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Vivian Newman

Vivian Newman y su búsqueda de la justicia

Del mundo corporativo Vivian Newman pasó a los derechos humanos. Este 2022 deja la dirección de Dejusticia, pero seguirá investigando sobre corrupción, transparencia y acceso a la información.

Fotos y video: Andrés Camilo Gómez.

Muchas mujeres, por alguna razón, quisieron ser monjas en algún momento de sus vidas. Vivian Newman fue más allá: quiso ser santa. Hasta ahora no lo ha logrado, pero sí ha cumplido con un requisito que a una verdadera santa le gustaría: ha dedicado buena parte de su vida a trabajar por los derechos humanos. (Ver: Somos obra divina).

Lo de la santidad no vino de su casa. Sus papás se separaron cuando ella tenía 10 u 11 años, algo que no era ni común ni bien visto en los setenta. “A mí el divorcio de mis papás nunca me pareció algo malo porque nos dijeron: ‘nos queremos mucho, pero no podemos vivir juntos’”, recuerda.

Ahora que lo ve en retrospectiva, su familia estaba lejos del modelo “tradicional”, tan valorado socialmente. “Éramos una familia muy original, con un papá esquizofrénico paranoico que hacía difícil la convivencia y con una separación temprana, algo muy distinto de lo que nos rodeaba. Mucha gente quiere ser igual a los demás y yo no era igual. Por esto valoro la originalidad, porque toca pelearla más. Ser igual a los demás es más fácil”.

Vivian Newman
Vivian Newman Pont nació en Barranquilla, ciudad en la que también nacieron su papá y su mamá. Su abuelo materno era catalán y por el lado de su papá tiene raíces alemanas. “Pero soy barranquillerísima”.

“Ni la religión ni las tradiciones son tan importantes en mi vida como lo fueron cuando estaba en el colegio católico y de monjas en el que estudié en Barranquilla”.

Vivian Newman
Vivian es hermana de la pintora Vicky y de la diseñadora Tina, quienes escriben su apellido Neumann.

Su aspiración a ser santa venía del colegio católico de monjas en el que estudió en Barranquilla, ciudad en la que nació y creció. “Yo rezaba mucho y hacía todo lo que creía que tocaba para ser santa”. (Ver: “Vivo el feminismo en la espiritualidad”).

A su experiencia en el colegio se sumó que se fue a estudiar derecho en la Universidad Javeriana en Bogotá donde siempre percibió un ambiente conservador.A mí me dieron una clase llamada Moral Profesional. En los cinco años de carrera lo que más nos repitieron era que para no abortar había que practicar la abstinencia”. (Ver: Despenalizar para no abortar).

La mayoría de sus compañeros eran muy católicos. De esa generación salieron varios sacerdotes. “Me acuerdo de haber ido al Festival Iberoamericano de Teatro donde había un grupo brasilero que ponía una hamburguesa en lugar de una hostia y ver a mis compañeros protestar y tirar piedras por esa burla”. (Ver: Los pasos de gigante de la avanzada conservadora).

Sin embargo, el primer año Vivian fue novia de Rafael Nieto Loaiza, quien fue precandidato a la Presidencia de la República por el Centro Democrático, un hombre conocido por sus posturas radicales conservadoras. “En ese entonces iba a la universidad con ruana y oíamos a Silvio Rodríguez. No se había manifestado lo que hoy es”. (Ver: Mónica Fonseca: si nos sumamos a las causas LGBTIQ, el mundo será mejor).

“Como yo crecí rodeada de mujeres, siempre pensé que podía llegar tan lejos como quisiera, independiente del género”.

Como en la Javeriana había misa cada hora, Vivian siguió practicando el catolicismo hasta un día en que se fue a confesar. “Cuando le estaba contando al cura el contexto del pecado (ni siquiera le había dicho qué había hecho), me dijo: ‘usted está en pecado mortal, no puede comulgar’”. (Ver: Francisco De Roux: a un país no se le puede imponer una ética religiosa).

Fue cuando dijo que, si el catolicismo no le permitía, literalmente, comulgar con sus ideas, buscaría nuevos horizontes. Empezó a alejarse, aunque seguía asistiendo a misa los domingos.

“Me gusta más aprender que enseñar porque siempre hay novedad”.

Vivian decidió estudiar derecho no porque viera esta carrera como una posibilidad de servicio sino porque le parecía que le daría herramientas para su vida. “Para mí lo legal es muy importante y yo pensaba que, si uno conoce la ley y las normas, puede tener más o mejor control de su vida”.

