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Beatriz Quintero: el feminismo es radical porque incomoda

Beatriz Quintero, una de las protagonistas de la segunda ola del feminismo en Colombia y la coordinadora de la Red Nacional de Mujeres, comparte con Sentiido todo lo que el feminismo le ha aportado a su vida. #VocesFeministas.

Fotos y vídeo: @andresgofoto de @goteam.media
Cómic: Powerpaola, especial para Sentiido.

Qué bueno conocer al Santo Grial del feminismo en Colombia”, le dijo a Beatriz Quintero una feminista de las nuevas generaciones. A ella el comentario le dio risa no solamente por lo poco que se identifica con un elemento religioso como el Santo Grial sino porque siente que en el feminismo colombiano hay otros “santos griales” más grandes que ella.

Pero sí, Beatriz Quintero es una de las grandes del feminismo en Colombia. Todo empezó en el colegio porque le gustaban las matemáticas y decidió estudiar una carrera relacionada con esta área, pero el comentario que escuchaba era: “esas son carreras masculinas”.

Ella no entendía por qué le decían esto. Y eso que forma parte de una familia paisa, católica, de 10 hijos, con un clásico papá proveedor y una mamá que dejó su empleo para casarse, en la que fácilmente frases como esa podrían repetirse.

Sin embargo, en ese hogar tradicional rápidamente le dejaron claro que su herencia iba a ser la educación, la que eligiera, de ahí que ella y sus hermanas pasaron por la universidad, algo no tan usual en los 60.

El feminismo es radical
Beatriz Quintero viene de una familia paisa, católica, tradicional, de 10 hijos, con un clásico papá proveedor y una mamá que dejó su empleo para casarse y dedicarse tiempo completo al trabajo de la casa.

“En la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional de Medellín no pensaron que iban a estudiar mujeres. Por eso no construyeron baños para mujeres”.

A mediados de los noventa Beatriz Quintero dejó su profesión de ingeniera para trabajar con grupos de mujeres. Inicialmente se vinculó en informes y evaluación.

En 1969, a los 16 años, entró feliz a estudiar Ingeniería de Sistemas. Pero se estrelló con un mundo muy masculino. “Había pocas mujeres y muchas caras de sorpresa al ver que nosotras queríamos estudiar ingeniería, al punto de que no había baños para mujeres”.

Yo me relacionaba con mis compañeros de manera muy ‘igualada’, dirían ellos. No me enredaba en si había o no machismo, pero una vez en una clase de geometría, en la que había cuatro mujeres y 30 hombres, al profesor le aterró ver ‘tantas mujeres’ y dijo algo que me ofendió mucho: que estábamos allá para buscar marido”.

Poco después Beatriz Quintero empezó a vincularse con el movimiento estudiantil y de izquierda. Ahí le resultó más evidente la desigualdad entre hombres y mujeres y, particularmente, entre líderes políticos hombres y mujeres. “Como siempre, eran ellos quienes lideraban”.

Con el tiempo fue separándose del catolicismo. La vinculación con grupos de izquierda me ayudó a desprenderme de muchas creencias, a definirme como atea y a plantear el tema en mi casa. Lo bueno es que mi familia, a pesar de ser tradicional, entiende la libertad de cada quien. Mi papá va a misa y reza rosarios pero nunca obliga a nadie a hacerlo. Está plenamente convencido de que la gente es distinta y lo acepta”.

De manera paralela, llegaron a sus manos libros como El segundo sexo de la filósofa francesa Simone de Beauvoir (1908 – 1986). “Tengo en mi biblioteca la misma edición de hace años que siempre voy a tener, así no la vuelva a leer”. Otra de sus autoras favoritas es la escritora británica Virginia Woolf (1882 – 1941). “Cuando leí El cuarto propio quería que todo el mundo lo hiciera. Me pareció de una profundidad extraordinaria”.

Más adelante, el Estudio de la Sexualidad Femenina, conocido como El informe Hite, publicado en 1976 por la sexóloga alemana Shere Hite, le abrió los ojos al mostrarle cómo las mujeres tienen una sexualidad más reprimida.

Así, llegó a formar parte de grupos de mujeres para protestar contra los reinados de belleza, la desigualdad, el acoso y la violencia sexual. “Le apostábamos a que la gente cambiara su percepción sobre el hecho de ser mujer”. (Ver: 90-60-90 suman 240).

Cómic: Powerpaola, especial para Sentiido.

Yo aprendí mucho de las sufragistas y entendí que sin ellas no estaríamos las feministas de la segunda ola. Y, sin esa segunda ola, tampoco estarían las de la tercera ola”.

