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5 claves para entender el enredo de los manuales de convivencia

Compartir información fuera de contexto, difundir rumores e infundir miedo son tres de las estrategias que han predominado en la discusión sobre la revisión de los manuales de convivencia de los colegios. Sentiido aclara 5 aspectos en los que se ha centrado la confusión.

La revisión de los manuales de convivencia que el Ministerio de Educación de Colombia debe realizar anualmente en los colegios, ha generado en esta ocasión un profundo debate en el que han primado el miedo, el fanatismo religioso y la información fuera de contexto.

Pero esta confusión no es producto del azar. Evidencia una estrategia muy bien organizada por quienes están en contra de una educación pluralista, acorde con un Estado laico y donde la autonomía de los colegios y el derecho de los padres a educar a sus hijos, estén sujetos a la Constitución Política y a la legislación nacional.

La desinformación que se ha visto (como la supuesta cartilla pornográfica que el Ministerio de Educación produjo) y los rumores difundidos (que un profesor le va a decir a un niño que sea niña o viceversa), son una reacción a una sentencia de la Corte Constitucional (T- 478 de 2015) que les ordena a los colegios no discriminar a sus estudiantes por su orientación sexual e identidad de género.

La polémica desatada ha demostrado que a pesar de los avances legales que el país ha tenido en cuanto a pluralidad e igualdad, en la cotidianidad mucha gente se resiste a estos cambios.

Sentiido aclara 5 de las dudas que esta situación ha generado:

 Quienes hablan de “ideología de género”, también suelen utilizar expresiones como “lobby gay” y “estilo de vida homosexual”.

1. No existe una “ideología de género”

Este fue un concepto creado décadas atrás por sectores conservadores y religiosos. Según explica el portal La Silla Vacía, la expresión data de los años 90, en tiempos del papa Juan Pablo II. Desde entonces, la utilizan algunos líderes y fanáticos religiosos para calificar una educación sexual integral, plural e incluyente.

Para respaldar que sí existe una “ideología de género”, algunas personas acuden a artículos, como uno muy difundido por estos días, titulado: “El Colegio Americano de Pediatras desmonta la ideología de género y la transexualidad infantil en 8 puntos“.

Porque aparece una fuente supuestamente confiable (el Colegio Americano de Pediatras), el documento se difunde sin reparos. Sin embargo, la mayoría de quienes lo comparten desconocen que esta organización, creada en 2002, no tiene nada que ver con la Academia Americana de Pediatría, (AAP), fundada en 1930.

Con solo echarle un vistazo a Wikipedia y revisar las fuentes que allí se citan, es fácil constatar que mientras la primera tiene alrededor de 200 miembros, esta última tiene cerca de 60.000.

El Colegio Americano de Pediatras es una organización conservadora, liderada por un grupo de pediatras que se opone a que, con base en estudios científicos, la AAP señale que la orientación sexual de una persona no tiene relación con ser o no buenos padres y a que por tanto, avale la adopción por parte de parejas del mismo sexo.

El Dr. Joseph Zanga, uno de los fundadores del Colegio Americano de Pediatría, ha señalado en algunas entrevistas que esta organización cree que la familia debe estar conformada por un hombre y una mujer.

Es suficiente con revisar la página del Colegio Americano de Pediatras para identificar que sus integrantes se oponen a las relaciones entre personas del mismo sexo. Por tanto, es lógico preguntarse si sus estudios no tendrán un interés en cuestionar la idoneidad de las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT).

La expresión “ideología de género” no es utilizada en academias científicas de larga trayectoria y quienes la usan suelen acompañarla de palabras como “imposición” o “adoctrinamiento”. De ahí, también, su connotación negativa.

Normalmente es utilizada para oponerse a una educación sexual integral que incluya las diferentes orientaciones sexuales e identidades de género. Este último concepto, se refiere a la percepción que todas las personas tienen de sí mismas en cuanto a sentirse hombre, mujer o en el medio, sin tener en cuenta sus genitales o características físicas.

