El 9 de febrero, día del periodista en Colombia, es un buen momento para reflexionar sobre qué les falta a los medios de comunicación para ser más amigables con los temas LGBT.
Hace unos años era impensable que un medio masivo de comunicación y de larga trayectoria, publicara portadas o editoriales contundentes respaldando la igualdad de derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT). Hoy eso se ve en periódicos colombianos como El Espectador.
En términos generales, ahora se percibe en varios medios de comunicación de Colombia un mayor interés por entender y abordar la diversidad sexual y de géneros desde una óptica menos sensacionalista o amarillista de la que se veía años atrás.
Antes, el asunto se limitaba a reseñar en las páginas o secciones judiciales las noticias de crímenes y violencias en las que estaban involucradas personas LGBT, con la certeza de que la suma de crimen y homosexualidad era una bomba periodística.
En 2013, cuando en el Congreso de Colombia se debatió el proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, buena parte de los periodistas y columnistas estaba a favor de su aprobación.
Incluso Alejandro Ordóñez, procurador general de la Nación –y destacado opositor de los derechos para las personas LGBT- habló de “matoneo mediático” por las críticas que recibieron sus declaraciones y acciones en contra del proyecto.
Sin embargo, a pesar de los avances y las buenas intenciones, también es cierto que muchos periodistas y comunicadores, además de desconocer conceptos clave sobre la diversidad sexual y de géneros, aún abordan estos temas con un enfoque sensacionalista.
Según Javier Olarte, profesor de la Facultad de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia, la mayoría de medios se aproxima a lo LGBT con superficialidad y con interés por generar escándalo porque eso les representa tráfico en sus páginas web.
“Las noticias se quedan sin seguimiento, no suelen presentarlas como asuntos de interés general y rara vez llevan a cabo investigaciones rigurosas”, señala Olarte.
Para Héctor Fabio Cardona, periodista que ha estado vinculado a diferentes medios de comunicación, muchas veces los periodistas evidencian sus propios prejuicios en los contenidos que elaboran. “En ocasiones, ni siquiera con mala intención sino como resultado de su desconocimiento al respecto”.
No es un hombre vestido de mujer
Para empezar, es importante que periodistas y comunicadores reconozcan las identidades de género de las personas trans. Esto significa no presentar a las mujeres trans como “hombres disfrazados”, ni mencionarlas en masculino, ni incluir frases como “el hombre que se hace llamar Valery”. La idea es respetar el género con el que cada quien se identifica.
Otro aspecto clave es no incluir la orientación sexual o la identidad de género, como si se tratara de un agravante, cuando se publican noticias sobre actos delictivos que involucran personas LGBT. Ejemplo de esto son titulares como “hombre gay fue detenido en asalto”. En este caso la palabra “gay” ni le pone ni le resta gravedad al hecho de fondo que es el asalto. La orientación sexual no es relevante en esta noticia.
También valdría la pena empezar a replantear especiales como “los 10 gais más poderosos” o “los 10 gais más influyentes”. En estos ejemplos pareciera que fue la orientación sexual y no su experiencia, trabajo o contactos, lo que los llevó a destacarse. En otras palabras, no es por sentir atracción por las personas de su mismo sexo que son influyentes o poderosos.
En los noticieros de televisión, además de la dificultad para reconocer la identidad de género de las personas trans, hay una mayor tendencia al sensacionalismo. El vínculo de estos espacios con lo LGBT generalmente se limita a las noticias de crímenes y delitos o de temas que clasifican como “polémicos” como el matrimonio igualitario o la adopción por parte de parejas del mismo sexo.
“Los noticieros siguen siendo de la vieja guardia. Pareciera implícito que solamente abordan este tema cuando hay escándalos o polémicas de por medio”, señala Héctor Fabio Cardona.
Por otra parte, tanto en los noticieros como en los medios impresos, las imágenes que acompañan los contenidos LGBT generalmente son las mismas: marchas del orgullo, activistas gritando o dándose un beso con una bandera de arcoíris en la plaza de Bolívar, un ponqué con dos novios o dos novias o unas manos entrelazadas con una bandera multicolor de fondo.
