino las legislaciones que obligan a médicos y familiares a clasificar a los recién nacidos –de por vida– como hombres o mujeres según sus órganos genitales.

En la vida real, hay una amplia población que, pese a nacer con pene, desde muy temprana edad se siente y quiere ser percibida como mujer y otra que, aunque tiene vagina, se considera hombre. Está claro, entonces, que la genitalidad no define el género.

Este es el caso de Ophelia Pastrana, de 32 años. Su historia ha sido titulada: “Ophelia Pastrana de hombre a mujer”, “Ophelia y Mauricio, la historia de un solo cuerpo” y “Ophelia Pastrana: 28 años como hombre y ahora es una mujer”.

biografía de Ophelia Pastrana mujer transgénero
Ophelia Pastrana tiene 32 años y está radicada en México. Es especialista en estrategias digitales. Foto: Andrés Oyuela.

Para ella, hablar de que “se nace en el cuerpo equivocado” o de “una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”, no solamente es desinformación sino intentar convertir en noticia el transgenerismo, un tema que desde hace muchos años dejó de ser novedoso.

No obstante, algunos medios de comunicación se interesaron por su vida. ¿El motivo? Ella es una reconocida estratega digital cuya familia pertenece a la clase alta y conservadora de Colombia.

Algunas notas señalaban: “Hace un par de años era Mauricio Pastrana, el hijo de una poderosa familia de políticos conservadores”, “Un niño bien de la sociedad bogotana” y “El papá de Ophelia es primo del expresidente Andrés Pastrana y su abuelo materno fue Hisnardo Ardila, exalcalde de Bogotá”.

A buena parte de los periodistas les llamó la atención que, contrario a las únicas mujeres transgeneristas que se suele creer que existen –las peluqueras o las que ejercen la prostitución– Ophelia se graduó del colegio Anglo Colombiano en Bogotá, estudió Física en la Universidad de los Andes y acabó su carrera en Florida Atlantic University. En Australia, cursó una maestría en Econometría.

En otras palabras, el “gancho” de la historia era que, hasta en las “mejores familias”, en las más aristocráticas y tradicionales, también hay personas trans. “En Colombia me ofrecieron portadas e incluso viajaron a mi casa en México para entrevistarme. Pero siento que a muchos periodistas lo único que les interesa saber es qué tengo entre las piernas y eso es desgastante”, afirma.

Más allá de la genitalidad

Ophelia recuerda que rechazó una de esas entrevistas porque de la revista que la llamaron habían publicado una portada de una mujer transgenerista cuyo artículo empezaba así: “Aunque su cédula revele que es de sexo masculino y su nombre sea Michel Alexandro…”. “¿Qué sentido tiene arrancar la nota afirmando que es un hombre si ella no se reconoce como tal?”, pregunta Ophelia.

Sin embargo, los artículos que más le incomodan son aquellos que dicen: “Mujer transgenerista llega al gobierno”.

“A nadie se le ocurre titular ‘mujer negra llega al gobierno’ porque es partir de la falsa creencia de que esa persona, incapaz de destacarse, lo logró. Entonces, ¿por qué titular así cuando la noticia está relacionada con una persona trans?”.

En una ocasión, Ophelia fue invitada a una charla junto con Randi Zuckerberg, exdirectora de marketing de Facebook. El tema a tratar eran estrategias digitales y redes sociales.

“Cuando me bajé de la tarima, a algunos periodistas lo único que se les ocurrió preguntarme fue: ‘¿y cómo ha tomado tu familia tu cambio?’”

Ophelia tiene muy claro que el paso a seguir es enfrentar las falsas creencias que aún persisten sobre la población transgenerista.

Cuando era Mauricio y estaba en proceso de divorcio, su exesposa le pintó un panorama desolador: “de ahora en adelante te vas a encontrar con dos opciones: gente que va a pensar que eres ‘la loca’ o quienes te van a tener lástima”.

Para completar, una vez inició su tránsito, pasó por un intento de violación de un taxista en Bogotá. “Apenas se dio cuenta de que yo era trans, seguramente dijo: ‘es puta y uno puede abusar de ellas’”.

Ophelia recuerda que la primera vez que la entrevistaron en Colombia y que salió del clóset públicamente, fue a raíz de que en medio del debate por la aprobación de un proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, ella escribió en Twitter“irónicamente en Colombia yo me puedo casar con mujeres. Es legal”.

Esto, debido a que en este país aún no es posible cambiar el sexo en el documento de identidad y en el de ella aparece “masculino”. De ahí, agrega, la urgencia de que Colombia cuente con una ley de identidad de género. “Una vez un notario me dijo: ‘la gente no cambia de sexo’. Y yo le respondí: ‘entiendo su prejuicio señor notario, gracias por hacérmelo saber’”.

Le preocupa, por ejemplo, que en caso de un accidente, a su esposo o esposa no le permitan el ingreso a la clínica ni autorizar procedimientos médicos porque legalmente su vínculo no está reconocido. Sin embargo, también tiene muy claro que un documento de identidad no determina quién es ella. “En México, hay infinidad de Lupitas o de Guadalupes. Y aunque todas se llamen igual, cada una es única”.