La identidad de género incluye a las personas cisgénero o aquellas que se identifican con el sexo que les asignaron al nacer. Es decir, quienes tienen vagina, fueron clasificadas como mujeres y se sienten así o, quienes tienen pene, fueron clasificados como hombres y se sienten así. Es la identidad de género predominante. El concepto “identidad de género” también cobija las identidades trans (transgénero, transexuales, travestis, etc).

La Silla Vacía explica, citando a Julieta Lemaitre, docente de la Universidad de los Andes, que en una educación católica conservadora como la predominante en Colombia, es mal visto decir que algunas personas pueden ser clasificadas en un género al momento de nacer, pero más tarde identificarse con otro.

Sin embargo, enseñar que existen diferentes orientaciones sexuales e identidades de género no significa imponer una “ideología de género”. Mucho menos que los niños vayan a decir “quiero ser homosexual” o “de ahora en adelante voy a ser transgénero”.

Entre otras cosas, porque tanto la orientación sexual como la identidad de género, corresponden a vivencias internas muy profundas que no se eligen y que no pueden ajustarse a lo esperado por los papás, los docentes o las religiones. ¿O quién decide ser heterosexual? Simplemente cada persona asume su orientación e identidad.

Lo que sí se logra enseñando estos conceptos y explicándolos claramente -acorde con la edad- es que los menores entiendan que hay diferentes formas de existir y que, por minoría que algunas sean, merecen el mismo respeto y reconocimiento que las demás.

Entender que ser homosexual o trans no es motivo de burla ni de señalamientos, disminuiría notablemente los índices de bullying por orientación sexual e identidad de género, uno de los más frecuentes en las instituciones educativas, que más consecuencias genera, pero del que menos se habla.

Según explicó recientemente Yolanda Reyes, escritora y propietaria de un jardín infantil, la diversidad se aborda con los niños a medida que van preguntando. “Lo importante es permitir que se expresen y crear ambientes incluyentes. Se trata de que reconozcan, sin misterios, la diversidad existente en la sociedad“.

Impartir una educación sexual integral que contemple que existen personas lesbianas, gais, bisexuales y trans, no es imponer una “ideología de género”, todo lo contrario: es facilitar que en las instituciones educativas se aprenda a respetar y a valorar a todos sus estudiantes sin importar sus diferencias.

2. Sí existe la cartilla Ambientes escolares libre de discriminación

Después de la sentencia de la Corte Constitucional sobre el caso de Sergio Urrego, el Ministerio de Educación firmó un convenio de cooperación con tres agencias: UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) y PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo).

El convenio incluía, entre otros, crear un documento técnico para consulta de maestros y rectores, titulado “Ambientes Escolares Libres de Discriminación”. El documento es útil a la hora de actualizar los manuales de convivencia, desarrollar la ruta de atención para la convivencia escolar y la construcción del Sistema de Información Unificado de Convivencia Escolar.

Es un material que hace énfasis en orientaciones sexuales e identidades de género y no en otros temas, porque así lo estipula la Corte Constitucional. Esto, teniendo en cuenta que el acoso que Sergio Urrego vivió se debió, principalmente, a su orientación sexual. El trato que recibió evidenció prejuicios y un desconocimiento del tema por parte de las directivas y docentes de la institución donde estudiaba.

Por tanto, la Corte le ordena al Ministerio de Educación en la sentencia T – 478 de 2015: “implementar, si no lo ha hecho aún, al programa para el desarrollo de competencias ciudadanas, la educación para el ejercicio de los derechos humanos –en particular el derecho a la identidad sexual– e incorporarlos de manera expresa en los proyectos educativos institucionales de todos los colegios del país“.

También le ordena “una revisión extensiva e integral de todos los manuales de convivencia en el país para determinar que los mismos sean respetuosos de la orientación sexual y la identidad de género de los estudiantes y para que incorporen nuevas formas y alternativas para incentivar y fortalecer la convivencia escolar y el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos de los estudiantes“.

A pesar de que en este sentido la cartilla resulta de gran utilidad, tanto la ministra de educación Gina Parody como el presidente Santos prefirieron negarla o borrar con el codo lo que hicieron con la mano, como si se tratara de un material nocivo para la comunidad educativa.

