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Humberto De La Calle: están renaciendo visiones oscurantistas de la sociedad

Apostarle a la creación de conciencia, a la movilización pacífica y a estar alerta, son algunas de las recomendaciones del excandidato presidencial Humberto De La Calle para evitar que en el gobierno de Iván Duque se retroceda en derechos humanos. 

Fotos: Walter Gómez Urrego, especial para Sentiido

Humberto De La Calle proceso de paz
Después de las elecciones presidenciales, Humberto De La Calle retomó su rol de columnista y académico, pero sigue defendiendo los acuerdos de paz. Fotos: Walter Gómez Urrego.

La hoja de vida de Humberto De La Calle incluye ministerios, Registraduría Nacional, Vicepresidencia de la República, embajadas y la Asamblea Nacional Constituyente, entre otros cargos. “Es la persona más preparada para asumir la Presidencia de Colombia“, decían muchas personas hace poco.

Sin embargo, en la primera vuelta para el periodo presidencial 2018 – 2022 este abogado de Manzanares (Caldas), obtuvo cerca de 400.000 votos, mientras que Iván Duque, hoy presidente de Colombia, logró en ese momento poco más de 7.600.000. Finalmente fue elegido con cerca de once millones de votos.

En este descalabro electoral de De La Calle, la votación más baja de un aspirante liberal en los últimos años según el portal La Silla Vacía, pesó mucho que quienes no querían que Gustavo Petro llegara al poder, veían en Iván Duque el muro de contención más eficaz, y viceversa. Quienes no querían que el uribismo regresara a la Presidencia, veían en Petro la mejor manera de evitarlo.

Humberto De La Calle dice que ya quedó curado de la política electoral pero que sigue defendiendo su visión progresista de la sociedad desde otras trincheras: “uno no puede abandonar sus ideas”. Fotos: Walter Gómez Urrego.

Estas no fueron justamente las elecciones donde las propuestas de centro tuvieron especial acogida. Se ajustaron, más bien, al ambiente de polarización que ha marcado al país en los últimos años.

Menos aún hubo espacio para quien había sido el jefe del equipo negociador del Gobierno con las FARC-EP, proceso que empezó en 2012 con cerca de un 70% de aprobación y que hace poco contaba con un 17% de quienes respaldaban la implementación de los acuerdos.

Pero esto no siempre ha sido así. El libro Super poderosos: los protagonistas de 2014 de La Silla Vacía, cuenta que en 1991, una vez el entonces presidente de la República César Gaviria agradeció el trabajo de De La Calle como representante del Gobierno en la Asamblea Nacional Constituyente, este recibió un aplauso que comenzó a alargarse al punto de que los constituyentes, uno a uno, se fueron parando. La ovación duró diez minutos, algo poco usual en este país.

Ahora De La Calle, quien está retomando su vida por fuera de la política electoral, habló con Sentiido sobre cómo lograr una resistencia organizada frente a posibles retrocesos en materia de igualdad y de derechos humanos en el gobierno Duque, sobre los temas en los que la ciudadanía debe estar más alerta y sobre el camino a seguir para que tendencias de redes sociales como #LaResistencia o #NiUnPasoAtrás pasen a la acción.

Sentiido: ¿Qué tan grave es, en la práctica, el nombramiento del exprocurador Ordóñez como embajador de Colombia ante la OEA?

Humberto De La Calle: Vamos a hacer el ridículo porque a un escenario donde debe imperar la protección de los derechos humanos y un esquema de no discriminación, llega una persona con antecedentes ideológicos extremistas. La Organización de los Estados Americanos (OEA) puede haber perdido brillo, pero es un foro progresista donde los temas que se plantean serán abordados por el doctor Ordóñez desde una perspectiva negativa. (Ver: Así viví un foro sobre Matrimonio Igualitario)

Carlos Holmes Trujillo, ministro de Relaciones Exteriores, dijo que el doctor Ordóñez tenía que cumplir instrucciones y que, por tanto, su presencia no representa ningún peligro. Yo discrepo de esa opinión. Para la muestra, desde la Procuraduría el doctor Ordóñez persiguió a quienes no estaban de acuerdo con él. (Ver: La “mano negra” detrás del Matrimonio Igualitario)

“No pienso que Ordóñez pueda modificar una situación en la que participa todo el continente, pero Colombia no estará bien representada”.