Esto no significa que no puedan usarse. El problema es que en algunos casos estas imágenes se convirtieron en una fórmula o en la única alternativa a utilizar.
Rara vez estas notas se apoyan con ilustraciones o con fotos similares a las que los periodistas suelen utilizar para acompañar las relacionadas con personas heterosexuales: parejas realizando cualquier actividad cotidiana.
Variedad de imágenes
Según Omar Rincón, crítico de televisión y director del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes (CEPER), es importante que los medios varíen las imágenes con las que apoyan los artículos de diversidad sexual.
De lo contrario, se sigue reforzando la idea de que todas las personas LGBT están de manera permanente asumiendo un único rol, cuando en realidad viven su cotidianidad como cualquier otra persona, más allá de que algunas, o muchas, asistan a marchas o protestas.
“No es aconsejable que siempre las muestren en una misma puesta en escena. Quienes tienen como único referente de lo LGBT lo que ven en medios de comunicación, pueden creer que estas personas están todo el tiempo en fiestas y marchas. En otras palabras, no las ven como seres comunes y corrientes”, asegura Rincón.
De hecho, el llamado “lobby gay”, concepto especialmente utilizado por sectores conservadores y líderes religiosos, también podría estar influenciado por esa única representación que los medios hacen de las personas LGBT.
Para Mauricio Arroyave, periodista que hasta hace algún tiempo se desempeñó como director del programa El primer café de Canal Capital, las cámaras se enfocan en lo que consideran más espectacular y los medios presentan ese material como si fuera la representación de todas las personas LGBT.
Asimismo, buena parte de los periodistas hablan de “la comunidad LGBT” como si se tratara de un grupo homogéneo que piensa y se comporta de igual manera. Según Arroyave, esta idea conduce a que muchas veces se confunda orientación sexual con identidad de género.
Tampoco es aconsejable que se utilice la palabra “condición” cuando se refieren a personas con una orientación sexual o identidad de género diversa, porque el mensaje que se envía es que es algo especial o raro y no unas de las tantas posibilidades que ofrece el espectro de la sexualidad humana.
Influyen pero no determinan
Ahora, no todo lo que pasa en la “vida real”, depende de lo que digan los medios. Aunque son importantes en la formación de la opinión pública tampoco son determinantes.
La mayoría de medios, por ejemplo, respalda abiertamente el proceso de paz que vive Colombia y aun así mucha gente se opone a esta negociación. Otros medios han apoyado (así algunos de sus contenidos contradigan ese mensaje) la no violencia contra las mujeres y estos hechos siguen presentándose.
“No se puede ser tan ingenuo de creer que las invitaciones de los medios en temas como estos van a calar de inmediato en la sociedad”, dice Cardona.
Sin embargo, si en temas como el matrimonio igualitario los medios mostraran un panorama más completo, entendiendo este tema como un asunto jurídico y no moral, quizás tendría mayor respaldo.
“La mayoría de reacciones en contra de este proyecto de ley estaban basados en argumentos que se caían de su propio peso. Hizo falta que los medios hicieran ver que muchos de los ‘peros’ expuestos, no tenían nada que ver con el tema en discusión”, afirma Arroyave.
Para Cardona, también es importante que el movimiento LGBT continúe con su trabajo por lograr la igualdad de derechos y erradicar la discriminación, pero de una manera más creativa y positiva.
“Los insultos y ofensas no deben contestarse con la misma moneda. Por el contrario, hay que sorprender con la calidad de la respuesta, para demostrar las diferencias entre un acto de bajeza y uno creativo. La idea es no dejarse desentonar sino responder con grandeza”, dice Cardona.
Por último, no sobraría que así como los periodistas y comunicadores que cubren economía o deportes se capacitan al respecto, también lo hicieran los responsables de los temas LGBT, incluyendo fotógrafos, camarógrafos, editores y directores. Vale la pena que aporten a la construcción de opinión pero con una mirada más amplia.