Desde Bogotá, Nathaly Andrea Ospino comparte con Sentiido su historia de feminismo, espiritualidad y Castillo de Brujas. #ReligiónMásFeminismo.
Nathaly Andrea Ospino llegó al feminismo después de pasar por un ciclo de violencia y de años de dependencia emocional. Siempre había estado interesada por los derechos y la acción social y comunitaria, pero no sabía muy bien qué era el feminismo. (Ver: Es feminismo: no humanismo ni “igualismo”).
Cuando estaba en el peor momento de ese ciclo de su vida, recordó que había un Dios (hoy para ella, Dios madre) y buscó a un amigo que le había hablado de la Iglesia colombiana metodista que tenía un proyecto social. (Ver: “Cuando acepté que ser homosexual no era enfermedad ni pecado, mi vida cambió”).
“Yo quería que alguien me escuchara sin juzgarme. Al llegar encontré a un grupo de mujeres compartiendo sus historias. Unas cocinaban, otras hacían un mural, unas más escribían. Ese día solo escuché“.
Más adelante, en la Iglesia hubo un encuentro con un grupo de Medellín: El Castillo de brujas, quienes les enseñaron sobre feminismo. “Ese era un espacio seguro. Se podía hablar y preguntar“. (Ver: Tres grandes del feminismo en Colombia).
Desde entonces Nathaly decidió hacer una vida feminista. Pronto será nombrada pastora. “Desde 2016, luego de salir de un ciclo de dolor, he hecho resistencia dentro del ecumenismo. Vivo el feminismo en la espiritualidad porque sé que hay mujeres que la única ayuda que tienen en sus territorios es el refugio de una iglesia“. (Ver: Creo en el “yo superior”).
“Las iglesias son el único refugio de muchas mujeres”.
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