En esa etapa conoció a Rosita Turizo, una de las mujeres que contribuyó a lograr el voto femenino en Colombia. “Un tema central de nuestras conversaciones era cómo ellas habían conseguido el derecho al voto porque suele pasar que, en cada contexto, las feministas más jóvenes desconocen la importancia de lo que hicieron las otras y no se reconoce tanto que gracias a ellas, estamos donde estamos”. (Ver: Tres grandes del feminismo en Colombia).

En ese entonces, interrumpir un embarazo era un delito y Beatriz Quintero veía mujeres que lo hacían de manera clandestina porque no había otra opción. “A finales de los setenta, después de que una amiga llegó de Europa y trajo una campaña de aborto libre y gratuito, empecé a salir a marchar en Medellín con un colectivo exigiendo lo mismo”.

Yo formaba parte de un feminismo en el que no se hablaba de interseccionalidad como ahora, aunque nos referíamos a ‘las mujeresy no a ‘la mujer’: reconocíamos las diferencias de clase social o color de la piel, pero sabíamos que nos unía el hecho de ser mujeres”.

El tema de la orientación sexual empezó a estar presentes en los encuentros feministas. “Ahí aprendimos mucho sobre diversidad sexual y de género y nos encontramos con mujeres lesbianas feministas y mamás lesbianas”. (Ver: Diversidad sexual y de género para dummies).

Ya para entonces Beatriz Quintero se había ido de su casa –se fue a los 19 años– lo que cambió la dinámica familiar porque tenía independencia. “En todo caso, en temas como participación política y violencia contra las mujeres mi familia ha estado de acuerdo. Cuando el asunto es el aborto, hay más discusión, pero también lo aceptan”.

Algunos amigos suyos sí asociaban ser feminista con “ser rara” y no faltaron quienes le advirtieron que no le iba a ir bien con los hombres. “Pero yo no he tenido mayores complicaciones con ellos: nos relacionamos de tú a tú”. 

Para finales de los 80, por su trabajo como ingeniera, Beatriz tenía que viajar con frecuencia a Bogotá. Así se vinculó al “Colectivo de Mujeres de Bogotá”, que para ella fue un antecedente importante de la Red Nacional de Mujeres, red de la que en 2010 asumió la coordinación general.

Oficialmente la Red empezó con la Asamblea Nacional Constituyente que le dio paso a la Constitución política de 1991. “Apenas se terminó este proceso, en el grupo ‘Red, Mujer y Constituyente’ decidimos conformar la Red Nacional de Mujeres teniendo en cuenta que, con la nueva constitución, habíamos ganamos en ciertos temas pero faltaba reglamentar lo relacionado con violencia contra las mujeres, buscar participación política y seguir insistiendo en derechos sexuales y reproductivos”.

Para Beatriz Quintero, en el movimiento de mujeres, como en cualquier otro, hay divisiones. “A mí me tocaron las tensiones de finales de los setenta y principios de los ochenta, cuando se hablaba de la doble militancia”.

“La solución nunca será un conflicto armado sino la construcción de una paz con igualdad, inclusión y sin discriminación”.

Además, después de la constituyente muchas mujeres tenían la ilusión de que el conflicto armado en Colombia se había acabado porque la Constitución también se entendió como un acuerdo de paz con los grupos guerrilleros. “Solo quedaba uno de origen campesino que se percibía pequeño. Nada más ni nada menos que las FARC”.

Desde entonces, uno de los ejes fundamentales de la Red Nacional de Mujeres ha sido la construcción de paz. “Ni siquiera la injusticia social justifica la guerra. Esta lo único que logra es aplazar la posibilidad de tener esa justicia social. La guerra se convierte en una excusa para que el Estado diga: ‘mientras exista, no puedo actuar en otros temas porque primero tengo que resolver el conflicto armado’”. 

Después de tantos años, la Red Nacional de Mujeres sigue en pie porque aún hay muchas reivindicaciones pendientes. “Si cualquiera de nosotras compara su vida con la de su mamá, tenemos más derechos. Hasta una niña de 10 años puede decir que tiene más derechos que su madre de 35. El avance es evidente pero falta mucho por hacer”.

Por ejemplo: disminuir la violencia contra las mujeres. “No puede seguir pasando que el hogar sea el espacio más inseguro para tantas mujeres. También, lograr que las mujeres estén en todos los espacios en las mismas condiciones y posibilidades que los hombres. El reto es convencer a la sociedad de que esa igualdad no es negativa”.

El feminismo es radical
Para Beatriz Quintero, el movimiento de mujeres en Colombia no es solamente feminista porque el conflicto armado sumó mujeres desplazadas y víctimas del conflicto. Con el tiempo, algunas de ellas se volvieron feministas. 

Sentiido: Hay una pregunta que falta procesar mejor: ¿qué les faltó a los movimientos sociales para lograr el triunfo del “Sí” en el plebiscito por la paz de 2016?

