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Más de una forma de ser una princesa

El interés por captar público femenino desde la niñez ha llegado a los chocolates Kinder Sorpresa, que ahora incluyen en algunas de sus cápsulas hadas color rosa.

cómo evitar que las niñas sueñen con ser princesas
Publicidad alemana del huevo Kinder, con la que buscan atraer más publico femenino.

Hay pocas formas de felicidad más populares que los huevos de chocolate Kinder Sorpresa, que contienen en su interior un dinosaurio de plástico, un pitufo, un pequeño submarino, un avión, una locomotora o muchas otras figuras para armar.

Son tan populares que en los últimos años se han convertido, para muchos, en verdaderos objetos de culto, y seguramente todo el mundo conoce a algún coleccionista amateur más interesado en la “sorpresa” dentro del huevo que en el chocolate que la rodea.

De hecho, en 2004, Kinder Sorpresa celebró sus treinta años con una exposición en el Museo de Artes Decorativas de Fráncfort del Meno (Alemania), y desde hace un tiempo existe en la ciudad danesa de Farö un museo que guarda un par de miles de las figuras que los huevos contienen.

Hace un par de meses, los directivos de Ferrero, la compañía dueña de la marca, decidieron poner fin a la desatención a la que, en su opinión, su público femenino había estado condenado hasta ahora, lanzando primero al mercado una nueva serie de huevos “sólo para chicas”.

La campaña publicitaria alemana, que explota la combinación de diversos tonos de rosado, adopta como imagen corporativa a una sonriente hada pelirroja en minifalda, de ojos grandes y radiantes, y un tanto subalimentada.

Según informa la propaganda, uno de cada siete huevos (las razones para esta proporción son aún desconocidas) contiene la figura del hada madrina. La nueva idea habrá de contribuir sin duda a la alegría de cientos de pequeñas consumidoras y de cualquier cantidad de coleccionistas de inutilidades.

No es fácil ser una princesa

Aprovechando lo fructífera que resulta esta mezcla de pequeñas consumidoras e inutilidad, el pasado septiembre se inauguró en Munich Monaco Princesse, el primer salón de belleza para niñas entre cinco y quince años en Alemania.

Una nota publicitaria reflexiona: “Como sabemos, gracias a muchas películas, la vida de las princesas no es nada fácil”, razón por la cual no sorprende que “cuando el salón abrió sus puertas, el júbilo haya sido enorme”.

Kerstin Kobus, la dueña del salón (ella misma una princesa rubia –si bien algo entrada en años– de ojos grandes y radiantes), explica que Monaco Princesse ofrece todas las aplicaciones de belleza que las mujeres adultas conocen, y desea introducir a las chicas, “de modo inofensivo y sin embargo con mucho estilo”, en el uso y la aplicación de productos cosméticos.

La motivación humanitaria detrás del salón de belleza infantil es, según aclara la grande dame, preparar a las niñas “para el posterior ‘ser mujer’”. Y añade que aquella preparación se lleva a cabo “de forma lúdica y profesional”.

Esta temprana construcción social de lo que significa ‘ser mujer’ en boga desde hace un buen tiempo o como sostienen diferentes expertos: desde siempre no es un tema relacionado únicamente con la cuestión del género.

Se trata también de la construcción del consumidor perfecto. En los Estados Unidos, las niñas entre ocho y doce años constituyen el mercado de más rápido crecimiento en el campo de los cosméticos. Mensualmente se gastan 24 millones de dólares en productos de belleza infantiles, según el portal SmartMoney.

Este comportamiento hace, por supuesto, que la clientela infantil femenina sea extraordinariamente atractiva para todo aquel que tenga, como los creativos de Ferrero o la princesa de Munich, una “gran idea”.

Así, por ejemplo, la multinacional estadounidense Walmart anunció en 2011 el lanzamiento de “GeoGirl”, una línea de 69 productos cosméticos para niñas menores de doce años, que incluye exfoliantes, máscara, rímel y otra serie de argamasas de denominaciones ignoradas por el autor de esta nota.

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