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¿Eres masculino?

Esta pregunta que tanto circula en redes sociales diseñadas para hombres gais, evidencia la discriminación que la sociedad ha tenido con lo femenino al considerarlo inferior y como un comportamiento que debe evitarse.

Por: Brian Alvarado Pino*

Si usted se define como un hombre gay, bisexual o de alguna otra manera, seguramente ha tenido algún acercamiento o ha participado en los chats, redes sociales y aplicaciones “para levantar”.

Estas aplicaciones y páginas están hechas para mostrar y buscar. ¿Mostrar qué? Lo que usted quiera: desde su cuerpo hasta sus sentimientos.

¿Buscar qué? Cualquier cosa: desde sexo casual hasta una buena charla, un amigo o una pareja. Todo depende. No hay reglas específicas. No espere encontrar de “primerazo” al amor de su vida o al “polvo” del año. Para bien o para mal, déjese sorprender.

Eso sí, allí abundan los cuerpos “perfectos” y las ganas de sexo, pero también los lugares comunes y las preguntas prefabricadas al estilo: “¿cómo estás?”, “¿qué onda?”, “¿qué te gusta” o “¿activo o pasivo?”.

Hablo de ManHunt, Grindr, Bender, Scruff, Badoo y un largo etcétera.

También circula una que no acabo de entender y que me genera dudas y sensaciones encontradas: “¿eres masculino?”

¿Qué clase de pregunta es esa? Ustedes me dirán que entre gustos no hay disgustos. Y es cierto: cada quien tiene un prototipo de belleza o un ideal de pareja o amante en el que puede tener en cuenta desde el color de su pelo, sus ojos y piel hasta cómo se viste y qué hace con su vida y su cuerpo.

Tal vez usted prefiere que su amante o pareja sea más femenino o más masculino, más rudo, más sensible, más amable o más antipático. En fin, siempre tendremos preferencias y es apenas natural. Y si hablamos de sexo, ¡qué mejor que tenerlo con alguien que nos guste!

Sin embargo, últimamente encuentro que los chats y las aplicaciones para “levantar” se han convertido en espacios de reproducción de ciertos discursos basados en la discriminación y en prácticas de violencia simbólica.

La pregunta: “¿eres masculino?” no es inocente ni desprevenida. Es un cuestionamiento que se da a partir de lo gay y de una posición que legitima y privilegia la heterosexualidad como la única opción válida en una sociedad.

Fíjense en quién se las ha hecho y en la descripción y foto de perfil de esas personas –sin ser prejuiciosos– claro. Normalmente quien formula esa pregunta lo que quiere decir es que odia a “las plumas” y prefiere a los hombres que ocultan su lado femenino y, como escuché alguna vez: “a los que no se les note”.

¿Qué no se note qué? Que no soy heterosexual. Que tengo sexo con hombres. Que puedo ser femenino. Que puedo ser pasivo o activo y que no me interesa una etiqueta. Eso es lo que ellos no quieren que se note.

Vivimos en una sociedad donde diversos grupos y movimientos políticos y sociales luchan por reivindicar derechos y, sobre todo, por poder ser. Es decir, que se les note lo que son, sin miedo, si así lo quieren. No hay nada que esconder y a veces tampoco mucho que mostrar. Simplemente hay que ser.

Póngase a pensar cuántas veces no ha dicho, a modo de insulto: “no seas nena”, “no seas marica”, “no seas tan loca”, “cero plumas” o “¡no seas tan femenino!”

A diario luchamos porque esta sociedad sea más respetuosa con la diferencia, con nuestras elecciones y prácticas sexuales, así como uno respeta las de los demás. Pero, ¿no estamos reproduciendo las prácticas que tanto hemos criticado?

Dentro de lo que  se denomina “comunicad LGBTI” todavía hay escondida una infinidad de prácticas y discursos machistas donde se privilegia la heterosexualidad: el gay más femenino es visto como “la loca” o el más vulnerable.

Esto reproduce las prácticas que la sociedad tiene frente a las mujeres o donde lo femenino es visto como algo inferior y débil. Algo que no hay que ser o que hay que negar. ¿Le tiene miedo a ser femenino? ¿Por qué? ¿Qué es lo que no quiere que se le note? ¿Por qué es tan importante ser absolutamente masculino?

*Politólogo y comunicador.

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