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Cuento Blancanieves

La Blancanieves de la vida real

Lejos de ser un cuento para entretener a niñas buenas, Blancanieves es un cuento muy bueno para entrenar a personas que tienen que lidiar con un mundo real.

Esta semana me descubrí muerta del susto mientras leía “Blancanieves”. He de confesar que aunque algo sé de Literatura Infantil no había leído la versión de los Hermanos Grimm. Me había quedado, como muchos, con la versión de Disney.

Blancanieves no es una adolescente cuando se pierde en el bosque, tiene siete años y sobrevive a pesar de su corta edad. Encuentra una casa donde viven siete enanos y se queda a vivir con ellos, para el momento en que los encuentra tiene casi el mismo tamaño que ellos.

Disney la presenta como una adolescente que se encanta con unos seres minúsculos y que le parecen “tiernos” pero que no le aportan nada. Los Grimm, en cambio, tienen claro que estos siete hombrecitos le enseñan a Blancanieves a ser desconfiada, a ser precavida.

La bruja intenta matarla dos veces antes de la famosa manzana: primero con un lazo que amarra de su cuello y luego con un peine que le pone en la cabeza.

En el episodio de la manzana la astuta bruja envenena media manzana y así cuando Blancanieves –que ya ha aprendido a ser desconfiada- rechaza el regalo, la bruja se come la mitad para que la niña vea que no está envenenada.  Entonces, como cualquiera de nosotros lo hubiera hecho, Blancanieves acepta la manzana pero ha dudado y ha pedido una prueba para que la reina (disfrazada de anciana) gane su confianza, ha aprendido la lección de los enanos.

Cuando Blancanieves muerde la manzana, como todos sabemos, muere. Los enanos la entierran en un féretro de cristal que dejan en el bosque (como en Disney).

La diferencia radical está en que un príncipe que está perdido en el bosque (no va a buscarla), pasa y se obsesiona con la muerta (es un gusto bien particular) y convence a los enanos para que le dejen llevarse el féretro.

Sin besos ni amores

Camino a su castillo, uno de los criados del príncipe se tropieza y el féretro (con muerta y todo) se golpea contra un árbol y Blancanieves escupe el bocado de manzana envenenado, entonces despierta. Sí, sin besos ni amores a primera vista  porque no son los besos los que nos despiertan sino los golpes.

Al final del cuento la obsesiva reina pregunta nuevamente al espejo quién es la mujer más hermosa del reino y él le contesta que la nueva reina (Blancanieves, que se casará con el príncipe). La reina-bruja asiste a la boda para saber quién es su rival y Blancanieves la espera con unos zapatos de hierro hirviendo y la pone a bailar hasta morir. No sólo ha aprendido a desconfiar sino que se venga.

De alguna forma viene a ocupar el lugar de la reina-bruja y su capacidad para el mal. La diferencia está en que las acciones de la reina-bruja parecen no estar justificadas mientras que las de Blancanieves sí. La nueva reina de labios rojos como la sangre, piel blanca como la nieve y pelo negro como el ébano está lejos de ser una virgen María pelinegra.

Lo interesante de esta versión es que hay un aprendizaje del mal, de la desconfianza y de la venganza. Lejos de ser un cuento bueno para entretener a niñas buenas es un cuento muy bueno, interesante y angustioso para entrenar a niños que tienen que lidiar con un mundo real: seres obsesionados y dispuestos a matar por lo que dice cualquier espejo, hombres que se enamoran de muertas y enanos que no confían ni en su sombra.

2 thoughts on “La Blancanieves de la vida real

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