S: ¿A qué le atribuye que algunas personas califiquen de “mamertos”, “pro FARC” o “pro lobby LGBT” a quienes abogan por la igualdad y la garantía de los derechos humanos?

H.D.L.C.: Esto obedece a un error del pasado, muy grave, de la élite colombiana: en la medida en que esta élite negaba los problemas que exigía el activismo respecto a los derechos humanos, fue entregando esas banderas a las fuerzas de izquierda, desconociendo que “derechos humanos” es un concepto universal -lo opuesto a la discriminación- y que funciona de manera genuina en una multiplicidad de países.

Aquí, por fuerza de esa actitud “negacionista”, la bandera de los derechos humanos fue quedando en manos de la izquierda como si fuera un tema exclusivo de este sector. Ese es un error que se ha venido perpetuando y agravando.

Así, cuando se hacen denuncias sobre violaciones a los derechos humanos, se percibe una actitud no solamente negativa sino de ataque con los sectores comprometidos con su defensa. Esto me recuerda al nuevo embajador de Colombia ante la OEA, Alejandro Ordóñez, quien en alguna oportunidad dijo que la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos son refugios de “izquierdistas”. (Ver: 8 puntos clave de la opinión consultiva de la Corte Interamericana sobre derechos LGBT).

“Hay que romper con la estigmatización de los defensores de derechos humanos y entender que la defensa de estos derechos es una obligación de toda la ciudadanía”.

S: ¿Cómo presionar al actual Gobierno para evitar retroceder en igualdad LGBT y en derechos de las mujeres?

H.D.L.C.: La suma de sectores religiosos que rodeó al presidente Duque durante su campaña sí puede significar retrocesos. Me remonto a la época en que en La Habana (Cuba) optamos por incluir en los acuerdos de paz un enfoque de género, celebrado por la comunidad mundial, cuyo objetivo era entender cómo la victimización de las mujeres y de las personas LGBT fue mayor que la de otras poblaciones en el conflicto armado colombiano. (Ver: LGBTI en la JEP: cambió la forma pero no el fondo).

La incorporación de este enfoque era apenas una manera de reafirmar un propósito de igualdad y de protección de los derechos de las minorías y, en el caso de las mujeres, de señalar la discriminación histórica que han vivido.

Lamentablemente algunos sectores religiosos deformaron ese propósito para crear un estigma de que se trataba de incorporar una llamada “ideología de género” que supuestamente buscaba desconocer la familia conformada por papá, mamá e hijos. (Ver: La tal ideología de género, ¿de dónde viene y para dónde va?).

Fue un acto digno de una enorme condena que genera sobre estos grupos tanto políticos como religiosos, o su mezcla, una deuda enorme con las mujeres colombianas porque lograron revivir viejas ideas de discriminación que con mucho esfuerzo habían venido desapareciendo.

Sí creo, entonces, que hay riesgos. Veo el renacimiento de visiones muy oscurantistas de la sociedad colombiana y un propósito de discriminación de las personas LGBTI y de volver a su estigmatización partiendo de una base, así no sea confesada, de que son sinónimo de degradación y de perversión, irrespetando por completo la orientación sexual y la identidad de género de cada quien. (Ver: Gobierno de Iván Duque: ¿está en riesgo la igualdad LGBT?).

“Sobre posibles retrocesos en derechos LGBT y de las mujeres, Sí que tenemos que estar en guardia en Colombia”.

S: En 2016 vimos el poder de movilización del concepto “ideología de género”. ¿A qué le atribuye su fuerza?

H.D.L.C.: Este concepto viene de afuera. Hay una especie de máquina promovida por grupos radicales de carácter religioso dirigida a crear ese fantasma de la “ideología de género” que llegó a Colombia en un momento de polarización política.

Así, alrededor del plebiscito se sumaron: 1. El odio de muchos colombianos hacia las FARC por los crímenes horrendos que evidentemente cometieron. 2. Las personas que por estar en contra del Gobierno expresaron ese “No” pretendiendo ir más allá de lo que se les estaba preguntando. (Ver: Es un “No” más profundo).

