Muchas veces las personas que hemos vivido violencia sexual, incluidas las LGBTI, repetimos esta historia. El machismo está tan presente en nosotros/as como en cualquier otra persona.
Por Diego Ruiz Thorrens*
Vivimos en un país tan machista que hemos perdido la capacidad de conmovernos con cada nuevo caso de violencia de género que conocemos. También, frente a los casos de violencia contra las personas LGBTI que, como yo, pretendemos vivir libremente nuestra orientación sexual, identidad y expresión de género. En algunas regiones del país ser LGBTI nos sigue costando la vida.
El machismo pareciera encontrar cada vez nuevas formas de reinventarse. Por esto propongo que reconociendo cada quien su responsabilidad, encaminemos nuestras acciones para transformar esta realidad. (Ver: Hombres, ¿feministas?)
En mi caso, he sido dos veces víctima de agresión sexual. Violación. Esa violencia que sufrí ha disminuido mi capacidad de confiar y de acercarme a la gente, y cuando veo una noticia donde alguien vivió una situación similar, mi cuerpo se sacude y la sensación de llanto es incontenible.
“A veces sólo nos queda sobrevivir con las heridas que otros dejaron en nuestros cuerpos”.
Pero la pregunta que hoy me surge es: ¿qué pasa cuando quienes fuimos víctimas de violencia también la reproducimos? ¿Seremos conscientes de que muchas veces tenemos las mismas conductas de quienes nos lastimaron?
Las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans no somos ajenas a esto. El machismo en la población LGBTI, como en cualquier otra, existe. La “plumofobia”, “gordofobia” y “transfobia” son muestra de esto y formas de irrespetar al otro. (Ver: “Busco hombre acuerpado y cero plumas” ).
La violencia y agresión sexual entre hombres gais y bisexuales es real. ¿Por qué lo afirmo? Porque yo también he formado parte de quienes a pesar de haber sido víctimas de violencia sexual, la reproducimos.
Violencia no es solamente abusar sexualmente de otro, también lo es tocar sin autorización sus genitales, abusar del contacto físico sin aprobación o robar besos cuando no existió una señal de hacerlo. Nada de que “por ser entre hombres eso está permitido”.
También, aunque en menor escala, buscar por medio de terceros el número de WhatsApp de una persona que no está interesada en hablar con nosotros o tratar de forzar una amistad cuando no hay interés de la otra parte.
Debemos aprovechar este momento de transformación y revolución que el mundo está viviendo para que hombres gais y bisexuales nos sumemos al cambio. Las personas LGBTI tenemos una importante responsabilidad en acabar con el machismo incrustado en la sociedad para evitar a toda costa pasar de víctimas a victimarios.
*Director general ConPAZes Actúa. Email dthorrens@gmail.com
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Es horrible el machismo y está también en nosotxs. Hay que vigilarse. De hecho pienso que las personas que escapamos a lo que espera de nosotras el patriarcado deberíamos estar tan bien organizadas, al menos, como la gente conservadora. En torno a una nueva religión atea/agnóstica, feminista, antirracista, ecologista y aliada de los movimientos LGTBIQ lo podemos lograr. En infinito5.home.blog lo detallo.
La lectura de este tipo de temas deja en claro la importancia del lenguaje como medio de transformación de la psique social, para avanzar hacia una sociedad más incluyente que dé cabida a todas las expresiones. Okey hasta ahí. Creo, sin embargo, que el mismo uso del lenguaje está enfatizando y hasta recompensando la victimización, indirectamente privando al individuo de la capacidad de asumir la responsabilidad sobre sus actos y confrontaciones naturales que implica vivir.
Saludos y que siga el buen trabajo.