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10 dudas básicas sobre la cultura queer

En la quinta entrega del especial “Queer con plastilina” de Sentiido, la profesora Chloe Rutter-Jensen aborda, entre otros temas, si la teoría queer es un asunto exclusivo de la academia.

Chloe Rutter-Jensen es profesora del Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales de la Universidad de Los Andes en Bogotá. Allí está a cargo de la cátedra “Sexo, cultura y sociedad” en la que tiene como misión enseñarles a sus alumnos teorías muy complejas en un lenguaje sencillo.

Chloe también es autora del libro: Temblores: Notas sobre sexo, cultura y sociedad, publicado en 2012, en el que aborda las teorías queer pensando en un público no especializado en la materia.

Sentiido la entrevistó para conocer su opinión sobre 10 dudas básicas acerca de la teoría queer:

1. ¿Qué tan válido es hablar de la sigla LGBTI+Q (de queer)?

Además de la sigla LGBTIQ, de manera más reciente algunas personas le agregaron las letras XX. Estas últimas buscan reconocer a ciertos grupos indígenas que tienen personas transgeneristas que no se denominan así o se reconocen de otra manera.

Sin embargo, me parece que en vez de seguir añadiendo letras a esta sigla, se debería dejar de hablar de sectores “LGBTIQ”. Finalmente son muchas letras para referirse a toda la población excepto a la dominante.

Quizás se podría usar solamente la “Q” porque todo lo que no cabe en una categoría podría ser queer. Así, por ejemplo, a una mujer que establezca relaciones afectivas con personas de su mismo sexo pero que no se identifique como lesbiana o bisexual o a un hombre que tenga relaciones con otros hombres pero que no se denomine gay, la “Q” les abre una posibilidad. Se podría hablar de prácticas queer y no necesariamente de personas LGBT.

2. ¿Se hablaba de prácticas y personas queer antes de que el tema empezara a ser estudiado en la academia?

Me imagino que desde que existen los seres humanos hay prácticas queer que anteceden al uso de esta palabra. Ha habido hasta reinas que han dejado su trono para vivir como hombres en otros países y de eso hace ya 200 años. Si se revisan los últimos tres siglos, hay muchas prácticas que se mantienen al margen de una sociedad que tiende a ser limitante y normativa.

3. ¿Qué persona podría ser ejemplo de prácticas queer?

Brigitte Baptiste, la directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Bogotá. Ella no se define ni como lesbiana, ni como bisexual o interesexual. Tampoco se podría llamar gay a una mujer que antes fue hombre y que tiene una esposa y dos hijas. Quizás se identifica más como mujer transgénero, pero abriendo mucho más esta categoría.

Ella no niega haber nacido hombre ni ser papá, dos características que hablarían de una aparente masculinidad, así que, claramente, es una persona que no cabe en identidades limitantes.

4. ¿Es lo queer sinónimo de gay?

No. Habrá gente con prácticas queer que tenga relaciones con personas de su mismo sexo, pero no gente que por ser gay sea necesariamente queer. Es decir, por el hecho de que un hombre establezca vínculos afectivos o sexuales con otros hombres, no significa que esté en contra de las estructuras de poder de la sociedad.

Hay, por ejemplo, hombres pertenecientes al Partido Republicano en Estados Unidos que seguramente se acuestan con otros hombres, pero cuya forma de hacer política es muy normativa y limitante, entonces sería difícil llamarlos queer.

5. Algunas personas piensan que la teoría queer desconoce las luchas políticas de los movimientos LGBT al cuestionar esas identidades. ¿Qué opina al respecto?

Quienes creen esto desconocen tanto el movimiento LGBT como el queer. Es cierto que lo queer se sale de las categorías LGBT, pero también es una manera de pensar otras luchas. Tener una óptica queer dentro de lo LGBT sería buscar la igualdad no solamente de quienes tienen prácticas sexuales no heterosexuales, sino también luchar por eliminar la opresión racial, de la mujer y de clase social.

Podrán existir movimientos de hombres gais que desconocen los problemas de las mujeres, pero uno que se denomine LGBT necesariamente tendría a mujeres trabajando por causas femeninas.

6. Algunas personas creen que la teoría queer está encerrada en la academia. ¿Cómo lograr que más gente conozca sus propuestas?

Un buen número de personas del movimiento LGBT dice que ellos sí son activistas que buscan la igualdad de derechos y la no discriminación, mientras que los académicos que estudian las teorías queer no.

Efectivamente, la palabra queer es más abordada en el ámbito académico. Además, se usa en inglés. No hay una palabra que en español tenga el mismo significado. Entonces, de por sí, es un concepto que viene de afuera.

Aunque existe una estrecha asociación entre lo queer y la academia, no creo que las personas que estudien estas teorías estén muy alejadas de movimientos prácticos. Es un activismo académico.

Ahora, se podría abordar la teoría queer en muchas otras partes. Un ingeniero, por ejemplo, podría pensar en una propuesta de baños que rompa con las categorías de masculino y femenino. O los responsables de elaborar perfumes podrían pensar otras alternativas más allá de que las fragancias de mujeres sean florales y las de hombre de una determinada manera.