Este es justamente el semillero donde la llamada “ideología de género” tuvo un hábitat que benefició su expansión teniendo como base la mentira de que la utilización de un enfoque de género en un acuerdo del fin de un conflicto armado, era la manera de destruir lo que estos sectores entienden como las bases morales de la sociedad.

S: ¿Cómo interpretar de manera correcta la Constitución para entender que mientras artículos como el 42 se refieren al matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, el 13 dice que todas las personas son iguales ante la ley?

H.D.L.C.: La interpretación constitucional busca preservar los valores centrales de una Constitución, los cuales evolucionan y se modernizan. Es muy mal camino limitarse a una interpretación constitucional exegética o gramatical. Tampoco es buena idea limitarse al contexto histórico en el que nace una Constitución porque esta es como un barco que, una vez zarpa, tiene su propio designio en altamar y no está necesariamente ligada a los elementos que le dieron nacimiento.

Esto le permite a una Constitución política, sobre la base de textos antiguos, edificar ideas nuevas que se entretejan con valores más contemporáneos. Respecto al matrimonio, para preservar mecanismos cada vez más igualitarios y menos discriminatorios de la sociedad, se estableció que los derechos de las personas se verían cercenados si no se ampliaba el concepto matrimonial frente a la literalidad del análisis constitucional. Este es un fenómeno universal y es la clave de la interpretación constitucional.

“Uno podría hacer un análisis horrendo de la Biblia en materia de violencia y de discriminación si la entendiera literalmente, pero esa no es la lectura correcta a la luz contemporánea”.

S: ¿Por qué la mezcla entre religión y política está cada vez más presente, no solo en Colombia, sino en muchos países?

H.D.L.C.: El clímax del Estado laico se ha ido perdiendo. Es cierto que los valores religiosos deben ser respetados, son creencias válidas, y justamente cuando se habla de la separación entre Estado e iglesias no es para atacar las expresiones religiosas sino para dar un marco de respeto a todas las creencias y a quienes no tienen convicciones religiosas. (Ver: Rodrigo Uprimny: Dios sería el primero en defender el Estado laico).

Pero sí hay un resurgimiento de unas visiones poco racionalistas -el racionalismo está perdiendo prestigio e incidencia- y detrás de esto hay teorías conspirativas e imaginarias. Y aunque el verdadero Estado laico sostiene que el culto solo debe tener lugar en el ámbito privado, esta no fue la solución que Colombia le dio al tema.

Estrictamente hablando, Colombia no es un Estado laico sino “aconfesional”. Es decir, un Estado que dice “yo no me voy contra el culto” y acepta todas las religiones en igualdad de condiciones. A partir de la Constitución de 1991 ya no hay capillas católicas en cárceles u hospitales sino lugares de culto universales. Pero particularmente lo que está pasando es que algunas confesiones están mezclando ideas religiosas con ideas políticas. (Ver: La mezcla entre religión y política, ¿inevitable?).

“En Colombia existe un Estado aconfesional o que no privilegia ninguna confesión religiosa”.

S: ¿En este auge de lo religioso tendrá que ver el hecho de que hay grupos religiosos llegando a sectores del país a donde el Estado ni otros actores llegan?

H.D.L.C.: Me parece, más bien, que lo que está llegando ante la frustración, la desesperanza y la indignación de tanta gente, es un mensaje de redención de la vida futura que aminora su capacidad de protesta. Es una especie de adormecimiento. Yo no creo que estas religiones estén resolviendo carencias de las comunidades sino que, por el contrario, están acentuando la venta de esperanzas que producen alivio a quienes están padeciendo dificultades en esta tierra.

Durante su campaña presidencial, Humberto De La Calle propuso el Ministerio de la Mujer y no el de la familia. Para él, hablar de este último como hasta ahora se ha hecho, es retroceder en los derechos de las mujeres. Esa es la verdadera “ideología de género”, dice. Fotos: Walter Gómez Urrego.

S: En la práctica, ¿cómo llevar a cabo durante el gobierno del presidente Duque una resistencia efectiva frente a retrocesos de igualdad y derechos humanos ?

