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Nuevos “Aires” en la Universidad de La Sabana

Cansados de que los señalaran de retrógrados y homofóbicos, un grupo de estudiantes de La Sabana, creó AIRES, el grupo de diversidad sexual de esta universidad colombiana que sigue los preceptos del Opus Dei.  

A propósito de la reciente discusión sobre la adopción de menores por parte de parejas del mismo sexo en Colombia, el 1º de diciembre de 2014 Álvaro Enrique Romero, director del programa de Medicina de la Universidad de La Sabana, le hizo llegar a la Corte Constitucional su concepto sobre el tema.

En ese documento, Pablo Arango, profesor del Departamento de Bioética dice: “homosexuales y lesbianas merecen nuestro respeto como personas, pero hay que señalar que su comportamiento se aparta del común, lo que constituye una enfermedad“.

También afirmó que las parejas del mismo sexo son más inestables que las heterosexuales, presentan mayor tasa de enfermedades mentales y cometen un mayor número de abusos sexuales.

Estas declaraciones generaron numerosos comentarios de rechazo en medios de comunicación y redes sociales. Por esto, a los pocos días de que el concepto se hiciera público, el rector de la universidad, Obdulio Velásquez, dijo que dicho documento fue un error y le pidió a la Corte Constitucional no tenerlo en cuenta.

La indignación que generó el concepto llevó a Santiago Arias, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, a contemplar la idea de crear un grupo de diversidad sexual en su universidad.

Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Finalmente, tampoco era la primera vez que un docente de esta universidad se pronunciaba en contra de lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT). No obstante, en esta oportunidad La Sabana fue señalada, entre otros, de ser una institución retrógrada y de querer imponer a sus estudiantes las creencias religiosas de sus directivas.

Como se sabe, esta universidad sigue los preceptos del Opus Dei que es, según explica la página web de La Sabana: “una institución de la Iglesia Católica que difunde el mensaje de que el trabajo y las actividades diarias son ocasión de encuentro con Dios“.

Un grupo LGBT como los que existen en otras instituciones educativas. A Santiago le preocupaba que la gente creyera que todas las personas vinculadas a La Sabana, están de acuerdo con el documento enviado a la Corte por la Facultad de Medicina.

Justos por pecadores

“En medios de comunicación y redes sociales se hicieron chistes y comentarios que, para quienes estudiamos allá, resultaron molestos. Es incómodo que se generalice y se diga que estudiamos en una universidad medieval”, recuerda Santiago, quien tiene 24 años.

Según explica, en su facultad por ejemplo, la gente es muy tranquila con la diversidad sexual y de género. De hecho, allá conoce muchas personas homosexuales y la mayoría de sus amigos son heterosexuales que no tienen problema con el tema.

“Yo no tuve inconveniente en aceptarme como soy, pero sé que esta no es la situación de muchas personas y un grupo de diversidad sexual puede facilitar estos procesos. Además, la universidad habla de que somos una comunidad y queremos que esto no se quede en palabras”, agrega.

Para Santiago, el miedo a la reacción de docentes o directivas, evitó que la gente que estaba en desacuerdo con el concepto enviado a la Corte expresara públicamente su rechazo. “Algunos no dijimos nada porque tampoco tenemos preparación sobre cómo enfrentar a la universidad en estas situaciones”.

Un grupo de diversidad sexual les permitiría a estas personas encontrar apoyo para poder ser quienes son en cualquier ámbito de su vida. “Sabrían que ser LGBT en La Sabana no es un problema”.  

En efecto, fueron más las personas externas a esta institución quienes abiertamente manifestaron su desacuerdo. De hecho, esa es una de las razones por las que Santiago considera que La Sabana necesita un grupo que lidere los temas de diversidad sexual.

“Es importante que la gente deje el miedo a un lado, sepa que no tiene nada de malo expresar lo que cree y que se sienta respaldada por un grupo estudiantil LGBT de la universidad”, afirma.

A Santiago también le preocupa que en La Sabana haya tantas personas en el clóset por miedo a lo que puedan decir o hacer directivas o docentes, “mientras que afuera sí se muestran como son”.

Una de las primeras personas a las que Santiago le expresó su propósito de crear un grupo de diversidad sexual fue a su amiga Camila Pachón, estudiante de Comunicación Audiovisual y Multimedios. A ella le sonó la iniciativa, así que empezaron a buscar más aliados.

“Nosotros creemos que la gente debe ser como es en cualquier espacio. Y como La Sabana es mi universidad, yo debería poder mostrarme allí como soy. Además, cuando alguien habla mal de La Sabana, habla mal de mí porque yo soy Sabana”, señala Camila, quien se define como heterosexual alidada de la igualdad.

AIRES, empezó a volar

Otra de las personas que Santiago contactó fue Eloisa Vela Mantilla, quien por los días del escándalo dijo ser lesbiana y estudiante de Psicología de La Sabana, en una entrevista en el periódico El Tiempo.

Cerca de acabarse el semestre, Santiago también conoció a Nicolás Montaña, estudiante de Ciencias Políticas, a quien le interesó la iniciativa. Fue entonces cuando decidieron crear en Facebook el grupo AIRES: Agrupación para la Igualdad y el Respeto a través de la Educación Sabana, al que empezó a llegar gente de diversas facultades.