7. Desde una perspectiva queer, ¿vale la pena luchar por el Matrimonio Igualitario y por unas políticas públicas LGBT?

Yo estoy en contra del matrimonio. Creo que esta institución debe eliminarse del sistema social. Yo preferiría que la lucha fuera por descartarlo porque nadie debería recibir algún beneficio, privilegio o aprobación del Estado por estar en una relación afectiva.

Si dos personas quieren celebrar con su familia y amigos que se van a vivir juntas, adelante, pero no me parece que esto deba necesitar de aprobación institucional. ¿Qué pasa con las personas solteras o con quienes tienen varias parejas?

El matrimonio limita la vida a la heteronormatividad (o cuando se cree que los seres humanos solamente corresponden a dos categorías distintas y complementarias: hombre y mujer y que las únicas relaciones sexuales “normales” son las que tienen lugar entre un hombre y una mujer).

Vale la pena luchar por el Matrimonio Igualitario o entre personas del mismo sexo, en la medida en que si en este momento esto es lo que existe para las personas heterosexuales, las homosexuales también deberían poder elegir si quieren o no casarse.

Desde una óptica queer, mi opinión es un “no” al matrimonio, pero mientras las leyes sean así, hay que luchar por la igualdad de derechos.

En cuanto al tema de políticas públicas LGBT, es importante seguir avanzando en educar a la gente a no discriminar y a dejar a un lado los prejuicios. Sería clave empezar desde el jardín infantil incluyendo lo queer. Enseñarles a las niñas, por ejemplo, que pueden jugar fútbol. Es tan simple como eso.

8. Debido a que se requiere que las personas se identifiquen como LGBT para conseguir políticas públicas o leyes específicas, ¿cómo podrían actuar las personas no heterosexuales que se identifican con la teoría queer?

Todas las personas sin distinción de su orientación sexual o identidad de género, deberían tener garantizado el derecho a la salud para que ninguna tuviera que afiliar a otra a este sistema. No debería existir la necesidad de garantizarle este servicio a un familiar o a la pareja. Mucho menos exigir que solamente se pueda compartir la EPS si se está casado o si la unión está reconocida por el Estado.

Cada persona debería tener EPS por sí misma. Todo ser humano debería tener derecho a un servicio de salud desde su nacimiento hasta la muerte sin necesidad de estar casado.

Tampoco tendría que ser necesario acudir a una categoría como la LGBT para exigir un derecho. Si el Estado garantizara los de todas las personas, no sería preciso tener unas categorías de lucha en educación o salud por ejemplo. Esto no está relacionado con sexualidad sino con el hecho de ser humano.

9. ¿Existe en lo queer acciones colectivas así como se llevan a cabo en el movimiento LGBT?

Hay movimientos con prácticas queer que no sé si se identifican de esta manera. Las integrantes de la agrupación Pussy Riot, en Rusia, son un ejemplo de esto. Yo las llamaría queer por la manera como desafían al Estado, la religión, las políticas sobre mujeres, pero no sé si ellas dicen ser queer.

Hay organizaciones, grupos y personas que funcionan sin jerarquías tradicionales y que no siguen las pautas de movimientos sociales, pero no sé si se califican como queer.

10. Algunos activistas LGBT se sienten alejados de la academia. ¿Es posible trabajar de una manera más articulada?

Sí se podría trabajar de manera más articulada. Es cierto que los académicos muchas veces hablan en su propia jerga, pero esto es algo que también hacen los músicos, los economistas, los periodistas, los politólogos…

Muchos gremios hablan entre ellos en su “idioma” y a veces pasa que, cuando están con otras personas, olvidan dejar de hacerlo. No creo que esto sea un intento por excluir. Se trata de que muchas personas están acostumbradas a hablar de una determinada manera.

En mi libro Temblores: Notas sobre sexo, cultura y sociedad, tuve la intención de hablar de teorías queer en un lenguaje que no fuera exclusivo de los académicos. Sin embargo, sé que para entenderlo se requiere cierto nivel educativo, aunque no necesariamente un pregrado en ciencias sociales.

La filósofa norteamericana Judith Butler maneja, a propósito, un lenguaje difícil de entender porque ella dice que los temas que aborda son tan complejos que así lo requieren.

Lo curioso es que muchas de las personas que se quejan del lenguaje enredado de los académicos que estudian las teorías queer, normalmente no critican a los filósofos, pero a los primeros sí les dicen que deberían hablar “como gente normal”. Esto puede ser un prejuicio porque en ocasiones no importa que en otras profesiones se utilice un lenguaje difícil de entender.

Aunque entiendo el reclamo de los activistas, es importante que sepan que hay artículos académicos sobre teorías queer escritos en un lenguaje cotidiano. Sin embargo, es un hecho que las personas que no están vinculadas con la academia tendrán más dificultades para entenderlos.

Pero yo no les digo a los economistas que hablen en un lenguaje que yo entienda. Yo simplemente sigo haciendo transacciones financieras.

Es injusto pedir que solamente ciertos grupos debieran hablar en un lenguaje que todas las personas entendieran. Como se trata de temas que abordan la cotidianidad de las personas, algunas creen que tienen derecho a entender toda la discusión académica sin haberla estudiado.

Aunque la queja es legítima, llama la atención que solamente se exija un lenguaje sencillo en unos ámbitos y no en todos.

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