Beatriz Quintero: Esa fue la primera vez en mi vida que yo voté ciento por ciento convencida. Mis otros votos habían sido por la opción menos mala. Entonces la tusa fue más dura. Creo que perdimos porque nos sobró ingenuidad y nos faltó ver mejor la fortaleza de los sectores antiderechos y prestarles más atención a sus argumentos que aunque resultan traídos de los cabellos -como la “ideología de género”- les llegaron a personas ignorantes o ingenuas. También influyó que mucha gente estaba tan segura de que el “Sí” iba a ganar que no salió a votar. (Ver: El género existe y no es una ideología).

“Era tan increíble que alguien votara ‘No’ a un acuerdo de paz que estábamos convencidas de que el ‘Sí’ ganaría”.

Es un hecho que si el acuerdo de paz no hubiera pasado por el triunfo del “No”, el proceso posterior habría resultado más fácil: nos tocó defender el enfoque de género y el enfoque diferencial.

Lo que está detrás de todo esto es el hecho de que hemos avanzado en derechos de las mujeres y de las personas LGBTI y ha surgido una ola que no quiere permitirlo. Sabemos que hay múltiples posibilidades de conformar una familia pero hay sectores que se sienten amenazados porque haya familias de dos mujeres o de dos hombres. Tenemos que ser creativos para explicarles a esas personas que a ellas no las afecta en nada las familias con personas del mismo sexo, que pueden seguir casándose con quien quieran.

“Acá no se está obligando a que las mujeres aborten o a que la gente sea homosexual sino permitiendo que cada quien pueda optar libremente por su decisión de vida”.

Lo mismo sucede con la interrupción voluntaria del embarazo. Cuando decimos que buscamos la despenalización del aborto no estamos obligando a que todas las mujeres lo hagan. Se trata de que aquellas que así lo consideren puedan tomar libremente la decisión y que las que quieran continuar con ese embarazo lo hagan y que los Estados garanticen cualquiera de las dos opciones. (Ver: Despenalizar para no abortar). 

S: ¿Cómo lograr conversaciones -e incluso acuerdos- con los sectores conservadores religiosos?

B.Q.: Es difícil pero hay que intentarlo. No sé si el camino sea hablar directamente con estas personas o trabajar en campañas que contribuyan a contrarrestar esa información equivocada que estos sectores comparten. El punto es que tanto sectores progresistas como conservadores entendamos que podemos convivir con nuestras creencias y forma de vida sin limitar los derechos de nadie.

S: ¿Qué opina del concepto “nuevas masculinidades”?

B.Q.: Las mujeres hemos cambiado pero, en términos generales, los hombres no. Y eso es lógico porque somos nosotras quienes hemos estado en desigualdad. Ellos pueden percibir que están perdiendo poder porque les resultan más cómodas las relaciones en las que mandan.

“Construir una nueva masculinidad es un trabajo que los hombres tienen que hacer para adaptarse a los cambios”.

Creo, por tanto, que los hombres tienen que buscar la manera de construir otras masculinidades. Pero a las mujeres no les compete liderar ese cambio. Es tarea de ellos.

Esto, en todo caso, no los hace feministas sino aliados u hombres que creen en el feminismo y que quieren transformar su masculinidad. Decir que son feministas enmascara una pelea que no han dado. Primero, tienen que transformar su masculinidad para poder relacionarse en un mundo entre iguales porque han sido criados en un mundo de desigualdad entre hombres y mujeres. Cada uno tiene que reeducarse para encontrarnos en equidad.

S: ¿Qué responde cuando una persona dice: “Hablemos de violencia en general y no de violencia de género porque todas las personas la viven”?

B.Q.: Mi respuesta es con datos. Sí, efectivamente hay mujeres que agreden a los hombres, hecho que rechazo, pero la estadística es: por 90 casos de violencia contra ellas a manos de hombres, hay 10 contra ellos a manos de mujeres. La solución, por tanto, no es 50 / 50 porque estadísticamente el problema no es así. Son los hombres, mayoritariamente, los agresores de las mujeres.

S: ¿Qué opina de que cada vez haya más organizaciones de mujeres jóvenes feministas?

B.Q.: Me alegra mucho. Es muy positiva la cantidad de mujeres jóvenes convencidas de enseñarle al mundo la importancia del feminismo. ¿Qué tal que no existieran? ¡Ojalá sean más! Lo importante es que ellas recuerden que tienen unas ancestras y que es importante conocer su historia.

Me refiero a las mujeres que lucharon por el voto femenino, a las primeras teóricas y escritoras y a todas las que hicieron tanto para que hoy podamos tener una vida mejor. Puede que existan algunas tensiones entre las nuevas y las viejas generaciones pero todas aprendemos de todas. Ellas, por ejemplo, tienen una capacidad innata para las redes sociales. 

S: Los sectores conservadores-religiosos se han apropiado de conceptos como “provida” como si las personas progresistas no estuvieran a favor de la vida. ¿Qué opina?