Al Ministerio de Educación no solamente le interese disminuir la discriminación por orientación sexual e identidad de género, pero en esta ocasión tiene que ajustarse a lo estipulado por la Corte.

3. Colombia Diversa sí participa en la revisión de los manuales, pero no es la única organización:

La sentencia de la Corte Constitucional establece que la revisión de todos los manuales de convivencia debe hacerse en un plazo máximo de un año. Por tiempo y logística, el Ministerio de Educación no puede hacer esta tarea solo.

Por tal motivo, firmó un convenio por un monto de $1.586.728 millones de pesos con organizaciones que cuentan con un conocimiento técnico importante respecto a lo que establece la Corte. Estas son: Colombia Diversa, UNICEF, UNFPA, PNUD y CISP, organización italiana encargada de ejecutar los recursos.

Contrario a lo que se ha difundido, ese dinero no fue a parar a la ONG Colombia Diversa, sino que fue CISP la organización responsable de ejecutarlos en: salarios del personal a cargo, traslados y material requerido, entre otros gastos.

Es importante aclarar que estas organizaciones no elaboran los manuales de convivencia. Su tarea se limita a un acompañamiento técnico. Para tal fin, el ministerio formuló una serie de preguntas orientadoras para que a la hora de actualizar sus manuales, la comunidad educativa analice cómo están sus instituciones en enfoque de derechos, diversidad y pluralidad, resolución de conflictos y promoción de la convivencia.

4. La autonomía de los colegios y el derecho de los papás a elegir la educación de sus hijos tienen límites:

El artículo 68 de la Constitución Política de Colombia estipula que los papás tienen derecho a escoger el tipo de educación que quieren para sus hijos. Pero esto no significa que puedan impedir que en los colegios les hablen de diversidad sexual y de género, por más que la institución elegida tenga alguna filiación religiosa.

Entre otras cosas, porque la Ley General de Educación (115 de 1994) señala que todos los establecimientos que ofrezcan educación formal deben impartir educación sexual en preescolar, básica y media, de acuerdo con las necesidades psíquicas, físicas y afectivas de los estudiantes según su edad. Y una educación sexual integral implica abordar las diferentes orientaciones sexuales e identidades de género.

“Un colegio no puede apelar a la autonomía institucional para discriminar. En esos casos el Estado debe intervenir”, señaló recientemente Rodrigo Uprimny, investigador del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia).

Le corresponde al Estado, en cabeza del Ministerio de Educación, garantizar una formación en el respeto por los derechos humanos, la paz y la democracia. Si bien los papás tienen derecho a escoger la formación de sus hijos, no pueden impedir que reciban una educación sexual integral. Y le compete al Estado vigilar que así se cumpla.

Enseñar que existe diversidad sexual y de género y que esta debe respetarse, no atenta contra la autonomía de los colegios.

5. La revisión de los manuales de convivencia no es algo nuevo ni una idea de la ministra Gina Parody

De acuerdo con la Guía No. 49, “Guías pedagógicas para la convivencia escolar” del Ministerio de Educación, los manuales de convivencia son parte fundamental del Proyecto Educativo Institucional (PEI). Deben incluir los derechos y obligaciones de todas las personas de la comunidad educativa en aras de convivir de manera pacífica y armónica.

La actualización de los manuales de convivencia está estipulada en la Ley General de Educación (115 de 1994). Las secretarías de educación, con lineamientos entregados por el Ministerio de Educación, son las entidades responsables de verificar que esto se cumpla.

Según Andrés Leonardo Sarmiento, integrante del equipo de programas transversales del Ministerio de Educación, la actualización es anual porque los problemas de convivencia pueden variar de un año a otro.

“Como en este momento la actualización hace énfasis en el respeto por la diversidad sexual y de género, debido a la sentencia de la Corte, el ministerio se basa en criterios técnicos sobre qué es orientación sexual y qué identidad de género”, señala Sarmiento.

“Si no tenemos unos manuales de convivencia participativos, no vamos a llegar a ninguna parte. El reto del que no puede desviarse el debate es lograr escuelas que incluyan a todas las personas, sin importar las diferencias”, señala Carolina Piñeros, directora de Red PaPaz.

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