Decidieron no utilizar la sigla LGBT porque su propósito no era crear un grupo independiente dentro de la universidad, sino uno donde haya espacio para todas las personas, sin importar su orientación sexual o identidad de género.

Por ahora, el grupo está conformado por 10 estudiantes que se reúnen todos los jueves. Sin embargo, están abiertos a que se vincule cualquier persona, sin tener en cuenta si se identifica o no como LGBT.

Entre estos grupos LGBT, hay algunos pertenecientes a universidades guiadas por preceptos católicos, que han funcionado muy bien en sus instituciones. 

Cuando AIRES empezó sus actividades formalmente, sus integrantes se pusieron en contacto con grupos LGBT o de diversidad sexual de otras universidades.

Esto coincidió con la primera Semana Universitaria de la Diversidad Sexual y de Género que tuvo lugar en Bogotá, a la que fueron invitados a participar. “Allí nos presentamos y desde entonces hemos tenido su apoyo”, recuerda Santiago.

Actualmente las líneas de acción de AIRES son: activismo, bienestar, comunicaciones y grupo de estudio. Quieren que este último sea una de sus fortalezas porque saben que detrás del rechazo que aún persiste sobre lo LGBT hay ignorancia y, a través del conocimiento, es posible llenar ese vacío.

“No pretendemos que de un día para otro, todo el mundo acepte a las personas LGBT pero sí que conozcan más del tema. Finalmente, detrás de los prejuicios hay desconocimiento y la educación es una manera de derribar estereotipos y tabúes”, señala Camila quien es directora de la línea de activismo de AIRES.

Según explica, no buscan convencer a nadie de nada, ni cambiar la forma de pensar de la gente, porque respetan las diferentes visiones de vida. “Pero también exigimos lo mismo hacia nosotros. Estamos abiertos a dialogar y a que nos pregunten de cualquier tema, pero siempre con respeto”.

Una de las profesoras de la universidad que desde el principio apoyó la iniciativa es Juanita León, quien el 18 de febrero de 2015 publicó una columna en el portal Pulzo.com titulada: “Soy lesbiana, doy clases en la Universidad de La Sabana y quiero adoptar”.

“Cuando le conté de AIRES, ella me dijo que le gustaría apoyarnos como consultora del grupo. A Juanita finalmente le renovaron el contrato y le dieron otra materia”, afirma Santiago.

Firmes con la idea

Los integrantes del grupo ya presentaron la iniciativa a las directivas de la universidad y ahora están en proceso de negociación. En todo caso tienen claro que si en algún momento les dicen que no, van a seguir adelante.

“Es importante demostrar que no estamos callados ni controlados por la universidad sino que tenemos voz propia”, señala Santiago. Además, esperan que con los foros y eventos que tienen planeados, se empiece a perder el miedo por abordar una realidad como es la diversidad sexual.

Santiago recuerda que en alguna ocasión recibió clases de un profesor que se refería de manera despectiva a lo LGBT. Para Camila, este tipo de situaciones no se dan solamente en La Sabana sino que están muy relacionadas con el hecho de que Colombia sea un país conservador donde las minorías son estigmatizadas.

“No es fácil encontrar en este país personas mayores de 60 años que vean la homosexualidad como una orientación sexual más. Y eso pasa con muchos profesores de esta universidad. Acá hay gente retrógrada y conservadora pero también hay mucha que no lo es”, agrega Camila.

Sin embargo, Santiago dice haber escuchado en La Sabana estudiantes que se refieren de manera displicente a los homosexuales. Finalmente, ese es el mensaje que han recibido por parte de las directivas de la universidad.

Por esto, agrega, un grupo como AIRES le conviene tanto a los estudiantes como a la imagen de la universidad. “Cuando lanzamos la página de AIRES en Facebook, mucha gente nos decía que no le interesaba el tema, sin ni siquiera saber de qué se trataba, solamente porque estaba La Sabana de por medio”, afirma Santiago.

Además, agrega, se sabe que la universidad no permite abordar ciertos temas. Incluso, en algunos trabajos académicos nos advierten que hay unos tópicos que es mejor no tratar porque sería necesario discutirlos con las directivas. “A mí como comunicador me parece terrible que haya temas vedados”.

El propósito de AIRES también es comprobar que las palabras que dijo el rector después del episodio de la Corte son ciertas y que allá no se discrimina a nadie por su orientación sexual o identidad de género.

Santiago sabe que consolidar un grupo como AIRES en una institución como La Sabana no es fácil. Tiene claro que su idea requiere de mucha paciencia y persistencia.

Lo cierto es que esta no es la primera vez que en esta universidad se intenta crear un grupo LGBT o de diversidad sexual. Según Santiago, los han contactado personas que quisieron hacerlo, pero que por alguna razón no lo lograron.

Sin embargo, tanto Santiago como Camila coinciden en que ellos están en una universidad para aprender y para conocer las diferentes formas de ver y de existir en el mundo: “estamos en un espacio donde debe haber lugar para las diferencias y no para imponer una sola forma de ver la vida”, afirman.

“Antes de estudiar en La Sabana, pasé por otras universidades, pero me gusta esta carrera y la institución y quiero seguir estudiando acá. Nuestro propósito es, simplemente, que algún día todos seamos AIRES”, concluye Santiago Arias.

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