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Feminismo creativo

Feminismos innovadores

Catalina Ruiz-Navarro

Columnista en El Espectador, El Heraldo, Vice México y Univisión Noticias.

Feminismos innovadores
Catalina Ruiz-Navarro fue cofundadora de Estereotipas, un proyecto interactivo para comunicar ideas feministas. Estuvo activo entre septiembre de 2015 y agosto de 2017. El material que produjo permanece en línea. Foto: Archivo particular.

“Quien habla de ‘feminazis’ es una persona irrespetuosa con la historia o desvergonzadamente ignorante”.

Catalina Ruiz-Navarro llegó al feminismo por influencia de una de las mujeres que la crió: su bisabuela Carlota García, una mujer paisa que nació en 1900, quien fue obrera de las fábricas de telas en Medellín y una de las mujeres que impulsó los primeros movimientos por el voto femenino en Colombia.

El salto al activismo lo dio en 2008, a los 24 años, cuando empezó como columnista en El Espectador. Para ese entonces ya se había legalizado en Colombia (2006) la interrupción voluntaria del embarazo en tres situaciones y el debate todavía estaba muy vivo.

Este era un tema del que Catalina podía hablar mejor que muchos otros columnistas porque era la realidad de muchas de las mujeres de su generación. (Ver: Las luchas del aborto en Colombia).

En la familia donde creció, conformada por mujeres, todas eran feministas. Por tanto el feminismo fue un proceso natural en ella.

Así que empezó escribiendo sobre aborto, lo que más adelante le permitió hablar sobre derechos de las mujeres y, poco a poco, varias mujeres del movimiento feminista empezaron a volverse sus fuentes.

Por ese entonces la abogada Mónica Roa, quien estaba vinculada a Women’s Link Worldwide, la invitó a trabajar en el área de comunicaciones de esta organización. Esa fue su entrada formal a trabajar en derechos humanos. (Ver: Aborto en Colombia, ¿qué ha pasado desde 2006?).

Más adelante, además de seguir como columnista en El Espectador, también empezó a escribir en medios como El Heraldo, Vice México y Univisión Noticias.

En 2015 se convirtió en cofundadora de Estereotipas, un proyecto interactivo cuyo principal objetivo fue comunicar ideas feministas usando la estética del pop y el humor. Estuvo activo entre septiembre de 2015 y agosto de 2017, pero todo el material que produjo permanece en línea.

1. ¿Qué le ha implicado en su vida identificarse como feminista?

Cuando yo era adolescente, identificarse como “feminista” generaba rechazo, era difícil decir que uno era feminista o lo hacía pero haciendo la salvedad de “pero no de esas que… (Inserte aquí cualquier prejuicio)”. (Ver: Chao prejuicios).

Eso ha cambiado. La mayoría de textos que me piden son sobre feminismo y derechos de las mujeres. Es una demanda que viene en aumento en los 10 años que llevo de carrera pública.

La entrada del feminismo a la cultura pop ha contribuido a limpiarle su injusta mala imagen.

Uno de los retos más profundos de ser feminista es que uno todo el tiempo está trabajando con sus emociones. Yo documento casos de mujeres que han sufrido acoso y abuso y esto tiene unas cargas muy fuertes. También hay gente que nos odia y eso duele.

Es una causa que está deslegitimada. De hecho, es muy frecuente que la gente no crea que exista un problema de desigualdad entre hombres y mujeres, lo que resulta frustrante. Todo esto requiere de un trabajo de pedagogía diaria, de paciencia, de manejo de las emociones, de destinar tiempo al autocuidado y de fijarse límites.

2. ¿Cómo maneja la frase: “antes el feminismo se necesitaba pero ya no”?

La manera de reaccionar depende de quién la diga y de qué manera, así se sabe si la persona tiene buenas o malas intenciones. Es fácil identificar si el comentario se hace para “picarlo” a uno o es una pregunta genuina.

“Es importante saber escoger las batallas”

Si la persona busca aclarar una duda, se contesta explicando casi que con plastilina. Si esa no es su intención, se puede ignorar o confrontarla para que quienes estén alrededor conozcan los argumentos de uno.

Algo que yo sí hago, es que mis espacios seguros y de tiempo libre son prácticamente con personas feministas para no tener que pasármelos dando explicaciones. Pero creo que uno también tiene que ser compasivo con la ignorancia de la gente.

3. ¿Cómo responde al comentario “son unas feminazis”?

Un ataque como ese se puede reducir al absurdo fácilmente: las feministas jamás hemos hecho algo ni siquiera ligeramente parecido a lo que los nazis les hicieron a los judíos.

“No hay una sola manera de reaccionar a un comentario porque los contextos son móviles y uno tiene que leer lo que está pasando”.

Quien es capaz de hablar de “feminazis” es una persona irrespetuosa con la historia o desvergonzadamente ignorante. Yo creo que insultos como ese no vale la pena contestarlos a menos de que uno esté dispuesto a hacerlo con humor. A veces resulta hasta empoderador apropiarse de las etiquetas con las que buscan ofendernos.

4. ¿Cómo Estereotipas contribuyó a la igualdad de género?

En parte, lo que Estereotipas hizo durante el tiempo que estuvo al aire y con el material que quedó para consulta, fue hablar de feminismo con humor. Apostarle a esta estrategia hace que la gente esté menos a la defensiva.

“El feminismo tiene que ser masticable, llegarle a todas las personas e irrumpir en la vida diaria para que existan cambios reales”.

Tenemos que inundar los medios digitales de contenido feminista. Internet es un territorio y tenemos que ir ganando esos espacios, produciendo contenidos que queden ahí para que quienes quieran los usen como herramientas.

5. Sus contenidos le llegan a una audiencia de “convencidos”, ¿cómo salirse de esa burbuja?

Hay gente aliada que piensa como uno pero que quizás no está tan empoderada para que la escuchen y hay que darles argumentos a esas personas, contenidos y seguridad para que se vuelvan agentes de cambio en su contexto.

Algunas personas tendrán que hacer un feminismo bonito, otras uno contestatario, unas uno más rudo. Unas serán masculinas, otras femeninas, otras trans y así sucesivamente.

“Hay mucha gente a la que hay que llegarle con distintas estrategias”.

No hay una sola manera de que esta masa gris de gente que no ha tomado partido se eche para acá. Hay que apostarle a distintas estrategias, lo que incluye YouTube, fotocopias, charlas… Hay que diversificar.

Y sí, definitivamente hay un sector de la población que no vamos a convencer. Hay gente que está radicalmente en desacuerdo y no vale la pena desgastarse con ellos.

6. ¿Cómo conciliar feminicidios y humor?

Para una campaña que hicimos con Estereotipas de “niñas, no madres”, fue difícil pensar en cómo hablar de esto de una manera entretenida cuando no tiene nada de divertido y sí mucho de aterrador.

Finalmente optamos por reducir el tema al absurdo, pero no siempre es posible. Hacer humor es difícil porque implica medir intangibles y dar en el punto y eso es un reto.

7. ¿Qué le falta al activismo en género para ser más efectivo?

Un punto a favor de quienes se oponen a la igualdad es que se han dedicado a apelar a las emociones de la gente y no a la racionalidad. Por el otro lado hemos estado muy confiados en tener la razón, pero esto no necesariamente conduce a un cambio social.

Para convencer a todo el mundo de que estamos en el lado correcto de la historia, se necesita apelar a las emociones. Eso es lo que hacen las religiones y estamos quedándonos cortos al respecto.

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