En principio no entendía el derecho como una herramienta de transformación social. “A mí me enseñaron el derecho como una forma de mantener el statu quo. Estas son las reglas y punto. Yo no sabía que uno podía cambiarlas y transformar así lo social. Yo veía que el derecho me daba una forma de entender el mundo y de no dejarse meter los dedos en la boca”.

Vivian Newman
“Así como Vivian tiene la capacidad de integrar a la gente, cuando hay que tomar decisiones difíciles, lo hace”, Rodrigo Uprimny, investigador de Dejusticia.

“Vivian tiene la amabilidad, la frescura, la espontaneidad y la alegría del Caribe y el rigor y la seriedad de sus raíces alemanas”, Rodrigo Uprimny, investigador Dejusticia.

“Es bueno conocer lo que piensan quienes no comparten la visión de mundo de uno, de lo contrario cada cual se va encerrando en lo suyo”, Vivian Newman.

Hubo un momento en el que quiso pasarse a estudiar economía porque se había dado cuenta de que el derecho no le servía tanto para lo que ella pensaba. Pero encontró otra opción: como la Facultad de Derecho de la Javeriana se llamaba Facultad de Ciencias Jurídicas y Socioeconómicas, pudo tomar matemáticas y estadística, entre otras materias, lo que le permitió tener una visión más integral. 

Por ese entonces, empezó a salir con Sandro Romero Rey, caleño, escritor, director y profesor de teatro y su pareja durante 30 años. Con él se fue a París a estudiar una maestría en Derecho Público. En París, él le decía: “te acompaño a misa si vamos a una iglesia diferente cada domingo”. Así, mientras Vivian iba con un interés religioso, él con uno artístico y cultural.

Pero poco a poco su interés religioso empezó a desvanecerse. “Dije: yo aprendo más leyendo un libro que asistiendo a misa porque siempre repiten lo mismo”. Y no volvió. “Yo soy una persona muy práctica. La mística no es de mi interés. Rezar puede ser una forma de meditar y meditar es una forma de estar bien, pero también se puede hacer de otras maneras o practicar pilates o yoga”.

“Tengo cuentas en redes solamente para ver lo que está pasando, no para publicar. No me expongo. Me parece que uno es más dueño de lo que calla que de lo que escribe”.

Cuando terminó su maestría y regresó a Colombia, trabajó en el Departamento de Derecho Público de la Universidad Javeriana y en la Procuraduría General de la Nación. Tiempo después la contrataron en Avianca, convirtiéndose en una ejecutiva exitosa.

Su trabajo era negociar aviones, algo que no tenía nada que ver con lo que había estudiado. “Pero cuando uno tiene 28 o 30 años todo es aprendizaje. Además, mientras estudiaba en París vivía con tres pesos, ahora podía ir a los Campos Elíseos y tomarme un whisky tranquila”.

Vivian fue gerente de Avianca en Londres y en París. Luego de un tiempo le ofrecieron un puesto en Bavaria. “En esa empresa había unos micropoderes y muchas zancadillas, así que me despidieron después de un año de trabajo”. Nunca entendió esa decisión, pero fue vital para cuestionarse qué quería hacer de ahora en adelante.

Me empecé a preguntar si quería hacer más rico a uno de los hombres más ricos de Colombia porque negociaba sus aviones y me ocupaba de que cada cláusula del contrato estuviera bien para que él tuviera menos riesgos o si quería dedicarme a lo que me había motivado a estudiar Derecho Público en París, que era trabajar por el bien común”.

“No tengo un perfil muy público porque no me siento tan cómoda en ese rol. Me encantaría ser una consejera escondida, donde quien toma la decisión es quien pone la cara”.

“Vivian es una persona que sabe escuchar, que tiene en cuenta los distintos puntos de vista y que promueve que todo el mundo hable, lo que permite que siempre queden las mejores ideas”, Nina Chaparro, Dejusticia.

“Los elementos del acuerdo de paz en Colombia reflejan la necesidad de una reforma agraria, de una respuesta distinta frente a la política de drogas y de mayor participación política. Estos son elementos básicos para tener paz”.

Siguió su búsqueda poniendo distintas palabras en Google para ver qué le salía hasta que lo decidió: estudiaría una maestría en Cooperación y Desarrollo en Barcelona. Quería entender mejor la pobreza y cómo las fundaciones y organizaciones que trabajan para reducir la desigualdad podían conseguir financiación.