¿Un trastorno con tratamiento?

Contrario a las personas trans que no están de acuerdo con el hecho de que la disforia de género esté incluida en el manual de trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders – DSM), Ophelia considera que esta es una condición que está diagnosticada y tiene un tratamiento establecido.

Lejos de su posición, muchas personas trans insisten en que no están enfermas. Saben que así como sucedió con la homosexualidad, que solamente hasta 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la eliminó del listado de enfermedades mentales, en unos años sucederá lo mismo con las identidades de género.

La gente, agrega Ophelia, cree que esto es opcional. “Si yo pudiera no haber necesitado este tránsito, no lo hubiera hecho. No es por gusto que uno se enfrenta a discusiones y prejuicios. Uno no se despierta un día diciendo ‘quiero ser mujer’, es algo que viene muy de adentro”.

Coincide con algunas mujeres transgeneristas, en que quiere ser percibida como “muy mujer”, lo que tradicionalmente se cree es tener el pelo largo, ser delgada, maquillarse y usar zapatos altos y ropa ajustada.

Aunque sabe que estos “requisitos” son construcciones sociales, ella se siente presionada por lucir siempre muy bien arreglada. “Hay algo con el hecho de ser trans o, mejor, con ser mujer, y es que uno no solamente quiere ser percibida y tratada como mujer sino, además, como una mujer bonita”.

De ahí, agrega, que muchas de ellas cuando eligen su nombre, opten por uno de reina o de actrices destacadas por su belleza. “Yo escogí Ophelia porque quería uno de generaciones atrás que diera esa idea de matrona, teniendo en cuenta además que mido 1.90 sin tacones”.

Ophelia no quiere una imagen ambivalente. Está lejos de buscar ser otra Brigitte Baptisteo de importarle poco si a la gente no le queda claro que quien habla es un hombre o una mujer.

“Brigitte lo hace muy bien, solamente que quiere estar fuera del estándar de hombre o de mujer. A mí me costó aceptar que hay gente que se viste como mujer, se presenta como Carlos y le resbala que les digan ella o él. Yo todo lo que quiero ser es una chica más. No me interesa estar en la mitad. A mí antes, incluso, me molestaba que me dijeran trans y no me aceptaran como una mujer más”.

Parte de su discurso es: “acá no pasa nada” y “no hay diferencias”, pero con el tiempo ha llegado a la conclusión de que una de las razones del rechazo al transgenerismo, es la falta de visibilidad de esta población.

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Ophelia Pastrana reconoce la urgencia de que Colombia cuente con una ley de identidad de género. Foto: boudoirenmexico.com

Favor no mezclar

También, está convencida de que otro de los problemas de fondo es mezclar identidad de género con orientación sexual. “Ser transgénero no tiene nada que ver con esto último. Para la muestra, cuando era Mauricio tuvo nueve novias y una esposa y desde que es Ophelia, ha pasado por una novia y un novio y ahora está saliendo con otra mujer.

“Por desconocimiento, mucha gente cree que yo soy ‘tan gay’ que me volví mujer. Les cuesta creer que cambié de sexo y siga saliendo con mujeres. ‘¿Y luego la idea no era estar con hombres?’, me preguntan”.

Y siempre tiene que responder lo mismo: la identidad de género es una cosa y la orientación sexual, otra.

Ophelia está radicada en México. El gobierno de este país le cubre el tratamiento médico que requiere. “Yo vivo en Ciudad de México, entre otros muchos motivos, porque allí me pagan mi transición”.

En la Clínica Condesa le dan los medicamentos que necesita y está supervisada por un profesional en endocrinología.

Otra de las razones por las que se siente cómoda en este país es por las personas LGBT que conoce. “Yo no recuerdo haber tenido un solo amigo gay en el colegio. Es más, eso era visto como algo raro”.

Muchos de sus amigos de entonces dejaron de tratarla cuando nació Ophelia. Incluso, en alguna oportunidad la “desinvitaron” a un matrimonio. “No sé en qué momento se estableció que estaba mal que cada quien viviera su identidad de género”, reflexiona.

Reconoce, sin embargo, que en México, como en muchos otros países, también existe discriminación hacia y entre las personas LGBT. “Una vez tuve problemas con unos chicos gais porque me dijeron: ‘si te quieres acostar con hombres, no te tienes que vestir de mujer’”.

Le agradece a su transición que le ha permitido entrar en mayor contacto con sus sentimientos. En su vida como Mauricio estaba desconectada de esa parte por andar buscando cifras y estadísticas. “Ahora en marketing, le presto especial atención a quién le hablo y por qué”.

Ophelia habla con mayor tranquilidad de lo trans cuando se refiere a cómo asumen este tema las nuevas generaciones. “Cada vez son más indiferentes a catalogarse como LGBT, lo trans les resulta cotidiano y muchas veces llevan vidas andróginas, importándoles muy poco si se les trata como hombre o mujer”.

Sabe también que todo en la vida es un proceso y que así como décadas atrás las mujeres no podían votar, hoy se destacan en todos los ámbitos. No tiene la menor duda de que el turno ahora es para las personas transgeneristas.

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