B.Q.: Por supuesto que nosotras somos provida de vidas dignas y elegidas. Alguna vez alguien me dijo que la evidencia científica demostraba que las mujeres que abortan tienen mayor tendencia al suicidio. Son personas que prefieren quedarse con lo que siempre les han dicho, eso les da seguridad.

Mi respuesta fue hacerle ver a esa persona con datos precisos que en Colombia anualmente se practican 400.000 abortos. Si el dato que ella me dijo fuera cierto, habría pocas mujeres en Colombia porque la mayoría se habría suicidado. (Ver: Aborto en Colombia: cifras reveladoras)

Ahora, muchas de las personas de esos sectores conservadores dicen: “la ciencia evidencia que los niños criados en hogares con parejas del mismo sexo tienen problemas psicológicos” pero nunca dicen quién financió esos estudios ni cómo se realizaron.

“Nuestra lucha por la igualdad, por la autonomía y por la liberad les despierta inseguridad a algunas personas”.

Seguramente para algunas mujeres tener una pareja que las mantenga económicamente, les da seguridad, pero les quita autonomía. El feminismo garantiza una libertad distinta a la seguridad, con más igualdad y autonomía. Y hay personas a las que les da susto dar el salto hacia la autonomía.      

Lo más difícil de entender de la interrupción voluntaria del embarazo es que algunas personas creen que las mujeres no somos capaces de decidir y que hacemos lo que otros nos dicen, que siempre alguien está decidiendo por ella. El concepto de autonomía en las mujeres es difícil de admitir y se cuestiona: “¿no se arrepentirá?” o “¿Será que alguien le está diciendo que haga esto?”.

El feminismo es radical
“El origen del pañuelo verde es el pañuelo blanco símbolo de la lucha de las madres de la Plaza de Mayo en Argentina”, recuerda Beatriz Quintero.   

S: ¿Está de acuerdo con el lenguaje de todos y todas?

B.Q.: Es más largo, sí, pero ¿cuál es el problema? Si alguien insiste en que es muy largo, entonces le propongo que de acá en adelante utilicemos “todas” como genérico en vez de “todos” y en veinte años volvemos al “todos” y así nos turnamos.

“Si los hombres ya hubieran entendido que relacionarse entre iguales es mejor, ya estaríamos del otro lado”.

Ahora, cuando en un auditorio hablo de “todas”, siempre un hombre agrega “y todos”. Eso es justamente lo que pasa: muchas mujeres no nos sentimos incluidas en el “todos”. Para mí esta es una discusión boba, de insistir en echar para atrás, de decir: “qué bueno cuando las mujeres se sentían incluidas en el todos”, pero la realidad es que existen hombres y mujeres y que tanto unos como otras deben ser mencionados.

S: ¿Qué responde cuando alguien dice: “yo creo en el feminismo pero no en el radical”?

B.Q.: El feminismo es radical porque incomoda, porque busca cambios y afecta los intereses de algunos, pero es un tema de equidad. Y no vamos a esperar hasta el año 3.000 para ver si la equidad llega.

S: ¿Qué responde cuando alguien dice: “Antes el feminismo se entendía porque no había igualdad, pero ya se consiguió y ahora las feministas buscan estar por encima de los hombres”?

B.Q.: No. Las mujeres no queremos voltear la opresión y que a ellos les pase como a nosotras: buscamos una igualdad que no se ha conseguido. Para la muestra, las cifras de violencia contra las mujeres, la baja participación de ellas en política y la brecha salarial. 

S: ¿Qué responde cuando alguien dice: “Ni machismo ni feminismo sino igualismo”?

B.Q.: El feminismo es necesario en las sociedades donde hay desigualdades y como todavía no hemos alcanzado la igualdad, es necesario. Si no hay machismo, el feminismo no es necesario. (Ver: Machismo y feminismo no pueden coexisitir).

S: ¿Las mujeres trans deben ser parte del movimiento feminista?

B.Q.: Si las mujeres trans hicieron un tránsito a un género que, en teoría, les baja el estatus, ¿cómo no trabajar en equipo? De una situación de poder se bajaron en la escala social. Sin duda tenemos luchas comunes. (Ver: El género desde una perspectiva trans).

El especial #VocesFeministas fue posible gracias a la Fundación Friedrich Ebert Stiftung Colombia.

Aliados - FESCOL Comunicación

One thought on “Beatriz Quintero: el feminismo es radical porque incomoda

  1. Sería bueno que las personas que nos alejamos del los esquemas patriarcales pudiéramos formar comunidades. Para ello podríamos utilizar una nueva religión atea/agnóstica, feminista, antirracista, ecologista y aliada de la gente del colectivo LGBTQ+. En infinito5.home.blog lo explico más detalladamente.

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