En Barcelona vivió cuatro años. Cuando terminó de estudiar se ofreció como voluntaria en la organización Oxfam, que trabaja contra la desigualdad.  Estuvo en el departamento jurídico y después de un tiempo les dijo: “esto es lo que yo puedo hacer, si les interesa, me quedo”. Necesitaba un ingreso. Le ofrecieron un trabajo y se quedó tres años. Claro, todo esto con su hijo Federico y con Sandro, quien iba y venía.

Cuando regresó a Colombia trabajó de nuevo en la Procuraduría, en la oficina internacional. Pero fue, entonces, cuando llegó Alejandro Ordóñez a la cabeza de esta entidad y con él los crucifijos, las biblias y las persecuciones. Dijo “esto no es lo mío” y se fue.

“Hay liderazgos que tienen un efecto de bola de nieve. Un ejemplo claro fue lo que pasó con Antanas Mockus en Bogotá”.

Vivian había leído una columna de Rodrigo Uprimny, investigador del Centro de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia), titulada “La operación sirirí, que le gustó mucho. Le propuso a Rodrigo trabajar en Dejusticia. Empezó como fundraiser, después como subdirectora y asumió la dirección en 2018, cargo en el que estará hasta este año. (Ver: Rodrigo Uprimny: Dios sería el primero en defender el Estado laico).

Yo creo en el relevo generacional y en la alternancia en el poder. Y también para uno es chévere vivir otra posibilidad. Ya llevo 14 años en Dejusticia. Me gustaría continuar investigando sobre corrupción, transparencia y acceso a la información pública con más tranquilidad. Cuando uno está al frente de una organización tiene tantas tareas operativas que impiden que uno profundice en otros temas”.

Para tener un buen liderazgo, como el que Vivian ha tenido, lo primero que recomienda es escuchar a la gente. Oír antes de decidir. No al revés. También le ha resultado clave buscar un equilibrio entre los intereses y las pasiones de quienes trabajan en la organización y los objetivos institucionales. “Si la persona no está contenta, buscará una salida por otro lado. Y si la organización no está logrando sus objetivos, no es sostenible”.

“Vivian es una persona con principios éticos, comprometida con el trabajo y abierta a gozar la vida”, Rodrigo Uprimny, Dejusticia.

“Yo creo que el feminismo me debe llevar a buscar mayor igualdad en los estratos socioeconómico bajos, no en los altos. Todas deberíamos ser feministas para atender la desigualdad más grave”.

“Mi mamá ha sido una súper compañía, una consejera y una aliada para cuestionar y secundar búsquedas. Yo la veo a diario y hablamos de la familia, de política, del cine, de la literatura, de los hijos, de la vida…”.

De Rodrigo Uprimny, quien era el director de Dejusticia cuando llegó, aprendió mucho. “Es una persona justa, trabajadora y sus decisiones están bien fundamentadas. Él explica la decisión. Y eso es importante porque algo que para quien la toma puede ser muy obvio, para el resto no. Justificar y explicar ayudan a que la decisión sea más legítima”.

La transparencia también le ha resultado importante. “Yo digo: ‘vamos a reunirnos para explicar esto que se va a hacer de tal manera’. Mi calendario es abierto para quien quiera verlo y mis decisiones también. Las puedo explicar a una persona o en grupo”.

Esta característica, dice, tiene que ver con su esencia Caribe, pero también con lo que vio en su casa. “Allá no se cerraba la puerta ni la cortina, ni siquiera la puerta del baño. Todas dormíamos en el mismo cuarto. No había secretos. Eso estrecha los lazos y crea más confianza”.

Según Rodrigo Uprimny, Vivian es una persona pragmática para buscar soluciones y enfrentar los problemas sin dejar de lado sus principios éticos. En esto coincide Nina Chaparro, coordinadora del proyecto Enlaza Sur de Dejusticia. “Es una mujer práctica que sabe desenredar los temas rápido, que sabe negociar y hacer que las cosas fluyan y avancen bien.

Otra de sus características es su mezcla entre derecho, literatura y sensibilidad artística. “Yo valoro mucho las historias que uno vive a través del arte, de la cultura, de la literatura, del dibujo y el cine. Todo esto nos ayuda a entender cosas, complementa nuestra visión, nuestras decisiones y emociones… Todo”.

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