H.D.L.C.: En algunos temas está muy claro el propósito del nuevo Gobierno de dar marcha atrás y de desconocer derechos en los que Colombia ha venido progresando. Un ejemplo: el nombramiento de Alejandro Ordóñez como embajador ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), organismo encargado de promover los derechos fundamentales del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

En otros temas, hay actitudes distintas. La dirección de la Unidad Nacional de Protección que inicialmente iba a recaer en manos de Claudia Ortiz, una persona que se había manifestado de manera muy agresiva contra las personas que debía proteger, fue un nombramiento rectificado por el presidente Duque.

“El presidente Duque debe saber que lo que más le conviene a Colombia es preservar los acuerdos y avanzar en su fase de implementación”.

En el tema de la paz, la sentencia de la Corte Constitucional le da estabilidad a los acuerdos y permite presagiar que cualquier intento de modificación sustancial de los mismos no va a ser avalado por esta entidad.

En este momento es difícil hablar de una resistencia en general, lo que creo que debe haber es una movilización respecto de los temas que se vayan viendo en riesgo. Y la mejor forma de hacerlo es a través de los medios de comunicación y de la movilización física, utilizando incluso el derecho a la protesta pacífica, algo vigente y que no está en discusión, a pesar de ciertas declaraciones del ministro de Defensa.

En resumen: hay que apostarle a la creación de conciencia de la opinión pública, a la movilización por medios legítimos y pacíficos, a la presencia en las calles y a estar alerta frente a la evolución de las políticas en torno a los derechos de la ciudadanía.

“Ordóñez es una persona que se ha opuesto a los derechos de las minorías sexuales y de las minorías laicas, entre otras”.

S: En campaña el presidente Duque le dijo “No” a una constituyente. ¿Cuáles serían las consecuencias de que sí se llevara a cabo?

H.D.L.C.: Primero, yo no veo la necesidad de una constituyente. La reciente sentencia de la Corte Constitucional se basó fundamentalmente en el respeto a lo acordado en el proceso de paz y me parece que eso hace prever que el presidente Duque entenderá que cualquier idea de modificación sustancial de los acuerdos fracasará.

En el esquema actual donde ya no hay reelección presidencial, Duque no puede gastarse dos años discutiendo temas acordados. Me parece que a él le corresponde impulsar los procesos de implementación donde muchas fuerzas políticas, incluidas las FARC, están dispuestas a dialogar.

“Una constituyente podría convertirse en un escenario de retrocesos”.

Qué sentido tiene para el presidente gastarse un primer año de Gobierno en discusiones para introducir modificaciones de carácter constitucional y luego otro semestre en los desarrollos legales para que finalmente la Corte Constitucional, a juzgar por lo que hemos visto, termine anulando esas iniciativas.

Lo conveniente para Colombia es entender el acuerdo, respetarlo, trabajar en la búsqueda de concierto sobre su implementación y tener una agenda de futuro. Hay muchos temas que deberían comprometer más el entusiasmo nacional y no regresar a viejas discusiones. Cuatro años de presidencia terminan siendo poco si uno se gasta dos mirando hacia atrás.

Humberto De La Calle siempre ha dicho que en ese vídeo suyo que circuló en redes señalándolo como el promotor de la tal “ideología de género”, además de haber sido editado, él estaba reproduciendo una cita, no se trataba de una idea suya. Fotos: Walter Gómez Urrego.

S: ¿Cuáles son los principales riesgos que corren los acuerdos de paz en el gobierno de Duque?

H.D.L.C.: El primer riesgo y el más devastador es la violencia continuada sobre líderes sociales. El acuerdo debe abrir nuevos panoramas para la sociedad colombiana y no solamente para las FARC y el Gobierno.

La reforma rural integral es un paso absolutamente necesario que Colombia no ha querido dar por la ceguera de su clase dirigente. Si los reclamantes de tierra se ven sometidos, como lo estamos viendo, a una persecución de esta naturaleza, se pone en riesgo el propósito de buscar un campo más equitativo.

Los defensores de la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos también están siendo atacados por fuerzas de distinta naturaleza. Y allí también hay un elemento clave para la preservación de los acuerdos: la superación de los cultivos ilícitos a través de soluciones estables. La sustitución voluntaria es el camino más difícil pero el que le da más estabilidad a las decisiones.

“El presidente Duque debe crear acuerdos no solo entre élites o fuerzas políticas sino involucrar a las diferentes expresiones que forman parte de la sociedad”

En segundo lugar, algunos voceros del Gobierno persisten en hablar de “cambios sustanciales al acuerdo” partiendo incluso de premisas falsas. Con la insistencia de ese anuncio, están ocurriendo fenómenos que seguramente incrementarán las disidencias.

Tres jefes de las FARC han desaparecido del radar. Y ahí hay un riesgo de erosión hacia otras formas de criminalidad. Los colombianos no somos muy conscientes de que la situación del país en esta materia es excepcional: aquí se hizo un proceso para terminar un conflicto con un grupo armado pero hay otras fuentes de violencia.

S: Mucha gente cree que las FARC llegaron derrotadas a la mesa de negociación y que después de este proceso cambiarían su visión de mundo. ¿Qué decirles a quienes piensan esto?

H.D.L.C.: Cuando comenzamos las conversaciones, el apoyo al proceso de paz era muy amplio. Había dudas y algo de resistencia pero el apoyo rondaba el 70%. Con el tiempo fui descubriendo que parte de ese apoyo radicaba en que algunas personas creían que las conversaciones eran la “batalla final” para destruir a una guerrilla que no se había podido acabar militarmente. Esas personas no estaban adaptadas para buscar genuinamente acuerdos sino que pensaban que era una mesa para la derrota final de las FARC.

“En Bojayá hubo una solicitud de perdón muy contundente por parte de las FARC. El grueso de lo que fue esta guerrilla no está en plan de sacar pecho por la violencia que cometió”.

Ese camino era equivocado e inviable. Por más de que las FARC habían recibido grandes derrotas militarmente, su capacidad de daño era enorme. Me parece, entonces, que parte de los colombianos no entendió que se trataba de establecer unos acuerdos y, por otra parte, no quisieron mirar para el otro lado.

Por ejemplo: cuando se condena el cúmulo de delitos graves que cometieron las FARC, que es obvio que hay que condenar, muchas personas evidencian una miopía selectiva porque no ven los delitos que cometieron otros actores como los propios agentes del Estado y los paramilitares.

Si uno no entiende que aquí hubo un conflicto que debe terminar pasando por completo la página y deja vivos unos eslabones de violencia que en el fondo considera justificados, no vamos a tener paz en Colombia. Y eso es lo que estamos viendo.

“Buena parte de la resistencia a la JEP y a la Comisión de la Verdad es por el deseo de evadir las responsabilidades de otros actores del conflicto”.

Lo dije cuando era jefe de la misión negociadora: nosotros no íbamos a instruir a las FARC sobre las “bondades del capitalismo” como si fuéramos una especie de misioneros del capitalismo. A las FARC les repetimos: este proceso es para dejar las armas, no su ideología, porque ellos debían tener garantías para continuar tratando de convencer a los colombianos de sus ideas, así probablemente no iban a lograrlo.

El resultado electoral evidencia que nunca fue ni mínimamente cierta la idea de que les habíamos entregado el país a las FARC. Esa fue parte de las fábulas que se vendieron. En todo caso, nunca se les dijo a las FARC que tenían que cambiar sus ideas para poder firmar un acuerdo.

“Es una irresponsabilidad decir que las FARC estaban acabadas”.

Mucha gente partía de la base de que faltaba muy poco para que las FARC fueran derrotadas militarmente y que el gobierno Santos las fortaleció. Sin embargo, cuando las FARC entregaron las armas hubo quienes dijeron: “pero tenían muchas armas modernas, armas de combate“. La pregunta entonces es: ¿no que las FARC estaban acabadas?

Es claro que esta guerrilla había recibido golpes y había sufrido graves bajas militarmente, pero aún tenía capacidad de actuar a su manera clásica: no enfrentando directamente al Ejército sino golpeando y huyendo, ubicándose en la marginalidad del territorio colombiano, produciendo una gran perturbación.

S: Quienes están en cargos de toma de decisiones, ¿cómo pueden ejercer una oposición eficaz más allá de intereses personales?

H.D.L.C.: Estamos entrando en una fase relativamente nueva de la política. Primero, el resultado de la elección presidencial permitió la expresión de más de ocho millones de votos que manifestaron una indignación o una insatisfacción con el estado de cosas en Colombia. Después, si bien la consulta anticorrupción no logró el umbral, sí provocó un movimiento de casi 12 millones de votos absolutamente espontáneos.

“Lo ideal es que la actividad que se verá en el Congreso no se limite a este escenario sino que provoque unas réplicas de discusión en la sociedad civil”.

Por otra parte, seguramente en el Congreso de la República tendrá lugar una discusión permanente muy saludable para la democracia. A diferencia del pasado, el Gobierno no cuenta con una mayoría consolidada a través de los mecanismos tradicionales. (Ver: Se eligió un nuevo Congreso, ¿qué pasará con los temas LGBT?).

“La idea de cerrar algunas cortes me parece desacertada, muy riesgosa”.

S: ¿Qué tan viable es acudir a movilizaciones tan masivas como las que se vieron después de que ganara el “No” en el plebiscito?

H.D.L.C.: Hay que estar en guardia pero no es fácil mantener ese grado de movilización, hay momentos donde simplemente la chispa se enciende. Sin embargo, sí hay que apostarle a la formación de una opinión pública consciente porque parte de lo que está pasando es que las redes sociales se han ido cooptando por extremistas cuya tarea es insultar.

Es lamentable ver que ni siquiera hay diálogo en el sentido de una secuencia lógica: uno dice algo sobre un tema y la respuesta es “¡cállese castrochavista!” sin responder con argumentos sobre el punto en cuestión. Cualquier expresión razonada frente a la que, por supuesto, puede haber distancia, termina siendo contestada con insultos. Esa es la muestra clara del prejuicio. (Ver: Chao prejuicios).

Por esto el esfuerzo grande es pedagógico: tratar de formar una opinión pública para discutir con argumentos. Cuando se habla de un acuerdo no creo que tenga que ser necesariamente unánime, el consenso es una palabra bonita pero que termina paralizando la capacidad de cambio de una sociedad.

Tenemos que seguir discutiendo y, seguramente duro, pero con convicción y en un ejercicio de confrontar posiciones que es lo que dialécticamente permite que surjan nuevas opciones de pensamiento y no estar enfrascados en insultaderas oprobiosas. (Ver: No.La culpa no es de las redes).

“Yo soy optimista en que lo que se ha logrado a partir de 1991 podrá preservarse”.

S: Un tema preocupante es el asesinato de tantos líderes sociales. ¿Cómo estar más activos frente a este tema?

H.D.L.C.: Hay una cierta convivencia con este tipo de fenómenos. Basta recordar años atrás cuando se encontraron los cuerpos de jóvenes a quienes habían hecho pasar por guerrilleros -práctica conocida como “falsos positivos”- que el propio presidente Uribe dijo: “no estarían recogiendo café“, dando entender que había algo más allí.

“En ocasiones se percibe indiferencia, sobre todo en las ciudades, frente al asesinato de tantos líderes sociales”.

Esa visión es extraordinariamente peligrosa y equivocada. A veces los gobiernos tratan de minimizar estos acontecimientos, de decir que son casos aislados, que no son prácticas sistemáticas o hasta de promover la idea de que “se lo merecían”.

Me parece que lo que hay que hacer es todo lo contrario: debemos señalar que el fenómeno existe, que es grave e incluso pedir ayuda internacional, mayor presencia y más movilización ciudadana. El punto de encuentro de toda la ciudadanía, incluso de quienes se oponen a los acuerdos de paz, tiene que ser la preservación de la vida.

S: ¿Será que el triunfo de personas como Trump son muestra de que el mundo está pasando por un periodo antidemocrático?

H.D.L.C.: No lo veo en una perspectiva de “democracia vs. no democracia” sino de “racionalismo vs. ideas no racionales”, cuyo resultado es el auge de liderazgos populistas de derecha y de izquierda que ganan elecciones, que no respetan la separación de poderes y que creen que “la mayoría” es la única regla de una democracia, olvidando que esta fue diseñada fundamentalmente para defender a las minorías.

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